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La Corte, ante el abismo de una solución que conforme a todos pero en la que ganaría el kirchnerismo

La presencia de Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti en el palacio Tribunales, bajo la lluvia primaveral de este martes, indicaba la importancia que el habitual acuerdo ordinario tendría esta semana, en la que se espera una definición respecto del per saltum con el que los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli objetaron el veloz desplazamiento de sus cargos realizado por el oficialismo. Pero el bordado de esa sentencia no llegó a su puntada final: siguen las especulaciones sobre una posible «salida intermedia», que no es otra cosa que posponer un poco los planes kirchneristas de barrer a esos magistrados, mientras avanza con su reemplazo.

Desde luego, el hermetismo con el que los ministros de la Corte blindaron su trabajo multiplica las versiones en lugar de sosegarlas.  el fin de semana los integrantes del tribunal trabajaron a fondo en la redacción de sus votos, con la intención de discutirlos este martes y, si las diferencias no eran sustanciales, firmar de inmediato una sentencia. No fue lo que ocurrió.

El titular del cuerpo, Carlos Rosenkrantz, ya tiene escrito su voto, cuyo contenido no debería sorprender: ya en la discusión de las acordadas 4 y 7 de 2018, el juez había avalado los traslados de jueces. Su argumentación en la aceptación del per saltum permite inferir que esa posición no se modificó, y que por eso los jueces Bruglia y Bertuzzi deberían permanecer en la Cámara Federal porteña, y Castelli en el Tribunal Oral Federal 7.

Pero no es su firma la más importante en este caso, sino la de sus colegas Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, quienes apoyaron los traslados hace dos años, y ahora deberían ratificar, modificar o «interpretar» aquel voto de mayoría.

La primera opción no necesitaría mucha explicación. La segunda, con un giro copernicano, sería mucho más difícil de fundamentar. Pero hay un tercer camino, una línea sobre el agua que podría desafiar aquellas leyes de la física newtoniana.

La «mayoría peronista» de la Corte -como la bautizaron en 2019, cuando los votos de esos tres jueces aparecían juntos en cuestiones de trascendencia- podría ratificar a los jueces en los puestos en los que se desempeñaban hasta hace dos meses, pero trascartón dejar sujeta esa confirmación a un posterior reemplazo de los tres cuando se haga un concurso para ocupar sus lugares. Se trataría de un triunfo del gobierno, que domina el Consejo de la Magistratura y el Senado, dos oficinas que sólo refrendan sus deseos.

Con paso redoblado, en los últimos meses el Consejo avanzó en el proceso de selección las ternas de candidatos para la Cámara Federal porteña, donde hoy faltan dos de los seis jueces. Pero si Bruglia y Bertuzzi sólo son confirmados allí momentáneamente, las sillas vacías pasarían a ser cuatro. El kirchnerismo en la Magistratura tiene todo listo para ofrecerle al presidente las cuatro ternas, atiborradas de nombres simpáticos para la vicepresidenta.

Volvamos a la Corte. Cuando ante una pregunta expresa del ministro de Justicia Germán Garavano Lorenzetti, Rosatti y Maqueda avalaron los traslados de jueces dentro del mismo fuero y con funciones similares, no agregaron como condición un nuevo acuerdo del Senado. Tampoco dijeron en ningún tramo de aquella Acordada 7 que los traslados que no tuvieran un nuevo OK del Consejo de la Magistratura y del Senado serían transitorios. Ni una palabra. Si ahora lo hicieran, habría que leer con atención cómo podrían colgarle ese sanbenito a los traslados realizados con anterioridad a una nueva sentencia, tal como advirtió el procurador Eduardo Casal en su dictamen.

El zoom de este martes funcionó para echar aceite al mecanismo, pero la incertidumbre se extenderá por dos días más. Mientras, la moneda sigue en el aire. «Todo está muy avanzado, los jueces sólo quieren analizar un poco más y hacer unos ajustes. Pero hasta que el pollo no sale del horno, es una gallina cacareando en el corral», advirtió un alto funcionario de la Corte mientras caía el sol este martes. Sea cual fuere la receta, en el tribunal saben que indigestará a una porción de la sociedad y del poder. «No nos importa», juran los magistrados.

 

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