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La pandemia del coronavirus está recorriendo el mundo. Su llegada a la Argentina ha sido tomada con suma responsabilidad por las autoridades de gobierno y nos pone como sociedad ante el desafío de enfrentar juntas, juntos y en comunidad las acciones que permitan frenar su propagación. Las medidas de prevención que se van tomando apuntan a lograr reducir al mínimo la traslación del virus y así evitar el contagio masivo, para minimizar los riesgos que conlleva. También las políticas económicas son correctas y van en el camino de contener la situación social que se complejiza con esta experiencia inusual.
Pero no va a ser fácil. En el marco de esta pandemia, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) está evaluando la pérdida de 25 millones de empleos: «Una evaluación inicial del impacto de COVID-19 en el mundo laboral indica que los efectos serán de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral». Paradójicamente, en este contexto del “sálvese quien pueda”, tenemos que organizarnos y actuar colectivamente para que ninguna y ninguno nos enfermemos, y también para que como sociedad logremos sostener calidad de vida y derechos básicos.
Cuatro millones de personas son parte de la Economía Popular en la Argentina, de las cuales casi el 50 por ciento se encuentra en la provincia de Buenos Aires. Estas trabajadoras y trabajadores representan al sector social, laboral y productivo más vulnerable ya que sus ingresos son bajos y en su mayoría están asociados a la economía informal. En los últimos años, se organizaron, desarrollaron una agenda de defensa de derechos e impulsaron unidades productivas que generan trabajo, producción y organización popular.
La actual situación afecta severamente a las familias de la Economía Popular. Sus barrios y sus fuentes de trabajo ya de por sí son de los más vulnerables en el modelo económico y esto se agudiza en esta coyuntura. Pero su rol también se debe tomar como ejemplo a replicar en estos días.
El sector de la Economía Popular actúa con responsabilidad y de manera solidaria. Las unidades productivas sociocomunitarias como comedores, merenderos y espacios de primera infancia preparan las viandas para las últimas y los últimos de la fila; en los talleres textiles, se están confeccionando barbijos para ayudar en la prevención; fábricas recuperadas están produciendo alcohol en gel; la militancia del sector está realizando una tarea de promoción y concientización, casa por casa, en los barrios populares, y comercializadoras están ofreciendo productos básicos de origen cooperativo a precio justo y accesible.
Al mismo tiempo, cooperativas de trabajo llevan a cabo tareas de desinfección, limpieza y saneamiento de arroyos porque el coronavirus no es el único desafío que tenemos, también está el dengue. De esta manera uno de los sectores más golpeados por la cultura del descarte capitalista, aporta soluciones para enfrentar la pandemia, da ejemplos de organización comunitaria y se hace presente en los barrios populares que serán los más castigados en este proceso. No hay lugar para especulaciones, como ya lo dijo el Presidente, y sin dudas, en este contexto en el que tenemos que estar unidas y unidos, sí sobra lugar para trabajar de manera mancomunada para salir adelante.
* Subsecretario de Economía Popular
Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires
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