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Dormía. Se despertó de golpe. Murió. El 27 de octubre del 2010 falleció Néstor Kirchner. El martes se cumplen diez años de aquella mañana de censo y feriado en la que la política argentina cambió. La efeméride se transformó en una especie de «política de Estado» para el actual Gobierno.
Los Kirchner están de vuelta en el poder tras cuatro años en el «llano» legislativo. El funcionariado nacional y la dirigencia del Partido Justicialista (PJ) en sus múltiples expresiones internas preparan diversos homenajes para recordar al ex presidente.
El acontecimiento tiene una especial simbolismo para la Presidencia de la Nación. Transcurrirá en medio de la máxima tensión en la relación política entre Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández, viuda de Kirchner. La discusión interna entre el Jefe de Estado y la titular del Senado jamás pasó por un momento como el actual.
El diálogo del dúo que lidera el Gobierno y el Frente de Todos se reduciría al mínimo si es que en estos últimos días hablaron entre ellos, aseguran fuentes oficiales y del peronismo. Ella está enojada con él y él y sus asesores de mayor confianza están fastidiados con ella y los funcionarios que le responden y avanzan con una agenda que consideran «paralela» a la de Casa Rosada, y por ende también dañina para el Presidente.
No se pelearon al punto de romper su alianza y es muy probable que no lo hagan nunca más. Pero la decena de fuentes del oficialismo consultadas por Clarín coinciden: Presidente y vice no coinciden en cómo se diseña y se ejecuta el rumbo de la administración nacional. Los choques y las sorpresas y operaciones cruzadas entre el «cristinismo» y la dirigencia afín a Fernández (Alberto) son cada vez más cruentos y trascienden como nunca antes. Al menos hasta al cierre de este artículo, Fernández (Cristina) no le confirmó siquiera a las autoridades si asistirá o no al principal acto que se prepara desde el Gobierno para recordar a Néstor Kirchner.
La vice se anima en charlas con dirigentes de confianza en monólogos muy críticos de la gestión -que es también la suya-. Cada vez más «cristinistas» se animan a criticar al Presidente. Clarín pudo saber, gracias a la reconstrucción que hicieron fuentes del PJ-K, que Fernández (Cristina), a su modo, y con su lengua picante cuando habla en privado, critica a casi todo el Gabinete, incluido el jefe de los ministros, Santiago Cafiero, y habla en sentido negativo de Fernández (Alberto). Ante terceros, ella incluso señalaría, a modo de crítica y siempre de acuerdo a su análisis, que él está excedido de peso, como si esa hipótesis del físico presidencial tuviera correlato en la efectividad de la ejecución de las acciones estatales de un país en crisis.
El 27 de octubre el Gobierno instalará en la absoluta cercanía al imponente edificio del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK) una estatua que recrea la figura de Néstor Kirchner, y que alguna vez se alzó en la sede central de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en Ecuador. Fue quitada de ese sitio original por impulso del actual presidente de ese país, Lenín Moreno. «Es un símbolo de la corrupción», fue el argumento.
La estatua, de casi 2,3 metros de alto y 600 kilos de peso, se encontraba arrumbada en algún galpón de Quito hasta que la República Argentina pidió repatriarla. El monumento fue tallado en bronce por el artista Miguel Jerónimo Villalba. El mismo hacedor tuvo que arreglarla para el acto que supone, según dijo el propio Presidente, su instalación en un sitio en el que ahora estará «para siempre».
Fernández (Alberto), siempre más conciliador que su vice, intenta que ese homenaje a Kirchner en el centro Cultura Kirchner sirva también como excusa para reencontrarse con Kirchner (la titular del Senado). Pero la tensión entre ambos dirigentes llega a tal extremo que el Presidente ni siquiera ordenó difundir de modo oficial que ese acto se esté planeando tal como lo está. Fernández (Alberto) conoce a Fernández (Cristina).
Ella ya se ausentó, tanto de modo presencial como virtual, de los actos de homenaje a Juan Perón en el 75 aniversario del 17 de octubre de 1945, día en que una multitud clamó por el entonces coronel Perón en Plaza de Mayo tras conocerse que había sido detenido por su propio Gobierno.
Azares de la historia: el peronismo de hoy también se llenó de intrigas, supuestos complots contra dirigentes propios y peleas internas.
Fernández (Cristina), en público, mantiene un silencio que termina por conformar un gran vacío si se tiene en cuenta que Fernández (Alberto) da entrevistas a los medios y habla de temas múltiples. La opinión de la vicepresidenta sobre lo que pasa hoy en la Argentina, sobre la crisis, sobre la pandemia, sobre la economía, la pobreza, las tomas de tierras, el caso Venezuela, las causas de corrupción, se desconoce.
O se debe interpretar a través de voceros informales.
Más simple: con la lectura de su libro de memorias, «Sinceramente», se puede detectar que conceptos que usa, por ejemplo, el jefe de Gabinete para criticar a la oposición, como señalar que los dirigentes más radicalizados de Juntos por el Cambio son «terraplanistas» son ideas que ella escribió en ese libro ineludible para acercarse al pensamiento de la mujer con más poder de la política nacional.
Según las fuentes que representan a los diferentes espacios que integran el «Frente de Todos», Fernández (Cristina) está disconforme con la gestión presidencial en general. Sus críticas apuntan al funcionamiento de todo el Gabinete, salvo excepciones, como la del ministro del Interior, Eduardo De Pedro, que elogian ambos Fernández (Alberto y Cristina). Después, para ella, todo sería una especie de gran desastre que no logra copar la agenda que imponen «los medios».
Un secretario de Estado de trato diario con el Presidente, un hombre siempre optimista, aceptó ante Clarín que la relación entre su jefe y Fernández (Cristina) pasa por momentos de incomodidad para ambos, pero destacó que finalmente se impuso la realidad: «Lidera él, y no ella».
¿Cuáles son los argumentos de ese importante funcionario para llegar a esa conclusión?
Al Presidente finalmente ya no le importa la opinión contraria que tenga Fernández (Cristina) sobre con qué empresarios debe relacionarse y reunirse, tampoco se habría fijado en qué piensa ella sobre Venezuela y el informe Bachelet para ordenar que la República Argentina vote en contra de la posición de Nicolás Maduro ante la ONU, lo mismo respecto al diálogo que el Presidente sigue manteniendo con el Jefe Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, o la aceptación presidencial de que leyes o medidas que generaron polémica, como el plan para reformar la Justicia o el impulso de la expropiación de Vicentín finalmente se frenaron ante una evaluación crítica de esos asuntos que hizo el equipo de Fernández (Alberto).
Mientras tanto, Fernández (Cristina) avanza con su agenda propia en el ámbito legislativo, que se trata básicamente de tratar en el Senado temas relevantes para influir sobre el ámbito judicial.
Según un análisis del senador Martin Lousteau (Juntos por el Cambio-Capital Federal), sólo el 2 por ciento de las leyes que votó la Cámara alta desde que empezó la pandemia del coronavirus tienen que ver con esa enfermedad y la búsqueda de respuestas para paliar, desde diferentes puntos de acción, a la expansión del virus.
En el 12 por ciento de las sesiones restantes de la Cámara alta se aprobaron pliegos de nuevos jueces, afines en general al oficialismo.
El 20 por ciento restante el Senado aprobó otro tipo de proyectos legislativos.
Mientras que el 47 por ciento de las sesiones se usaron para aprobar decretos de necesidad y urgencia firmados por el Presidente y sus ministros.
El restante 49 por ciento se usó para legislar sobre proyectos de declaración o resoluciones de senadores.
Algunos no revisten el carácter de asuntos de Estado: uno de ellos, por ejemplo, pedía declarar la importancia de la avistamiento de ovnis en una provincia patagónica.
«Nos intenta imponer sus temas una minoría intensa», ironizó uno de los más poderosos dirigentes con jefatura territorial propia que se describe como amigo incondicional de Fernández (Alberto).
«Ella con su agenda daña al Gobierno, pero nosotros tenemos que resolver la crisis», se enojó otro «albertista», si es que existe esa definición.
El 27 de octubre del 2010 murió Néstor Kirchner. Y el 27 de octubre del 2019 ganó las elecciones generales la fórmula Fernández (Alberto)-Fernández (Cristina).
La fecha en que se entronizará a Kirchner en el Centro Cultural Kirchner es importante para el Presidente, dijo él mismo.
Pero el 27 de octubre también es importante para él en ese sentido: un año de su triunfo electoral, que es también el de Fernández (Cristina).
¿Se los verá juntos?
Nada confirmado.
A los Fernández no logró juntarlos el 17 de octubre pasado Juan Perón.
Tal vez Kirchner sí.
O no.
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Fuente
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