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Jerónimo Morales Neumann es de esos jugadores que tomó la decisión de colgar los botines bastante joven: a los 31 años. El delantero debutó haciendo un gol en el River de Passarella en abril de 2006, en un 3-3 ante el Lobo, en un equipo en el que jugaban el Pipita Higuaín, JP Carrizo, Rubens Sambueza, Nico Domingo, Augusto Fernández. Luego, se fue rápido al Emelec y pasó por San Lorenzo, Instituto (donde anduvo bien), el fútbol australiano, Tigre y se retiró en 2016 en Independiente Rivadavia. Cuenta que su cabeza hizo un click y decidió largar todo. “No me costó dejar: yo pasé de disfrutarlo a padecerlo. Y por el momento no me interesa volver a estar ligado al fútbol”.
El día de su debut, con gol incluido, ante Gimnasia.
-¿Y cómo es tu vida hoy, a los 33 años?
-Por ahora muy tranquila. Me estoy dedicando a disfrutar de mi familia y de Mendoza. En los ratos libres me junto a comer con amigos o me voy al campo y hago un poco de cetrería.
-¿Cómo se pasa de futbolista a entrenar halcones? ¿Vivís de esto?
-No, no, lo hago por hobby, me gusta mucho. De chiquito siempre me llamaron los animales y por razones del fútbol que te vas moviendo todo el tiempo no podía dedicarme y cuando me retiré me metí en ese mundo.
-¿Y cuántos halcones tenés?
-En total son tres. Uno peregrino, que ése es el animal más rápido del mundo. Después las águilas gavilán, ésos están en todos lados; plazas, centro y el campo.
-Te hiciste un experto del tema…
-Algo sí, pero no soy entrenador oficial. Sí puedo ir y sacarlos a volar.
-¿Y en qué consta eso?
-Lo soltás, el peregrino normalmente vuela en círculos y, cuando pasa una presa, baja. Ellos tienen un GPS puesto, que está conectado con un iPad, pero al hacerse de noche no lo podés buscar porque ya se quedan en los árboles o se asustan.
Ahora vive en Mendoza y es entrenador oficial de halcones.
-¿Se te escapó alguno?
-Sí, porque a veces se pelean. Son animales muy territoriales y si vas a un campo donde ya hay, se pueden pelear. Una vez me pasó que me agarró un viento muy fuerte y me llevó al halcón 40 kilómetros, lo tuvimos que ir a buscar al otro día.
-¿Extrañás el mundo del fútbol?
-No. Arranqué de muy chiquito: a los 13 dejé mi casa. Me retiré joven porque tuve problemas. Una hermana falleció cuando tenía 30 años y ahí ya decidí no jugar más. Me dediqué a disfrutar de mi familia.
Con sus halcones en el Malvinas Argentinas de Mendoza.
-¿Te hizo un click la cabeza?
-Obvio. El fútbol es muy mental. Tenés que estar muy fuerte, hay casos de jugadores que llegan a los 40 y no es sólo porque son profesionales, sino porque están muy bien de la cabeza. En ese momento a mi hermana le había agarrado cáncer por tercera vez en su vida y se le hizo metástasis. Cuando falleció ya no tuve ningún incentivo para seguir jugando, necesitaba estar cerca de mi familia.
-¿Te cambió mucho la vida?
-Al 100%. De un día para el otro no jugué nunca más y no me arrepiento. Nunca quise volver porque no me nace. No estaba disfrutando, después de lo de mi hermana padecía al deporte, el fútbol era como una carga.
-¿Lo seguís a River?
–Sí, y la verdad que me pone muy contento porque con Gallardo fuimos compañeros y él siempre se portó muy bien conmigo. Es más, en el partido que me toca debutar, Marce me regaló un par de botines. Imaginate, vivía en la pensión, no tenía un peso y los que yo tenía estaban todos rotos, hasta agujeros en la planta del pie.
-Un gran compañero…
-Sin dudas, era un buen líder. Cada mes me regalaba una mochila con tres pares de botines, imaginate lo que era para mí, que si tenía un par lo tenía que hacer durar un año entero. Un tipazo con todas las letras.
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