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Coronavirus en Argentina: Axel Kicillof apura la ayuda por el temor a un estallido antes del pico de la pandemia

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Axel Kicillof hace equilibrio entre el tiempo que la cuarentena le da en el plano sanitario y las tensiones sociales que la medida ya genera en territorio bonaerense.

Al igual que en Nación, la Provincia espera el pico de contagios de coronavirus para mayo.

Con ese horizonte, el mandatario exprime el tiempo para conseguir la mayor cantidad de camas y respiradores -los dos puntos que más le preocupan- y pide resguardar a parte del personal médico y policial para cuando ese momento llegue.

En el mientras tanto, refuerza la entrega de alimentos para intentar contener los efectos económicos de la cuarentena y el fantasma de los desbordes sociales que ya preocupan a los intendentes.

«El primer punto es ralentizar el ritmo de contagio, aplanar la curva y ganar tiempo; la clave para conseguir mayor equipamiento y recursos sanitarios. El segundo es la situación social. Por eso el Gobierno nacional y nosotros estamos aplicando múltiples medidas para el sostenimiento alimentario. El tercer tema es evitar los desbordes sociales que pueden suceder en estas condiciones. Y para eso, más allá de la seguridad, hay que asegurar lo anterior: la salud y la comida», detalla a Clarín, el jefe de gabinete de Provincia, Carlos Bianco.

El 70 % de los casos de coronavirus se concentran entre la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Pero de los 3 millones de porteños, dos tercios acude a servicios de medicina privada. En territorio bonaerense, en cambio, estiman que «cómo mínimo» 7 millones recurren al sistema de salud pública.

A Kicillof le preocupa que entre los 77 hospitales provinciales hay 1300 camas de internación, que se deben compartir con los demás casos de enfermedades ya existentes.»Sólo unas 300 podrían estar disponibles para la pandemia», señaló días atrás.

La tarea de conseguir más lo tiene abocado en persona. La última semana recorrió hospitales de Ensenada y Mercedes, donde sumaron cientos de camas de internación.

El viernes firmó un convenio con el líder de Camioneros, Hugo Moyano, para disponer del sanatorio Antártida- construido hace una década por ese sindicato en pleno Caballito- solo para atender casos bonaerenses.

La movida tuvo el aval del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien ayudó con la habilitación municipal, frenada hace años. Ahí van a sumar 330 camas. «Es encontrar agua en el desierto», celebró Kicillof.

Para camas de aislamiento seguirán sumando espacios públicos. Además de la República de los Niños -donde se dispusieron 400 camas- utilizarán el predio de Tecnópolis, clubes e iglesias. Quieren llegar a 15 mil camas en el área metropolitana. 

En paralelo, como anunció el ministro de Salud, Ginés González García, van a adelantar la entrega de vacunas antigripales. Pero como la idea es que la gente no vaya a centros sanitarios, analizan empezar a aplicarlas en las escuelas que están vacías.

El reordenamiento de recursos es otra clave. En el gobierno de Kicillof prevén que la cuarentena se extenderá y quieren preservar a los médicos para cuando crezcan los contagios porque saben que en el camino algunos se infectarán y otros llegarán agotados.

«Como en las guerras, algunos salen a la batalla y otros se preservan para cuando esos no puedan más», afirman.

Lo mismo plantean para los policías. Hay 90 mil agentes de la bonaerense en total, pero entre 15 mil y 18 mil están en la calle a diario ocupados, en su mayoría, de controlar que se cumpla la cuarentena. Aunque en algunos asentamientos, la vulnerabilidad lo impide.

«Hay barrios donde las familias están hacinadas. Prácticamente viven en la calle y entran a sus casas solo para dormir. Es inevitable. En esos casos buscamos que no se extienda la circulación hacia afuera», reconocen en el Ejecutivo.

De todas maneras, están conformes con el nivel de acatamiento de la cuarentena. «Hay un 10 % del tránsito habitual. Y salvo algunos irresponsables, los que circulan son los exceptuados», afirman.

Hasta el momento hubo incidentes en Ituzaingó -donde personas apedrearon a policías- y en Merlo donde un grupo intentó robar un supermercado chino.

«Fueron escaramuzas, vandalismo. No hay un clima generalizado para saqueos», sostienen.

Igualmente, la crisis social es el factor que más le preocupa a Kicillof en el corto plazo. «Cuando se para la economía hay tensión en los barrios. Si no hay ingresos fijos, el que vive al día puede tirar 3 o 4 días, no mucho más…», reconocen en su entorno.

Además de los planes de Nación y las tareas de los municipios, están reforzando la inversión provincial. Por ejemplo, los montos destinados a bolsones que corresponden al sistema escolar -que abastece a 1 millón 700 mil chicos- los multiplicaron. De $1400 millones Kicillof pasó a destinar 2500 millones de pesos.

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