Benditos los que no salen en los diarios

Qué hace Messi, qué habla Messi, qué calla Messi; qué hace Anto, la mujer de Messi, qué hace Thiago, qué hace Mateo, qué hace Ciro, qué hace Hulk, el hermoso y simpático Dogo de Burdeos de la familia Messi. O las increíbles vacaciones de CR7 en un lujoso yate por las islas mediterráneas. O los cruces Wanda vs. Maxi.

Estos son algunos de los temas que suelen captar la atención de los medios, y, sobre todo, captar la atención de ustedes, lectores y lectoras (muchas de estas noticias son, por escándalo, las más consumidas, las que ocupan los primeros puestos del ranking entre las más leídas de las webs).

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Estos días excepcionales tienen algunas cosas -muy pocas cosas- saludables. Hoy, en la tapa de Olé se ven caras -sacando a Paula Pareto- de las que casi nunca se ven: ilustres desconocidos y desconocidas. Personas “normales”. Esa gente que hace la cola de los bancos, a la que nadie le pide una selfie, que no llega a fin de mes, que no sabe si ir al súper por el miedo de contagiarse el virus o por el miedo de sufrir un infarto al ver los precios.

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Hoy, los que generan nuestra atención, pero principalmente nuestro aplauso, son tipos que no ganan millones, que no tienen millones de seguidores, que son tan iguales a otros tantos millones. Por ejemplo, Ezequiel Lillo, capitán de River de hockey sobre césped, que labura de cardiólogo en el Hospital Italiano. O Lorena Benítez, futbolista de Boca que reparte frutas y verduras en comedores. O Juan Pablo Ghiglione, arquero de Ballester, que trabaja de maquinista en el ramal Mitre. O Darío Carpintero, suplente en Saca (mirá qué fracaso, suplente en Sacachispas), que cada noche sale a recolectar los residuos en el camión por Liniers y Mataderos.

Si algo tiene esta pandemia, algo bueno, es que entre tanta mierda, nos hace mirar, aunque sea por un día, a los que generalmente no miramos. A los últimos y las últimas de la fila. Hoy son ellos y ellas (quienes están en la caja del súper, en la verdulería, en la carnicería, en los hospitales, recogiendo mi basura) quienes merecen nuestra atención. Algunos lo hacen por vocación. Otros, por necesidad. Pero salen. Se arriesgan. Con miedo. Miedo por ellos y por sus familias. Ahí están. Este aplauso (esta tapa de Olé del 9 de abril) es para ustedes. Ya mañana, cuando esta pesadilla acabe, todo volverá a la normalidad…