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Una de las consecuencias más importantes derivadas de la expansión del coronavirus es que puso en evidencia las desigualdades de derechos entre quienes trabajan en empleos
registrados y no registrados. También tuvo un impacto heterogéneo en las distintas regiones del país, y sectores de actividad. El Ministerio de Trabajo agregó una nueva dimensión al análisis: el impacto de la covid-19 en los sectores altamente feminizados.
«La pandemia pone de manifiesto las inequidades de género existentes, a la vez que las
profundiza. Las mujeres siguen estando más representadas que los varones en los trabajos
precarios, en el trabajo informal. La recreación, el turismo, la gastronomía, la hotelería, la
organización de eventos, las peluquerías, son actividades donde trabajan muchas mujeres y
estos sectores son probablemente los que más sufren las consecuencias del aislamiento.
En la Argentina estos serán los sectores que más tardarán en reanudar sus actividades», concluye el informe elaborado por la Comisión Tripartita para la Igualdad de Oportunidades (CTIO-Género) del Ministerio de Trabajo, un espacio de diálogo social y búsqueda de consensos, integrado por representantes de los sectores gubernamental, sindical y empresarial.
En primer lugar, las trabajadoras de la salud, y también las empleadas de casas particulares que realizan asistencia y actividades de cuidado de niños, adultos mayores y personas enfermas, así como quienes realizan trabajos voluntarios o docentes, en su mayoría mujeres, que atienden comedores escolares barriales o comunitarios, se han visto más expuestas al contagio y, en muchos casos, una extensión del horario laboral.
La cuarentena tuvo un gran impacto para las trabajadoras de casas particulares, teniendo en cuenta que su categoría más baja (tareas generales) fue señalada como actividad no esencial y solo estaban habilitadas aquellas categorizadas en tareas de cuidado a personas. En este sentido, ha habido suspensiones sin cobro de haberes, se han incumplido en numerosos casos los decretos que impiden los despidos, se han adelantado vacaciones. La alta informalidad (de alrededor del 70 por ciento) desprotege a las trabajadoras de todos los derechos relacionados con despidos, licencias, etc.
Incluso las que tienen un empleo registrado y cuentan con mayor estabilidad laboral sufrieron reducción de ingresos, ya sea por suspensiones, por haberse eliminado el presentismo, o las horas extras. Esta situación se ve reflejada en el sector del comercio minorista de indumentaria (muy feminizado) y en la industria textil.
El aislamiento social y preventivo implicó, especialmente para las
mujeres, una sobrecarga de trabajo por la superposición de la jornada laboral con las tareas
domésticas y de cuidado. Los bajos niveles de corresponsabilidad en las tareas domésticas derivaron en que,
independientemente del territorio o del tipo de actividad (esencial o no esencial), todas las
trabajadoras y mujeres empresarias se han visto afectadas por el aumento de la carga de
cuidado de niños, adultos mayores, personas con discapacidad o enfermedad y del trabajo
doméstico no remunerado en general.
Una encuesta realizada por UNICEF Argentina reveló que el 51 por ciento de las mujeres reconoce
una mayor sobrecarga de tareas de cuidado.
El informe destaca que las organizaciones sindicales están llevando adelante acciones para acompañar a las mujeres y sus familias en esta situación crítica. Medidas que van desde el reparto de alimentos, la definición de protocolos de seguridad para el regreso al trabajo, capacitaciones, acuerdos para evitar despidos, participación en comités de crisis, hasta la entrega de insumos de cuidado y seguridad.
Por otra parte, el propio Estado ha desplegado medidas de rescate al empleo articulando acciones con los Estados provinciales y municipales. «Continúa siendo un desafío el análisis de estos apoyos económicos con perspectiva de género para comprender cómo han impactado en el empleo de las mujeres», afirma el informe.
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