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La mano invisible que tira el golpe de mercado | La…

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Mientras los medios tradicionales buscan justificar un cambio de pólítica económica, bajo argumentos del tipo «es necesario restablecer la confianza» o «el gobierno tiene que dar señales en el sentido que los operadores y analistas están esperando», desde la vereda de quienes se saben los grandes perdedores en caso de una megadevaluación como la que se impulsa, empiezan a responder sin pelos en la lengua. «Hay toda una movida de grupos concentrados, que manejan un gran volumen de fondos especulativos en el mercado financiero, que buscan llevar al gobierno a una megadevaluación», lanzó este viernes Pedro Salas, presidente de la Sociedad Rural de Córdoba, no alineado con CRA ni con la Mesa de Enlace según aclara. «Es terrorismo de mercado, terrorismo del dólar», sintetizó. Otro frente conformado por organizaciones pymes, confederaciones sindicales y cooperativistas denunció «el accionar extorsivo de poderosos operadores del capital concentrado industrial, financiero y agroexportador que son los responsables de la corrida cambiaria que todos los días ponen en vilo a los argentinos». El título del documento, nada elíptico, es «Vienen por el gobierno y el pueblo argentino».

Detrás de las pantallas que presentan entre llamas las cotizaciones del dólar en sus distintas acepciones paralelas (Blue, CCL, MEP), no hay nada que se parezca a las situaciones que han caracterizado otras crisis cambiarias en Argentina. Ni personas arremolinadas en torno a los «arbolitos» (captadores de clientes para las cuevas cambiarias) en la city porteña, ni operadores de bolsa o de mesas de dinero atosigados de pedidos de compra o venta de divisas. 

El mercado se mueve con escasísimas operaciones, por montos exiguos respecto de los negociados en tiempos «normales» (si es que se pudiera hablar de algo así en este asunto). Con compraventas de no más de 20 ó 30 millones de dólares en la plaza, principalemente vía dólar «cable» (Contado con liqui, transferencia entre cuentas del exterior) o dólar «bolsa» (MEP, entre cuentas locales de inversión bursátil), más transacciones mínimas callejeras (dólar blue) se «arma» el mercado. Increíble pero real.

Una crisis de diseño

Argentina no enfrenta un «problema serio de restricción de divisas» en este momento ni, mal que le pese a muchos, de «atraso cambiario». El ministro Martín Guzmán enfatizó sobre este tema en su raid mediático del día viernes, sin lograr que le prestaran mucha atención. No hay presión de divisas por vencimientos de la deuda, porque la reestructuración logró patear para adelante, varios años, los vencimientos. No hay problema de desbalance del comercio exterior, porque el intercambio comercial es positivo para el país. No hay demanda de dólares para turismo, porque no hay turismo al exterior. Y el Banco Central tampoco está carente de reservas, con más de 40.000 millones de dólares de saldo, aunque el disponible sea muy inferior. 

Es decir, no hay razones económicas que expliquen una crisis cambiaria, dice Guzmán con razón. Pero hay una crisis. Que, claramente, tiene una raíz política: el objetivo de quienes la impulsan es que el gobierno se vea obligado a tomar la decisión de devaluar el dólar comercial. Para beneficio de quienes la provoicarían, pero también para debilitar al gobierno, para someterlo a las condiciones que los sectores dominantes impongan, y para ponerle límites a políticas tales como «un aporte extraordinario de las grandes fortunas». 

«Hoy no tenés ese tipo de problemas de inconsistencias macroeconómicas, no es eso lo que hace ruido en el mercado, porque si no tendrías otro volumen de operaciones. Lo que existe es un objetivo de disciplinamiento al gobierno», señaló a este medio una fuente que conoce ese mercado financiero desde adentro, tanto en sus manejos como en sus terminales políticas. 

Sin embargo, hasta el momento, el gobierno ha respondido con «medidas de mercado», como si la crisis tuviera su razón de ser en ese tipo de desequilibrios, y fracasó. Desatendió la alternativa de actuar políticamente sobre los que la provocan; entidades financieras que alimentan las cuevas, operadores de «contado con liqui» no siempre genuinos, agentes de comercio exterior que desvían u ocultan operaciones, y diversas formas de transferencias (pago de importaciones anticipadas, cancelación de deudas con dólares del BCRA de quienes tienen fuertes activos financieros en el exterior) que parecieron contar con el beneficio de una ingenuidad ilimitada de los responsables de controlarlas.

Terrorismo cambiario

El recientemente creado Espacio Producción y Trabajo, que terminó de darle forma al encuentro de entidades que venían trabajando juntas desde hace tiempo (CTA de los Trabajadores, Corriente Federal de la CGT, Cgera, Mesa Nacional de Unidad Pyme, entidades cooperativas y rurales), lo describió de este modo:

«Esta forma de terrorismo económico”, pretende consumar un nuevo golpe de mercado, con el objetivo de desgastar y desestabilizar al Gobierno Nacional y de obtener de un manotazo desmesuradas ganancias a costa del padecimiento de los que necesitan trabajar y los que queremos producir. Pretenden forzar una fuerte devaluación, la que generaría un aumento generalizado de precios y por consiguiente la pérdida de poder adquisitivo del salario, lo que profundizaría la recesión».

«Tampoco se justifican las maniobras especulativas, que bajo el supuesto de una posible devaluación, están generando un alza de precios, fundamentalmente de alimentos, que castiga fuertemente el poder adquisitivo de las mayorías populares».

El dirigente rural cordobés Pedro Salas, argumentó a su vez que «la especulación le quiere torcer el brazo a la actividad productiva, son dos modelos de país en disputa. O vamos a un modelo de especulación financiera como el que dejó Macri, el del ciclo de tomar deuda, bicicleta financiera y fuga, o insistimos en los que se está haciendo, con mucho esfuerzo, que es reactivar las pymes, poner el esquema productivo de pie y volver a tener un modelo de producción y desarrollo. Ahí está la puja». 

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Fuente

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