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Se reencontró con alguien, Lucas Alario, en este 2020. Porque Exequiel Palacios fue fichado por su club, el Bayer Leverkusen, en diciembre de 2019 (a River le quedaron 13,5 millones de euros -los cobrará en dos cuotas- de una operación que, en bruto, alcanzó los u$s 24.000.000. El volante ofensivo todavía era un purrete cuando el Pipa fue campeón de América en 2015, aunque posteriormente convivieron dentro del plantel de River hasta 2017, año en el que el ariete fue transferido al exterior.
-¿Cómo está viviendo Palacios su primer semestre en Alemania?
-Uh, a Pala no lo veo desde hace bastante porque no está yendo al club… Él está guardado y tampoco queremos correr el riesgo de juntarnos, por las dudas. Pero está muy bien, la verdad es que se está adaptando bien. Tanto yo, como el resto de los sudamericanos del equipo, tratamos de ayudarlo para que se sienta cómodo. Porque es difícil, eh… Venir acá es difícil. Me tocó sentirlo hace unos años y trato de que para él, el cambio no sea tan chocante.
-Entonces podemos decir que sos su guía.
-Y sí, ja, ja. En todo sentido. Lo ayudo a pedir las cosas, le doy consejos sobre lo que les gusta acá y lo que pretenden… Un poco para que él pueda caerle bien al grupo, a la gente.
-¿Y sos también su profe de alemán? ¿Ya le estuviste dando algunas clases a Exequiel?
-¡Nooo! Profesor, no. Según Pala ya soy un alemán, pero nada que ver. Es muy difícil. Yo tampoco me dediqué a estudiar bien el idioma: lo hice durante ocho meses nada más, aunque aprendí mucho más en el día a día en el club, de escuchar a mis compañeros que me enseñan. Poco a poco me fueron quedando algunas cosa. El alemán es jodido porque es un idioma que en nuestro país no escuchamos nunca. Pero con el tiempo, todo se aprende.
-Hacés hincapié en el lenguaje, pero también es brava la adaptación al estilo alemán. ¿Al Tucu también le está costando adaptarse al juego?
-Un poco sí, pero es normal. Pala es corredor, siempre fue de correr mucho, pero el cambio que más se nota acá es el de la velocidad del juego. Se trata de controlar rápido y jugar a uno o dos toques. Acá se traslada menos la pelota. Se trabaja mucho para ganar tiempo en la recepción y en estar perfilado para rematar enseguida: son esos segundos clave que se ganan adentro del área. Muchas veces un buen control es más veloz que una gambeta de un jugador rápido. Todo eso se trabaja y se aprende.
Alario y Palacios son, además, compañeros en la Selección, donde ambos están intentando ganarse un lugar. El Pipa quedó ciertamente preocupado luego de la luxación de hombro que sufrió en marzo. Y “en lo primero que pensé fue en se venía la fecha de Eliminatorias”. Una que posteriormente fue suspendido por la pandemia de Covid-19. Ya vendrán otros tiempos en los que podrán viajar juntos nuevamente al país para representar la otra camiseta que los une. La de la Argentina.
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