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Desde Londres
El convaleciente Boris Johnson es el gran responsable de que el Reino Unido esté por convertirse en el país europeo con mas casos de coronavirus. En los meses clave de enero y febrero el primer ministro no asistió a cinco reuniones de emergencia del Comité Cobra, ignoró numerosas señales de científicos y no preparó al Servicio Nacional de Salud (NHS) para la crisis que se venía. En marzo se aferró a la fatídica teoría de la «Herd Inmunity» (Inmunidad de Manada) cuando la Organización Mundial de la Salud ya había declarado la pandemia.
La investigación publicada por el The Sunday Times del magnate australiano Ruppert Murdoch, es un catálogo de los errores gubernamentales que colocan al Reino Unido entre los cuatro países más castigados de Europa con más de 16 mil muertos y más de 120 mil infectados. Los británicos serían líderes de esta siniestra tabla si se incluyen los más de 7 mil fallecidos en residencias de ancianos que el gobierno barre bajo la alfombra por ignorancia o incompetencia.
El artículo revela que en los dos primeros meses del año, mientras Boris Johnson estaba de vacaciones, reemplazaba a cinco ministros o anunciaba un promisorio futuro gracias al Brexit, las reuniones del comité de emergencia Cobra – que incluye ministros, jefes de inteligencia y generales – eran presididas por otros ministros de su gabinete. “No se puede decir que estamos en guerra si el primer ministro no está. Y la realidad es que Boris no presidió ninguna de las reuniones. No trabajaba los fines de semana. Disfrutaba mucho de su casa de campo”, le señaló al dominical un importante asesor del gobierno a condición de mantener el anonimato.
La primera reunión a la que no asistió Johnson fue el 24 de enero cuando seis países además de China habían detectado casos de contagio. El encargado de presidir la reunión de Cobra fue el Ministro de Salud, Matthew Hancock, quien a la salida aseguró que el riesgo de contagio en el Reino Unido era “muy bajo”.
En las cuatro reuniones siguientes el gobierno apenas cambió su evaluación elevándola a riesgo “moderado” a pesar de que a fines de febrero ya había 13 casos en el Reino Unido, más de 80 mil a nivel mundial y unas 50 mil personas en cuarentena en el Norte de Italia, primera zona europea en adoptar la medida. Estos errores garrafales produjeron un efecto en cadena. El gobierno británico no renovó su stock de Equipo de Protección Médica (PPE) para epidemias que había quedado obsoleto luego de 10 años de austeridad conservadora y envió a China 266 mil productos de emergencia, entre ellos delantales médicos, que ahora están faltando.
Las cosas no mejoraron cuando a fines de febrero Johnson se puso a la cabeza de las reuniones de Cobra. En las semanas siguientes el gobierno se aferraría a la desastrosa “Inmunidad de Manada” como política oficial frente a la pandemia. La premisa de esta teoría es que la gran mayoría de la población solo sufriría una versión suave o incluso asintomática del virus con lo que generaría una inmunidad colectiva.
El gran problema de esta teoría era el 15% que no pertenecía a esa franja poblacional, fuera por edad o condición médica. A mediados de marzo un estudio del Imperial College obligó al gobierno de Johnson a comenzar un penoso giro de 180 grados luego de que proyectara que la Imunidad de Manada podía dejar hasta medio millón de muertos.
Es largo el catálogo de negligencia, incompetencia o indiferente dogmatismo. El viernes el matutino “The Guardian” reveló que el personal de salud británico tendría que volver a usar sus delantales o trabajar sin ellos debido a que no había suficientes en los hospitales. Y no es por falta de producción británica.
Según el «The Sunday Times», el Reino Unido tiene unas 500 compañías en la «British Health Care Trades Association» (BHTA) que desde principios de febrero se puso en contacto con el gobierno para ofrecerle los productos clave para una pandemia, desde mascarillas hasta delantales. Recién el 1 de abril, nueve días después de declarada la cuarentena, recibieron una respuesta positiva. “En todo este período una parte de la producción se terminó vendiendo a otros lugares”, señaló al dominical el Doctor Simon Festing, CEO de BHTA.
Con el primer ministro convaleciente en Chevening, residencia de campo de los mandatarios británicos, la caótica respuesta a las revelaciones del «The Sunday Times» corrió por cuenta de Michael Gove, ministro de Gabinete. En un programa televisivo matutino de Sky (también del magnate Murdoch), Gove se negó a confirmar o desmentir la ausencia de Johnson en las cinco reuniones de Cobra. Un poco más tarde, con la BBC, lo admitió. “La mayoría de esas reuniones no está presidida por el primer ministro sino por el ministro a cargo del área que luego le tiene que informar. No se puede tomar un hecho aislado, sacarlo de contexto y armar una narrativa al estilo de “J’accuse””, dijo Gove.
En casos de crisis, sin embargo, los mandatarios suelen presidir estas reuniones. La pandemia tomó vuelo en esas semanas en que Johnson apenas estuvo visible, algo que llevó a la oposición laborista a acusarlo de ser un primer ministro “Part-Time”, suerte de Mauricio Macri británico, luego de que el 13 de febrero se tomara dos semanas de vacaciones en Chevening con su novia, Carrie Symmonds.
El sábado el colega Sergio Kiernan detalló en este diario la negligencia entre deliberada y criminal de Donald Trump respecto a la política de salud estadounidense y el coronavirus. Johnson, parecido a Trump física y políticamente, cultiva un perfil más sofisticado, al estilo de la clase alta británica, educada en Eton, Cambridge o Oxford. En esencia es bastante parecido. En tipología argentina sería un “chanta” en su versión más peligrosa al estilo «Nueve Reinas», capaz de conducir a otros al precipicio, aunque eso sí, con “charm” y tonada de Oxford.
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