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El gobierno nacional dará a conocer hoy un nuevo esquema de retenciones que significará una baja para las exportaciones de granos y de carnes, como una señal a los sectores agropecuarios que aliente la concreción de las ventas al exterior en los próximos 90 días. Las rebajas en las retenciones a la exportación de aceite de soja serían temporarias, es decir con vigencia por un período de 90 días, en tanto que las que beneficarían a las de carne vacuna tendrían carácter permanente, según trascendió ayer luego de las conversaciones entre funcionarios y representantes del sector privado.
Las medidas que el gobierno se dispone a anunciar en las próximas horas a favor de los exportadores busca generar una corriente de ingresos genuinos de dólares que alivie las tensiones sobre las reservas internacionales. Para ello, el gobierno resignaría tres puntos de las retenciones que hasta ahora recaen sobre las exportaciones de aceites de soja (pasarían del 33 al 30%), pero solamente con una vigencia de 90 días (hasta el 31 de diciembre próximo). Incluso, una de las alternativas posibles es que esa reducción de las retenciones, luego vaya recuperando su nivel actual escalonadamente (de una rebaja de tres puntos en octubre, llevándola a 30%, pasaría al 31% en noviembre, al 32% en diciembre para retornar al 33% a partir de enero). En ese esquema, las retenciones a la exportación del poroto de soja se mantendrían en su actual nivel del 33%, y las que se aplican a las exportaciones de harina de soja, en el actual 30% sin cambios.
Sobre este punto no hubo acuerdo con los sectores exportadores, que reclamaban una diferenciación permanente entre las retenciones a los productos elaborados (aceite y harina) y el poroto de soja que se exporta sin valor agregado industrial. Además, sostienen que una reducción permanente de las retenciones hubiera mejorado las perspectivas del productor al momento de la siembra alentando una mayor producción. No obstante, no cuestionarían la respuesta oficial, aunque la consideren parcial.
El gobierno, en cambio, privilegia un esquema de reducción temporal de las retenciones para inducir el anticipo de la venta de la producción actualmente almacenada. Algunas estimaciones privadas señalan que el beneficio para el productor por esta baja parcial de las retenciones sería de 7 dólares por tonelada en octubre, lo cual sería suficiente razón para despachar el grano acopiado al mercado.
La soja embolsada
Los cálculos de la magnitud de la producción almacenada en acopio varían entre 17,5 y 23 millones de toneladas, según la fuente. Un volumen que representaría un valor de exportación demorado de 6800 a 7200 millones de dólares. Y no sólo los ingresos por exportaciones están siendo afectados por este inusual volumen de granos de soja que siguen embolsados: la industria aceitera y molinera ademite que trabaja actualmente con un 50% de capacidad ociosa por falta de materia prima.
En el caso de la carne vacuna, la baja en las retenciones a la exportación que se anunciaría en las próximas horas la llevaría del actual 9 al 5%, con caracter permanente, buscando alentar las ventas al exterior que vienen recuperando mercados a ritmo sostenido.
No son las únicas medidas que ya estarían decididas. Hay expectativas de que, junto a este lanzamiento, se anuncie el inicio de la devolución de las retenciones de la última cosecha a pequeños y medianos productores de soja. Devolución que se anunció a principios de año pero que aún está pendiente de efectivización para quienes ya despacharon la producción al mercado.
Por otra parte, esta podría ser la oportunidad para que el Ministerio de Agricultura ponga en escena un instrumento financiero que viene alentando desde antes de la pandemia, consistente en una suerte de bono en pesos pero ajustable por el valor producto o por el dólar, que le resulte más atractivo y redituable al productor que la retención del grano en silobolsas o en centros de acopio, sin vender.
También se especuló, en las últimas horas, con el cambio en el régimen de liquidación de exportaciones para empresas mineras y petroleras, permitiéndole un porcentaje de libre disponibilidad sobre el valor exportado. Pero estas medidas son resorte del Banco Central y, eventualmente, serían definidas durante la reunión del Comité de Política Monetaria prevista para esta tarde.
Expectativas oficiales
Con este conjunto de medidas, el gobierno confía en desalentar las expectativas devaluatorias, recuperar reservas por vía del aumento de la liquidación de exportaciones y pasar a trabajar en otros proyectos comunes con el sector agroindustrial. De hecho, se especulaba anoche con una convocatoria para este viernes con las autoridades nacionales para lanzar una suerte de plan de mediano plazo para el sector.
Estos planteos dividen aguas en el sector agroexportador. Por un lado, están los sectores dispuestos a acompañar al gobierno en este armado, en especial si éste toma como propio e impulsa el programa presentado por el Consejo Agroindustrial a las autoridades nacionales. Saben que, para su implementación, previamente el gobierno debe conseguir «cierta calma y estabilidad en los mercados». Es decir, salir del actual clima de tensiones cambiarias. Pero hay otros grupos de poder dentro de ese mismo frente agroexportador, que mantienen una división tajante de aguas con el gobierno y preferirían seguir la pulseada por lograr una megadevaluación. Se trata de alguna (o algunas) de las entidades rurales que integran la Mesa de Enlace.
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