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– ¡Que alguien lo pare! Párenlo! ¡Mátenlo!
Desde el arco, el grito de Alberto Fernández sonó desencajado y despertó risas. Fue su reacción a la apilada de jugadores de Martín Guzmán, el ministro de Economía que en el fútbol de Olivos se reveló como un jugador habilidoso.
Mejor destreza deberá mostrar Guzmán, apuesta Fernández, en su metier como negociador de la deuda que el gobierno pretende coronar con una oferta en febrero próximo.
– No, no lo maten que lo necesito para negociar la deuda pero lo pueden quebrar.
La segunda indicación llegó tarde: Guzmán se perfiló y pateó, la pelota hizo una comba, Fernández pensó que se iba afuera y la acompañó con la mirada. Entró al ángulo: 1 a 0 para el equipo de los ministros contra el del presidente.
Guzmán, platense e hincha de Gimnasia, fan de Diego Maradona -cuando visitó Casa Rosada apareció con varias camisetas para que El Diez de las firme- equilibró fuerzas en el duelo futbolero para potenciar el equipo de ministros donde hasta el viernes, solo se destacaba Maca Sánchez, y el modesto despliegue de Wado De Pedro.
El chiste de Fernández en medio del partido, que terminó 4 a 4 con tres goles de Santiago Cafiero, tiene un reflejo político: el protagonismo que el presidente le da a Guzmán, en una negociación clave para el destino de su gobierno.
En Olivos, el último viernes, en el post partido, el tema estuvo presente. «Lesionado igual me sirve para negociar» bromeó Fernández durante cena en la que sentó a Guzmán a su derecha. Estuvieron secreteando rato largo sobre el tema.
El presidente quiere su ministro eleve pronto una propuesta sobre quita y plazos. Fernández, afirman a Clarín desde su entorno, se muestra confiado y en su calendario personal prevé que en febrero habrá una oferta sobre la deuda.
La primera mesa formal será con el Fondo Monetario Internacional (FMI); luego será la paritaria con los privados, que ya empezó a funcionar informalmente. «Los fondos de inversión negocian pero, al final, terminan pidiendo que haya un acuerdo previo con el FMI. Así que por ahí se empezará», anticipan desde el entorno presidencial.
El ministro de Economía no viajará al Foro Económico de Davos, según supo Clarín, que desarrolla a mediados de enero. Se enfocará en tener definida para principios de febrero la oferta de renegociación con un horizonte crítico en marzo: a lo largo de ese mes, hay cuantiosos vencimientos de deuda, algunos con ley Nueva York, otro con jurisdicción europea y otro tramo en Japón.
El interrogante es cómo actuarán EEUU y Donald Trump en ese proceso a partir de la influencia que tiene sobre el FMI, lo que se registra en un antecedente cercano: la Casa Blanca fue la que patrocinó que el fondo continúe con los préstamos a Mauricio Macri hasta llegar a una estadística inusual de que el 60% del capital del organismo se haya otorgado a un solo país.
Fernández trasmite a los suyos que el proceso está encaminado. Juegan, claro, factores exógenos como la campaña electoral de Trump o los sacudones en Venezuela. Un sector del oficialismo entiende, con una lectura osada, que la tensión en Irán podría favorecer la situación argentina porque el eje de prioridades de la Casa Blanca volverá en Medio Oriente.
En Olivos, se analizó también un cable de la agencia Bloomberg que daba cuenta de un supuesto malestar de la Casa Blanca con Argentina por la postura respecto a Venezuela y Evo Morales. Fernández -que tiene contactos con el Departamento de Estado-, mandó a sondear si habían existido manifestaciones de funcionarios de Trump en esa línea.
Hubo una consulta reservada con Mauricio Claver Carona. El interlocutor fue un funcionario con despacho en Casa Rosada y la respuesta que elevó hacia presidencia fue que el asesor de Trump, que protagonizó un episodio el día de la jura de Fernández, no fue la usina de esa postura.
El dato final lo sugirió Guzmán: que la versión del malestar tendría su origen, según se conversó esa noche en Olivos, en un fondo de inversiones que apostó a enturbiar la negociación para que bajen los bonos argentinos y salir a comprar a precio más bajo.
«Estamos bien» agita Fernández como si fuese un DT.
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