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Hace un mes que está encerrado en su casa en Florencia. Solo. Fue el primer futbolista argentino con coronavirus. Ocupó su tiempo mirando “todas las series que hay en Internet”, haciendo un curso a distancia sobre dirección de empresas, entrenándose cuando se lo permitieron, con ganas de hablar pero sin ganas de equivocarse, extrañando a su mujer y a su familia que quedaron en Argentina, haciendo malabares para no preocuparlos, tragándose sus propios miedos, intentando surfear los noticieros. Desde esta semana está curado. Y elige hablar por primera vez en Olé para contar su experiencia y, sobre todo, para generar conciencia de la gravedad de lo que ocurre, por si alguno todavía no la tiene. Germán Pezzella y una experiencia de vida.
-¿Qué sentiste cuando te informaron que estabas, finalmente, curado?
-Fue un alivio, sí, pero el momento que estamos pasando no ayuda mucho para sentirme así. Desde que me dieron el positivo hasta que me volvieron a hacer los tests, que son dos, pasaron tres semanas. Yo me sentía bien, pero cuando no tenés la confirmación sigue siendo raro, porque no sabés hasta qué punto estás curado o no.
-¿Tuviste mucho miedo?
-Por suerte acá tenemos un cuerpo médico muy bueno, estuvimos rompiéndoles los huevos todo el tiempo, sacándonos las dudas, y ellos nos fueron guiando, pero un poco está ese cagazo, por decirlo de alguna manera, de pensar “¿mañana me despertaré sin poder respirar, estaré complicado o no?”. Uno nunca sabe qué puede pasar. Traté de tomármelo con calma para no transmitirle temor a la gente que quiero. Pero internamente uno cuando está en la cama o mirando el techo y empieza a pensar o lee noticias, dice ‘uh, y yo estoy con este virus, vamos a ver para dónde repercute, para qué lado te lleva…’. Y también tenés el miedo de que al ser deportista te quede alguna secuela en los pulmones... No sé: un montón de preguntas que uno se va haciendo.
-Fuiste el primer futbolista argentino en contagiarse. ¿No pensabas “por qué justo yo”?
-El otro día me ponían una medalla: primer futbolista argentino con coronavirus, ja. La puta madre. Pero realmente mi preocupación era por los que me quieren. En un momento le dije al médico del club: “¿Esto tiene que ser comunicado con nombre y apellido? Porque estoy solo, tengo a toda mi familia y mis amigos allá, y va a repercutir muy fuerte en Argentina”. Yo para cuidarlos a ellos. Porque a mi vieja la llamaron 700 personas y quizás gente que, no sé, suena feo decirlo… Pero hay gente que la llamaba como diciendo “se va a tocar el arpa el nene”. Y es duro para ellos, entonces quería frenarlo de alguna manera. Pero hoy es imposible con las noticias, las redes. Pero, sí, yo también decía… Justo ahora, mirá vos, por ahí si esperaba un par de días para el resultado llegaba segundo al menos, ja,ja. Pero bueno, llegué primero.
-También fuiste el primero en curarte.
-¡Sííí! Ése título lo quiero ver también, ja,ja.
-¿Cómo cambiaron tus estados de ánimo en estos días?
-Y, van cambiando. Lo que pasa es que es algo muy raro, porque no está todavía del todo claro el virus en sí, en cuanto a la manera de recuperarse, o qué pasa después, si te hacés inmune o no… Si vos te ponés a leer, algunos dicen una cosa, otros dicen otra. Acá en los últimos días hubo una disputa para ver si el barbijo servía realmente o no, por ejemplo. En Lombardía ya lo reparten obligatoriamente. Genera incertidumbre. Pero no me quedaba otra que esperar y ver qué pasaba.
-¿Se hizo más duro al estar solo?
-Es duro por un lado, pero por otro me tranquilizaba, porque ya hacía dos semanas que estaba solo y pensaba “bueno, en el momento en el que contraje el virus no pude pasárselo a nadie”, porque ya la situación venía moviéndose desde un rato antes acá. Entonces lo único que hacía era ir al club y volver a mi casa, no había nadie acá por suerte, no estaba mi mujer ni mi familia. En ese sentido me quedé tranquilo. Pero después no es fácil: llevo prácticamente un mes encerrado. Cumplí con la cuarentena obligatoria de no estar en contacto con nadie. Hoy acá lo único que podés hacer es ir al supermercado, pero gracias a Dios tenemos la suerte de que nos puedan enviar la comida a casa, entonces evito también ir porque son colas enormes de gente, esperas a la intemperie.
-¿Cómo fueron esos primeros días?
-Nosotros fuimos dos veces seguidas a Údine, que en ese momento era marcada como una de las zonas de riesgo. Fueron dos fines de semana seguidos: el primero nos volvimos sin jugar, el segundo jugamos, y un compañero arrancó con un poco de fiebre… Al otro día de jugar nos dicen que no vayamos a entrenarnos más y a mí me agarró un poco de fiebre a la tarde, estaba un poco débil. Al día siguiente lo mismo. Y bueno, le escribí al doctor. Me recomendó un paracetamol y después de eso estuve bien. Pero apenas me desperté me llamó el médico y me dijo “mirá, uno de tus compañeros dio positivo al virus, así que vamos al hospital a hacerte el test”. Fuimos con otro jugador que estaba en la misma y al día siguiente me dijeron que era positivo. Y a partir de ahí inicié esta famosa cuarentena de 15 días en la cual si alguien está con vos en tu casa tenés que estar encerrado en tu habitación, no podés tener contacto de ningún tipo. Como estaba solo, estaba encerrado pero usando toda la casa.
-¿Identificás un momento de contagio o es imposible?
-Haciendo un repaso, la única manera de habérmelo contagiado es en el club. Es lo más probable porque además de tres jugadores, había cinco personas más con el virus. La otra es en el supermercado, aunque intentaba tomar todos los recaudos.
-¿Creés que en Argentina se tomaron las medidas a tiempo?
-Sí, eso para mí es una tranquilidad, porque tengo a todos allá. Las medidas que tomó el Gobierno me parecen perfectas, pero después depende mucho de la gente. Algunos por ahí no toman real dimensión del peligro que conlleva esto y critican esas medidas, pero la realidad es que el país corrió con ventaja para intentar prevenir lo que pasa de este lado del mundo.
-¿Qué le dirías a esa gente que tal vez aún no dimensionó?
-Que nadie se salva solo. Pensar en el tema de la población de riesgo también es complicado: hay mucha gente de mi edad, gente joven, que dice “a mí no me va a pasar nada”, pero uno no puede saber para dónde va a repercutir el virus cuando te toca. Te doy un ejemplo: nosotros somos tres jugadores que dimos positivo y los tres tuvimos síntomas distintos. Uno de mis compañeros pasó toda una noche con 39 de fiebre que ya no se aguantaba ni él y ahí fue cuando se fue corriendo al hospital . Otro de los chicos estuvo dos días con 38, le bajaba, al otro día 38 de nuevo, le bajaba, y estaba un poco débil. Y a mí me repercutió de otra manera. Entonces el tema de la población de riesgo… Y no es que si sos joven tenés que estar tranquilo, porque podés transmitir un virus a otro y todos tenemos a alguien cercano que es mayor. Nosotros lo vivimos en primera persona: tres trabajadores de nuestro grupo estuvieron internados, con respiradores artificiales, la situación fue a mayores. No es que estaban en el hospital por las dudas: acá los hospitales están colapsados.
-Habrás recibido millones de mensajes y llamados. ¿No te volvías loco?
-Uf… Ya le había contado a mi familia el día anterior para que no se asustaran al ver la noticia. Y al otro día a la mañana cuando el club lo tuvo que hacer oficial me explotó el teléfono. Te juro que lo apagué. Porque la mayoría es gente que está lejos y se preocupa mucho y quizás a uno eso lo hace tambalear y de decir “la puta madre”…
-No querías que te contagiaran su propio miedo.
-¡Claro! Pero sí, me explotó el teléfono de mensajes, me han escrito un montón, casi todos mis compañeros de la Selección, el cuerpo técnico de la Selección, ex compañeros de River. Ya no sé ni cuántos mensajes me mandaron…
-¿Estuviste en contacto con los jugadores de River después de la decisión de no jugar?
-Sí, me acuerdo de haber hablado con el Chino Martínez Quarta después de la decisión de no presentarse. Y yo vi bien lo que hicieron. Acá se fue un poco el margen, se extendió un poco, porque la situación ya estaba complicada. Se tiró mucho de la soga, hasta llegar a un punto en el que terminamos muchos contagiados, y no está bueno. Y parar el fútbol es un gran mensaje para la gente, porque es lo que mueve la pasión de casi todo el país.Entonces ahí la gente dice “ah, pero si para el fútbol es porque realmente algo groso es”. Por eso la verdad es que respeto mucho la decisión. Lo hablaba con todos los compañeros ex River y estábamos de acuerdo.
-Además de la de los médicos del plantel, ¿recibiste ayuda psicológica?
-Sí, desde hace un tiempo que trabajo la parte de la psicología con Marcelo Roffé: él me ayudó, sobre todo a programarme los días, poner ciertas pautas para hacer cosas durante el día y mantener la cabeza enfocada: no me podía pasar de no hacer nada y quedarme en el sillón todo el día mirando la tele. Eso hubiera hecho que este proceso sea más difícil. Obviamente desde el club tenía llamados todos los días del presidente, el entrenador, el médico, el profe, mis compañeros… Siempre estaba en contacto con alguien.
-¿Le sacás algo positivo a todo eso?
-Fue difícil. Personalmente durante este tiempo me costaba hablar de esto por el mensaje que podía mandar. No quería pifiarla, no quería hablar porque tal vez alguno se lo tomaba a la ligera, como que al final es un virus más. Mi viejo o mi jermu cada vez que se levantaban me preguntaban “¿cómo estás hoy?”. Es un día a día en el que uno no sabe. He pasado por un millón de situaciones en todo este tiempo y a uno le cuesta tomar dimensión de las cosas. Por ejemplo, el día que me quedé afuera del Mundial estuve un mes devastado, no podía hacer nada. Y hoy cuando pasan estas cosas uno piensa distinto. Por suerte ya quedó atrás. Si me preguntás si me lo puedo volver a agarrar… No lo sé, porque no está claro. Pero algo bueno de todo esto tenés que sacar: imaginate tantas horas solo en tu casa, te da tiempo para pensar de la primera hasta la última cosa. Y cuando la pelota está en movimiento, no pensás. No hay que dejar que sea algo pasajero, porque ya entrás de nuevo en esa locura y se te olvidó.
-¿Extrañás la pelota en movimiento?
-Uf. El otro día estaba almorzando viendo la final de la Sudamericana 2014… Y cuando ves esas cosas la sangre te empieza a correr más rápido. Y te mandan videos y decís “pff, y yo acá solo en el otro lado del mundo…”. Esos minutos de flojera que uno tiene durante el día te matan. También tengo un grupo de WhatsApp con amigos que van todos siempre a la cancha de River y nos ponemos a hablar bastante, encima a veces me pinchan con algunas fotos o videos que les quedaron de algún partido, y yo les digo que no me los manden más porque es para matarse.
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