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La Iglesia se sumó a cámaras empresariales, asociaciones de pymes y al propio Gobierno en el cuestionamiento a los bancos por considerar que las medidas de auxilio a las empresas promovidas desde el Estado ante el agravamiento de la situación económica por la implantación de la cuarentena “choca, en muchos casos, con las trabas de la burocracia del sistema bancario y financiero que no sigue el mismo ritmo.
La crítica provino del presidente de la Pastoral Social, el obispo Jorge Lugones, a través de un comunicado en el que destaca la importancia de diálogo multisectorial porque “solo con la participación de todos los sectores podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que, como dice el Papa Francisco, todos estamos en la misma barca”. Y advirtió que “sin una visión de conjunto nadie tendrá salida”.
El ministro de la Producción, Matías Kulfas, luego de que el Estado estableció un fondo de garantía para las empresas, se había quejado porque la implementación de la ayuda crediticia de los bancos era “muy lenta” y solicitado a las entidades financieras un “mayor compromiso” ante la profundización de la crisis derivadas de las restricciones impuestas para frenar la expansión del coronavirus.
Lugones dijo, en su comunicado, que se transita “un tiempo que nos obliga a buscar nuevas formas de encuentro y solidaridad en medio de las dificultades. Que nos iguala en el dolor, pero que nos compromete con la ayuda a los desiguales en términos de la salud, la alimentación, el riesgo humano y también la supervivencia en relación al trabajo y a la producción”.
“Es un momento –añade- en el que, como decíamos al inicio de la Semana Santa, la emergencia sanitaria vino a sumarse a la delicada situación de emergencia alimentaria y social que tantas hermanas y hermanos de nuestra patria vienen atravesando. Emergencia que no puede separarse de la profunda crisis económica que venía afectando a nuestros hermanos sin pan y sin trabajo; una crisis que afecta a todas las partes involucradas y que nos interpela para poder encontrar caminos de salida”.
Señala que “las grandes empresas e industrias, especialmente aquellas que debieron parar sus actividades en forma total por la pandemia, están tratando por todos los medios de preservar las estructuras de trabajo. Son ellas quienes tienen que seguir sosteniendo una ética de la solidaridad que se anteponga a la lógica de las ganancias o la especulación”.
Destaca que “las empresas pequeñas y medianas, por su parte, intentan con muchísima dificultad, encontrar caminos que les permitan mantener mínimos de producción y preservar empleos. Ellas están en la primera línea de fuego de la subsistencia”.
“Desde el Estado se ha asumido también este desafío; se proponen y se intentan medidas de auxilio, aunque sabemos que la implementación choca, en muchos casos, con las trabas de la burocracia del sistema bancario y financiero que no sigue el mismo ritmo”, afirma.
Subraya que “los sindicatos están poniendo su mayor esfuerzo, tanto desde la defensa de las fuentes de trabajo, como igualmente comprometiendo sus recursos de infraestructura y obras sociales”.
En tanto que dice que “los movimientos populares tratan de sostener la demanda creciente de asistencia alimentaria y social por la enorme cantidad de hermanos que han perdido sus únicas fuentes de ingreso ante los emprendimientos que han debido cesar por la pandemia”.
Llama a ”mantener la unidad dentro de los espacios de diálogo, tales como el de la Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna, entendiendo que estamos en una coyuntura donde la creatividad de todos debe poder ayudarnos recíprocamente.
“Será sólo con la participación de todos los sectores –afirma-, como podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que -como dice el Papa Francisco- “estamos todos en la misma barca” y sólo saldremos juntos.
Tras señalar que “ya se habla de una lenta y ardua recuperación de la pandemia”, pide tener cuidado para que, como dijo el Papa Francisco, no nos azote otro virus, que es el del egoísmo indiferente, el que hace que pensemos que la vida mejorará si nos va bien a cada uno de nosotros, descartando a “los pobres e inmolando en el altar del progreso al que se queda atrás.
Finalmente, asevera que “esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos”, y recomienda que “aprovechemos esta situación como una oportunidad para preparar el mañana de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro”.
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