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Desde Brasilia
En tiempos del emperador (solitario). Valiéndose de un altoparlante una mujer convidó en la mañana de hoy a los vecinos del sur de Brasilia – barrios de clase media y alta – a sumarse a la caravana en defensa de Jair Bolsonaro, por la «bendición de Cristo» y contra la cuarentena. «Todos al trabajo» arengó a bordo de uno de los cerca de diez vehículos integrantes del convoy que más tarde se sumaría a la protesta frente a las oficinas de la Gobernación de Brasilia, que al igual que las de San Pablo y Río de Janeiro decretó el aislamiento para contener el coronavirus.
En defensa de la cuarentena se han pronunciado desde Luiz Inácio Lula da Silva, la figura más prominente de la oposición, hasta buena parte del campo político conservador , junto a miembros del gobierno como el titular de Salud, Luiz Henrique Mandetta, respaldado por el ascendente jefe de gabinete Walter Souza Braga Netto, un general más subordinado a la comandancia del Ejército que al mandatario. También los medios dominantes. entre ellos el otrora bolsonarista diario O Globo, que en la portada de hoy publicó sólo noticias críticas al gobierno y un título sobre la novela En tiempos del Emperador, al parecer dedicado al jefe del Planalto.
A propósito, el confinamiento también fue recomendado en un informe del Centro de Estudios Estratégicos del Ejército, que probablemente tomó estado público luego de recibir la venia del jefe del arma, general Jorge Leal Pujol. Desde el 31 de marzo cuando los altos mandos militares conmemoraron el golpe de 1964 y la dictadura allí surgida, las declaraciones y especulaciones ( de diverso grado de tenor tóxico) indican que los generales ya no se cuadran ante el capitán-presidente,
Surgen señales de descomposición del régimen que autorizan especular sobre varios escenarios futuros que van desde el desplazamiento del mandatario para que su cargo sea ocupado pro el vicepresidente, general Hamilton Mourao, a la prolongación de status quo con un Bolsonaro espectral, sin autoridad sobre una parte o todo el gobierno. Tampoco se descarta como salida un autogolpe: la semana pasada un periodista le preguntó si pensaba en esa opción y le jefe del Ejecutivo no la descartó.
En todo caso mientras la pandemia avanza llegando a 486 muertos y 11.130 infectados, Bolsonaro se recuesta en sus hasta ahora leales «milicianos» paramilitares y los pastores.
Hoy recibió al comisario Alberto Fraga, exdiputado que comandó la «Bancada de la Bala», integrada por policías y presuntos «milicianos» paramilitares, tras lo cual oró junto a varios evangélicos que pidieron que el señor lo proteja de «Satanás».
El grupo de militantes bolsonaristas movilizado por la mañana en Brasilia para repudiar la cuarentena y otras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud reflejó la cada vez más baja capacidad de convocatoria del extremismo que también convocó al ayuno. El viernes una pastora saludó al mandatario en el Palacio de Alvorado bramando «aleluya, aleluya, China es el virus, presidente no hable con los chinos».
Cuidado, esa falta de movilización no debe confundirse con la desaparición del apoyo al gobierno. La encuestadora Datafolha registró que el 59 por ciento rechaza la renuncia del mandatario, una noticia seguramente bien recibida por el círculo directo del presidente formado por sus hijos y algunos ministros, todos seguididores el astrólogo Olavo de Carvalho, profesor de filosofía a distancia, que acaba de exigir la renuncia del conservador ministro de Salud Mandetta por considerarlo aliado a los «comunistas».
Golpes continuados
Si Bolsonaro llegó al gobierno fue como consecuencia de la degradación democrática resultante del golpe perpetrado contra Dilma Rousseff en 2016 y una serie de asonadas menos publicidadas.
Para sabotear las elecciones de 2018 hubo una seria de microgolpes contra Lula como la condena firmada por el exjuez Sergio Moro y el fallo de la Corte impidiendo un hábeas corpus, sentencia ocurrida luego de que los jueces fueron amenazados por entonces jefe del ejército, general Eduardo Villas Boas.
Con frecuencia se clasifica a la deposición de Dilma como un golpe «blando», jurídico, parlamentario y mediático, soslayando el lado «duro», que fue dado por aval surgido en los cuarteles.
En la actual coyuntura se habla de un golpe «blanco» perpetrado contra Bolsonaro y otro más explícito que podría ocurrir, o no. Se trata de otra afirmación sujeta a correcciones: si finalmente sucede un sorpasso militar este será para quitar del medio a una figura disfuncional y, sobre todo, garantizar la estabilidad del régimen para el cual la amenaza mayor es el retorno de Lula o el PT.
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