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Toda gira presidencial alberga en sus puertos de desembarco un «elenco» de políticos, diplomáticos y empresarios, que orbitan alrededor de la figura del jefe de Estado. A veces sólo llevan a su equipo. Y en París, último destino que Alberto Fernández visita en su gira por Europa, no hay quién no pregunte dónde está el chileno Marco Enríquez Ominami, el primer «canciller en las sombras» del Presidente.
Efectivamente, si alguna ausencia se nota en la capital francesa dentro del elenco argentino que sigue a Fernandez es la de MEO, tal el mote (por las siglas de su nombre) de quien fue tres veces candidato presidencial en Chile. De 46 años, Ominami estuvo muy cerca Fernández durante su campaña electoral y durante el tiempo en que fue presidente electo. E influyó fuertemente en su agenda internacional, cuando el líder del Frente de Todos inclinaba su balanza hacia la izquierda. Ahora, en este giro realista hacia el centro del presidente argentino, el dirigente chileno no aparece.
Alberto Fernández en Europa, con Marco Enriquez Ominami y Miguel Cuberos.
Fundador del Grupo de Puebla, Ominami acompañó -o gestionó gestionó- los primeros viajes de Fernández a Bolivia, Perú, España y México.
Pero ahora MEO cayó en «desgracia» y no apareció más en público con el Presidente, quien sin embargo sigue dándole lugar en la residencia de Olivos cuando el chileno visita el país. «Porque Alberto Fernández quiere y cuida a sus amigos», insisten siempre los hombres del Presidente. El padre de Marco, Miguel Enriquez, fue el cofundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, asesinado en 1974 en un tiroteo por durante el régimen militar de Augusto Pinochet. Su madre se volvió a casar con el respetado político socialista Carlos Ominami, de quien Marco adoptó su segundo apellido. Carlos Ominami y Fernández tejieron también una muy buena relación.
Pero la razón por la que Marco no se encuentra en la gira por París -tierra que conoce desde pequeño porque allí se exilió con su mamá de la dictadura chilena- es porque fue desplazado por todos los hombres del Presidente. Fernández tuvo, según el momento, distintos «cancilleres». Uno es el hoy ministro propiamente dicho, Felipe Solá, quien durante la cumbre del Grupo de Puebla que se hizo en Buenos Aires tuvo una discusión fuerte con MEO por la conclusión del documento, porque el chileno quería un texto más virado hacia la izquierda. El otro dirigente es Jorge Argüello, que ahora será embajador en Estados Unidos, y allí también pesa el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, que está buscando presidir el Banco Interamericano de Desarrollo.
Altas fuentes que frecuentan Olivos contaron a Clarín que se buscó por todos los medios alejar a Fernández de Ominami. Que molestó -afirman- cierta confusión de la actuación en política exterior del dirigente chileno con negocios privados expresados en su vínculo con Mariano Mussa, su máximo operador en el ámbito internacional, y quien trabaja a su vez con Cecilia Nicolini, hoy cercana a Ricardo Foster, del consejo de asesores presidencial.
Pero el mayor error atribuido a Enriquez Ominami -que ya incomodaba en Buenos Aires por sus pedidos de renuncia del presidente Sebastián Piñera- habría sido la entrevista de Fernández con Emmanuel Macron pensada inicialmente para diciembre pasado, luego caída y más tarde reprogramada. De habla fluida en francés e inglés, Enriquez Ominami siempre ostentó buenos vínculos con el Palacio del Eliseo. Sin embargo, esos vínculos no alcanzaron para destrabar el desorden de las varias cancillerías paralelas entre Buenos Aires y el exterior.
La formalidad del Eliseo no permitió más figuras ajenas al Gobierno argentino, aunque se sabe que los buenos oficios del dos veces embajador argentino en París, Archibaldo Lanús, ayudaron a destrabar finalmente y a rearmar la agenda entre los dos presidentes y eso se hizo por la vía tradicional, de cancillería a cancillería. Y así, Alberto Fernández, que se saludó además afablemente con Emmanuel Macron en Jerusalén, durante los homenajes a las víctimas del Holocausto, mantuvieron el miércoles su primer en encuentro formal en Francia. Lanús ha sido en este tiempo el candidato favorito de la ex presidenta Cristina Kirchner a ocupar la jefatura de la embajada argentina en París, que ha estado al mando del también diplomático de carrera Mario Veron Guerra, de origen radical. Sin embargo, cerca del presidente no lo quieren confirmar.
Con todo, en el entorno de Enriquez Ominami aclararon que la cita con Macron de diciembre no se cayó por él sino por “decisión de Cancillería”. Y dijeron también que no ven contradicción en su ejercicio privado con la política exterior.
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