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Los corazones se paralizaron afuera. La acción, adentro, duró apenas un instante. Pero en las tribunas pareció eterno. Porque a Marcelo Díaz, antes de tocar la pelota de la gloria hacia la red, se le ocurrió controlarla. Tuvo la frialdad de los talentosos. De los que no fallan en esa zona. De los que eligen siempre. Entre las más de 50.000 personas que esos dos segundos sintieron la ansiedad más profunda de sus vidas, estaba Rubén Paz, hombre que supo conmover con esa zurda artística. Emocionado junto a Gonzalo, su hijo, el ídolo de Racing se deshizo en un solo grito, como testigo de un día mágico. Con dos menos, la Academia le ganaba a Independiente de modo heroico y el uruguayo se estremecía. “Fue una noche fantástica. Inolvidable, imborrable. Y lo de la hinchada fue clave. Cuando el equipo tenía nueve jugadores, la gente le dio una inyección anímica y los jugadores sacaron fuerzas de todos lados”, le cuenta el uruguayo a Olé.
«Fue un día noche fantástica. Inolvidable, imborrable. Para los que estuvimos en la cancha y los que lo vieron por la tele, fue algo… Buscar calificativos ahora es difícil. Histórico. Y lo de la hinchada fue clave. Cuando el equipo tenía nueve jugadores, la gente le dio una inyección anímica y el equipo sacó fuerzas de todos lados», le cuenta el uruguayo a Olé.
-¿Sufriste mucho cuando el equipo tenía dos menos?
-Sí, pero estaba bien parado Racing. Se defendió bien. Hubo grandes momentos del arquero (Javier García), que solucionó algunas jugadas muy importantes.
-Viviste ese partido junto a Gonzalo, tu hijo. Habrá sido muy fuerte eso para ustedes.
-Imaginate…. Para él Racing es su vida. Y tengo un sobrino que ha venido bastante a la cancha. Esto quedará en mi hijo para toda la vida. Lo vivió con una intensidad enorme. Yo soy más tranquilo. Pero nos emocionó cómo gritó el gol Marcelo (Díaz). ¿Quién no quiere estar en ese momento de gloria? Fue un premio al sacrificio de todos los que permanecieron en la cancha y los que entraron. La gente, super agradecida. Y las cargadas normales de siempre: en el bar, en la calle, en el barrio…
-¿En algún momento pensaste que Racing podía ganarlo con 9?
-No pensarlo, pero siempre existe la posibilidad… Puede haber alguna pelota quieta que podés aprovechar en el área rival. No imaginaba un triunfo así. Después del pase de Cvitanich hubo una idea fantástica de Miranda: abrió las piernas y dejó solo a Marcelo. Y qué tranquilidad y experiencia que tuvo para definir de esa forma, ¿no? Si le tocaba a un joven, definía más rápido. Y podía pegarle mal o dar en algún rival que estaba enfrente; había dos defensores más el arquero. Él supo tener ese don para definir con una calidad enorme.
-Entre que la paró y le pegó, ¿se te hizo muy largo ese momento?
-Sí, se hizo largo. La definición de Díaz me hizo acordar al caño que le metí a Monzón (NdeR: golazo memorable en el 2-1 sobre el Rojo, en 1988). Yo estaba a la derecha y el perfil no me ayudaba. Por suerte Monzón vino corriendo, se abrió de piernas y le pasé la pelota por debajo. Definí al primer palo. Acá Díaz también tuvo esa paciencia para definir más cómodo. Lo hizo muy consciente, como me pasó a mí.
-¿Fue el partido más emocionante que te tocó ver?
-Sí, el más emocionante de mi vida. Para todos: ganarle un clásico al tradicional rival, al vecino que está al lado, codo a codo. Ganarle y quedar en la historia… El último campeón del fútbol argentino es Racing. Todo los días te exigen que ganes, que juegues bien, que metas goleadas… El equipo venía de dos empates en el comienzo de un ciclo, con un entrenador nuevo. Y ya había demasiada exigencia. Esto ayudará bastante. Le dio un montón de tranquilidad a toda la casa de Racing.
-¿Cómo fue tu festejo del gol?
-Gritamos mucho. Hubo muchísima emoción. De mi hijo y mi sobrino. Y tengo dos nietos que apenas me ven me dicen «Laying». Uno tiene cuatro años y el otro va a cumplir dos. Ven a mi hijo o a mí y se disfrazan de Racing. El más grande festejó los cuatro años con todos los colores y el escudo de Racing. Y Gonzalo está muy informado de todo lo que pasa en Racing. Todo el tiempo pendiente de las noticias. Creo que algo dejé en mi paso por Racing, ja. Es muy lindo esto. Gonzalo, mi hijo, es un gran compañero. Uno de los que me empuja para ir a Avellaneda a ver este tipo de partidos. Me reencuentro con amigos y disfruto mucho.
-¿Qué imagen te impactó más del domingo?
-Antes del 1-0, afuera la fiesta fue impecable. La hinchada metió mucha emoción y ayudó muchísimo. Los jugadores después aportaron para la felicidad de la gente y la de ellos. Deben estar muy gratificado por haber logrado ese objetivo, por haber sido muy solidarios y ganar un clásico de esa forma. Es lo que más voy a recordar.
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