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Producción: Natalí Risso
Abrir la agenda digital
Por Jimena Valdez *
En octubre de 2020 el gobierno argentino lanzó Correo Compras, una plataforma o marketplace que busca – como el resto de las plataformas tecnológicas – conectar a productores con consumidores. El propósito declarado es eliminar intermediarios, tener productos a precios accesibles y con envíos a todo el país. Este sitio busca así aprovechar la capacidad logística de Correo Argentino, sumándole el resto de las políticas del gobierno para fomentar y facilitar el consumo- como los planes de cuotas Ahora 12, el programa de precios máximos y el pago con Tarjeta Alimentar en productos habilitados. En el momento del lanzamiento Matías Kulfas, a cargo de la cartera de Desarrollo Productivo, hizo hincapié en la «aceleración de la agenda digital» impuesta por la pandemia, y el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero resaltó la importancia de la «conectividad» como política pública prioritaria para el gobierno.
La mayor parte de las reacciones al lanzamiento se concentraron en la competencia con Mercado Libre, plataforma que a esta altura no requiere presentación pues se ha convertido en un sitio clave en el consumo argentino – y está en constante expansión a más actividades. No es ese el foco de esta columna, sino el rol clave que tiene la infraestructura en cualquier política de desarrollo de una nación, y cómo las plataformas tecnológicas son un nuevo tipo de infraestructura.
Voy a decir algo obvio que no por eso es menos importante: la producción de bienes y servicios requiere de una serie de servicios básicos, que van desde luz o electricidad, hasta transporte y/o delivery. Respecto de los servicios básicos, los números de inversión en los servicios públicos (que ya no lo son) y recursos naturales (que han fluctuado en su propiedad y explotación) no son los mejores. Respecto al transporte y logística, en Argentina se ha hablado mucho de la decadencia de una red de transporte, correo y los altos costos entre las diferentes partes de la cadena de producción. Entre distintos productores en la cadena de producción, y entre productores y consumidores, hay una serie de intermediarios e intermediaciones que – sumado a los vaivenes macroeconómicos – encarecen y dificultan la actividad económica.
Sobre estos déficits básicos de infraestructura, se superponen unos adicionales: aquellos que trae Internet y todo lo que Internet ha generado. En la actualidad, la red de redes es la nueva infraestructura que posibilita una serie de actividades económicas, políticas y sociales. Los debates sobre la neutralidad de la red, y los de regulación de diferentes empresas de plataforma (desde Google a Amazon) tratan hace tiempo a internet y a las empresas como nuevas infraestructuras. Ya no es solo agua, ya no es solo el transporte, ahora es internet y el buscador de Google lo que se necesita para poder producir y vender. Un problema evidente de esto es que tanto el servicio de internet como el buscador de Google o la tienda virtual Amazon están en pocas manos privadas. De este modo, son unas pocas corporaciones las que fijan condiciones para el resto de los jugadores económicos.
En este sentido, la decisión del gobierno de Alberto Fernández en agosto de este año de declarar internet un servicio público y trabajar para garantizar el acceso de todos y todas fue un paso acertado. En la misma dirección, una plataforma pública que se proponga conectar a partes interesadas, y proveer un servicio de correo, o sea transporte, eficiente, es una adición a un mercado concentrado que solo puede ser positiva.
Ahora bien, el éxito de las plataformas de este tipo reside en gran parte en su eficiencia (precios bajos y entregas veloces, entre otras) orientada fundamentalmente a satisfacer las necesidades (reales o creadas) del consumidor. Esto sucede muchas veces en desmedro de productores (basta escuchar las críticas de aquellos que venden en Amazon o MeLi por condiciones que ellos consideran abusivas) y trabajadores (aquellos que están en los almacenes o que trabajan en el reparto). El desafío para Correo Compras será proveer un buen servicio a los consumidores, con variedad de productos, precios accesibles y entrega en tiempos adecuados -algo que requiere construir un Correo Argentino que esté a la altura- al tiempo que mejorar las condiciones para los productores y no abusar de los trabajadores.
*Economista (UBA) y Dra. en Ciencia Política (Cornell).
Pasamanos o Plataforma
Por Martín Harracá**
El lanzamiento de Correo Compras (CC) el pasado 16 de octubre suscitó una atención generalizada, impulsada quizá por el aliciente irresistible de la aparición del “MercadoLibre (MeLi) estatal”. Desde un plano simbólico el contraste no podría ser más marcado: MeLi construyó su aura de empresa exitosa en buena medida contraponiéndose a la imagen del Estado como figura burocrática e ineficiente (de hecho, su nombre iba a ser LibreMercado). Ciertamente, lo que está en juego para CC es la oportunidad de convertirse en un emblema de empresa de gestión pública moderna, competitiva, y de estrecho contacto con la población.
Pero en lo discursivo no se dirime la cuestión. La discusión de fondo es si podrá dar el salto de ser un canal de distribución (un carro virtual de compras integrado) a convertirse en una plataforma. Y para eso, tiene por lo menos tres grandes desafíos por delante: diseñar un modelo de crecimiento que genere efectos de red; aprovechar el potencial de la información en un marco de transparencia; y diseñar una infraestructura digital propia junto a las capacidades para gestionarla.
En lo inmediato, eso requiere tener un foco claro: tratar de competir en todo el espectro es enfrentarse a una complejidad imposible de manejar. Jugar agresivamente en segmentos como alimentos, donde MeLi está más atrasado, permitiría crear una referencia propia y traccionar nuevos usuarios. La lógica de acortar las cadenas de valor es coherente con esta orientación, y podría incluso volverse su sello distintivo. Esta estrategia también podría apoyarse sobre convenios del Estado Nacional ya existentes, como los programas de provisión de productos de la economía popular, donde la operatoria ya está resuelta.
Por otra parte, el sistema va a requerir tarde o temprano un crecimiento orgánico, que aporte variedad y se reimpulse a sí mismo. Esto implica generar cierta forma de competencia dentro de la oferta, que hoy no existe. Un mecanismo transparente y abierto de segmentación de la provisión podría dinamizar la plataforma y reducir enormemente los costos de búsqueda para CC. Si se mantienen las condiciones favorables para el oferente, y se logra superar un umbral mínimo de consumidores, los efectos de red se tornarán positivos e impulsarán un crecimiento acelerado.
Al mismo tiempo, basar la estrategia sólo en la infraestructura instalada tiene límites cercanos. Primero porque llegado el caso MeLi tiene un bolsillo muy profundo para competir. Pero además porque para sostenerse en el tiempo, CC debe dejar de ser sólo una empresa logística y centrarse en la analítica de los mercados en que participa. Si Amazon desarrolló el sistema logístico más complejo del mundo fue para mejorar su manejo sobre la experiencia del consumidor. La capacidad de captar y analizar la información existente, y de gestionar la infraestructura tecnológica, son dos factores determinantes en la evolución de una plataforma. Desarrollarlas no es fácil. A su favor, CC ya tiene una red armada sobre la que apoyarse. Además, los modelos exitosos ya son conocidos, y pueden ser tomados parcialmente como referencia.
Por último, las características de CC le dan el potencial para convertirse en una pieza fundamental de instrumento de política pública, al tiempo que el margen que genera financia la actualización de una infraestructura que es de patrimonio público. Algunas iniciativas ya implementadas, como la integración con facilidades de pago y tarjetas alimentarias, podrían expandirse para la provisión de créditos al consumo y productivos, o el acceso a instrumentos de ahorro.
El desarrollo de capacidades de procesamiento y análisis se puede realizar conjuntamente con otros entes públicos de ciencia y la tecnología, que suelen necesitar ámbitos industriales de este tipo. Finalmente, contar con un actor público de esta talla sería esencial para diseñar localmente un marco regulatorio efectivo sobre la economía digital, algo que está siendo impulsado en todo el mundo.
** Economista e investigador (UNSAM y U. de Surrey), miembro del OCEPP.
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