Una larga aventura marina de la Argentina en varios capítulos terminó en las últimas semanas con un hecho histórico. No fue estrictamente un viaje como los que recrean las novelas o las películas por el Océano Atlántico sur, el mar que bordea a la Argentina, donde hay una enorme riqueza pesquera y una pintoresca fauna de leones, lobos, elefantes marinos, pingüinos y ballenas. Pero sí involucra directamente a ese mar y a su llamada plataforma continental -que es la prolongación natural del territorio del Estado bajo las aguas- donde se esconden minerales, petróleo, gas y recursos vivos como las especies sedentarias que viven en las piedras y en la arena.
Esta aventura, como rara vez ocurre en el país, es la saga de una política de Estado que caminó por encima de los gobiernos de turno. Empezó en los años ochenta del siglo pasado y siguió con varios hitos ocurridos en 1997, 2009, 2016 y 2020.
El resultado es que la Argentina tiene un nuevo mapa geográfico que incluye a su plataforma continental, un logro enmarcado en la normativa internacional que contempla la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Mar (CONVEMAR). A partir de ahora, ese nuevo mapa estará incluido en toda la cartografía oficial, que se utiliza en colegios e instituciones públicas.
Tal como lo habían prometido a principios de año Alberto Fernández y su canciller, Felipe Solá, el 25 de agosto el Poder Ejecutivo promulgó la ley 27.757 de Espacios Marítimos aprobada el 4 de ese mes por el Congreso Nacional.
Con ella se incorporó como segundo párrafo del artículo 6° de la preexistente ley 23.968 sobre Espacios Marítimos la indicación de que se demarque “el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina continental e insular de acuerdo con los puntos de coordenadas geográficas consignados” en un anexo incorporado a la legislación.
El buque oceanográfico Puerto Deseado, perteneciente al CONICET y operado por la Armada Argentina, en una de las misiones con científicos en el Atlántico Sur para determinar los límites de la plataforma continental.
Concretamente, se demarcará el nuevo límite exterior de la plataforma continental más allá de las 200 millas marinas (cada milla marina equivale a 1,85 kilómetros), tal como lo autorizó a hacer una comisión de la ONU en 2016 de acuerdo a lo que pudo probar la Argentina tras años de trabajo científico. Se trata de un hecho por el cual, si el Estado así se lo propone, se podrán proteger los derechos de soberanía sobre los recursos del lecho y el subsuelo del mar argentino.
“La ampliación de nuestra plataforma continental, que tiene riquezas enormes, muestra que la Argentina es dos veces más grande como plataforma continental que la Argentina continental”, le dijo a Clarín Daniel Filmus, director del Área Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur, y quien ahora está a cargo del cumplimiento de lo establecido desde la Cancillería.
Ahora, cuando ya está disponible el nuevo mapa completo de la República Argentina, el funcionario da cuenta de una curiosa forma de leer la geografía nacional. Con la Antártida incorporada al mapa, la Argentina es un país bi continental y, si se la mira en toda su extensión, desde La Quiaca al Polo Sur, cambia el centro geográfico. Provincias que en el mapa tradicional quedaban en el centro de la Argentina, como Córdoba o Santa Fe, pasan a ser provincias del norte y el centro de la Argentina pasaría a ser Ushuaia, en Tierra del Fuego.
“Cuando uno mira también la disputa por Malvinas, se da cuenta de que no se trata solamente de unas islas, sino de una zona de influencia que es riquísima. Hay que decirlo, la zona del Atlántico Sur es una zona ictícola, la reserva de pesca más grande y más importante que hay en el mundo, es una llave a la Antártida y tiene una importancia geopolítica estratégica. Ahí uno entiende por qué el empecinamiento del colonialismo británico de mantener Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur que, como uno puede observar, en lo que hace a la zona económica exclusiva, ocupa casi la mitad de la zona económica exclusiva de nuestro país”, dice Filmus.
El buque oceanográfico Puerto Deseado, perteneciente al CONICET y operado por la Armada Argentina, navega entre las olas del Atlántico Sur en una de las misiones que se hicieron para determinar los límites de la plataforma continental.
En este punto, hay que aclarar que la Comisión de Límites de la Plataforma continental, la instancia que depende del marco regulatorio que estableció la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, analizó la extensión de la plataforma continental Argentina, pero no se pronunció sobre los reclamos de plataforma continental alrededor de las islas del Atlántico Sur que están en disputa entre la Argentina y Reino Unido.
Los dos países presentaron su pedido de incorporación de esta zona como plataforma continental. Pero no se le reconoció el espacio ni a los argentinos ni los británicos, lo que al mismo tiempo reconoce la existencia de una disputa. Esa comisión tampoco se pronunció sobre la Antártida, donde numerosos estados reclaman soberanía y en algunos casos con mapas superpuestos, como ocurre con la Argentina, el Reino Unido y Chile.
Entrevistada también por Clarín, Frida Armas Pfriter, la coordinadora de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), explicó que «la prolongación natural del territorio de un Estado bajo el mar es la plataforma continental”. «Desde el principio de la evolución del derecho del Mar, la Argentina y otros países llamados “marginalistas” -porque queríamos que el margen del continente perteneciera a los Estados– decíamos que el Estado tenía derechos y soberanía sobre esa zona bajo el agua y, sobre todo, sobre los recursos de esa zona».
Argentina creó su Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental en el año 1997.
Desde entonces, se trabajó de manera continua para establecer los nuevos límites que incorporarían la plataforma. El trabajo final del Estado argentino se presentó el 21 de abril de 2009. Para entonces, Argentina había realizado cinco campañas en el mar buscando datos para demostrar sus límites externos. En ellas participaron oceanógrafos, geólogos, geofísicos, cartógrafos, geodestas, expertos en información geográfica, abogados y expertos en derecho internacional.
El mar territorial del Estado argentino, explican Filmus y Armas, llega desde la costa hasta las 12 millas marinas, poco más de 22 kilómetros. Es una zona donde no pueden volar aviones sin permiso del Estado y donde los buques, deben hacer “paso inocente”, es decir que sólo pueden navegar sin detenerse. Allí hay soberanía total con la excepción de esos derechos que hay que darle a los otros Estados.
Más allá de esas 12 millas ya no es territorio del Estado, pero el Estado conserva algunos derechos. En lo que hace a los recursos, empieza la llamada Zona Económica Exclusiva, que se extiende desde que termina el mar territorial hasta las 200 millas, unos 370 kilómetros desde la costa.
La Argentina tiene derechos de soberanía para la exploración y la explotación de los recursos naturales comprendidos en el lecho marino y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y en la «prolongación natural de su territorio», según informa la letra oficial. Cuando los Estados demuestran que «la prolongación natural de su territorio» se extiende hasta más allá de las 200 millas marinas, por ejemplo, en los lugares en los que el fondo es plano y el mar va haciéndose más profundo de a poco, pueden poner el límite exterior de su plataforma continental en lo que técnicamente se denomina el “borde exterior del margen continental”.
El 11 de marzo de 2016, la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de las Naciones Unidas adoptó las recomendaciones sobre la presentación del límite exterior de la plataforma continental argentina. Fue un momento de alta trascendencia histórica. Los funcionarios de Mauricio Macri lo festejaron como un logro del Estado argentino, pero esa definición nunca se trató en el Congreso para incorporarla a la legislación local.
Los científicos que participaron de las misiones del buque oceanográfico Puerto Deseado, perteneciente al CONICET y operado por la Armada Argentina, que se hicieron para determinar los límites de la plataforma continental.
La prolongación natural del territorio del Estado fue reconocida de acuerdo a lo establecido en la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Con las misiones que hicieron y mediciones y cálculos en el mar, la Argentina logró extender muchas millas la plataforma continental en varias zonas.
“La plataforma continental argentina se extendió en algunas zonas incluso más allá de las 350 millas. En el área del Golfo San Jorge (entre Chubut y Santa Cruz), que es una zona en donde el lecho marino es bastante llano, la Comisión que funciona en Naciones Unidas aceptó que el límite llegue hasta las 369,70 millas”, reveló Armas, para dar una dimensión del tamaño de la aventura que comenzó en las olas del mar helado y terminará en los cuadernos de las escuelas.
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