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Elizabeth Gómez Alcorta fue abogada de Milagro Sala, la dirigente kirchnerista detenida en Jujuy, y a la que el kirchnerismo cataloga como «presa política del régimen» del gobernador radical Gerardo Morales,
Esta letrada, que presidió además el MPP -Movimiento de Profesionales de los Pueblos, es ahora la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, una cartera creada por Alberto Ángel Fernández y que había prometido durante la campaña electoral.
Por eso, que ahora esta funcionaria diga que hay «presos políticos» en la Argentina despertó el enojo en lo más alto de la administración nacional peronista. Gómez Alcorta habló por radio este jueves y dijo: «Milagro Sala es una presa política».
El enojo estalló al rato, cuando los reportes de prensa oficiales reproducían a Clarín.com y otros portales, con dichos de una ministra admitiendo, elípticamente, que ella formaba parte de un gobierno que permitía presos al estilo de las dictaduras, cuando los «presos políticos» eran detenidos a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo Nacional, y por fuera del accionar de la Justicia.
En las oficinas de Alberto Fernández relativizaban, inicialmente, que esto significara una discusión o un desconocimiento a la autoridad del Presidente y de su jefe de Gabinete, quien -un día antes- había dicho sin dudar que «en Argentina no hay presos políticos».
«Para Alberto, lo de hablar de presos es una ‘cuestión semántica’. Él fue el primero en hablar de ‘detenciones arbitrarias. Es más, en enero de 2017, la fue a visitar a Milagro al penal de Alto Comedero, en Jujuy», indicaron desde el entorno más cerrado del jefe de Estado.
Pero esa supuesta «calma chicha no fue tal: las molestias llegaron a que se hiciera circular un chat en la Casa Rosada donde se indicó que ningún funcionario debía hacer declaraciones. Y que en caso de requerimientos periodísticos, se debían remitir a la vocería presidencial, la que coordina todas las acciones de Prensa del Poder Ejecutivo.
Así, Gómez Alcorta se llamó a silencio, lo mismo que el secretario de Derechos Humanos, el hijo de desaparecidos y hombre de La Cámpora, Horacio Pietragalla, quien había hablado también por la mañana por radio pero del debate sobre el «negacionismo», discusión que se inició en la gira presidencial por Europa, a partir del pedido de organismo de derechos humanos en ese continente, quienes postulan que en Argentina también se debe penar a quienes nieguen a las dictaduras, en parangón con el negacionismo del Holocausto.
El asunto Milagro Sala fue tratado por el propio Alberto con el gobernador Gerardo Morales, en la última charla que el mandatario nacional mantuviera con los gobernadores de Juntos por el Cambio, Allí, le transmitió su idea sobre que algunos detenidos transiten los procesos judiciales en libertad y le habló de los juicios contra la piquetera jujeña kirchnerista. En dicha cita, el radical Morales se deslindó de responsabilidades y dijo que en Jujuy, la Justicia es independiente.
Pero el debate sobre «presos políticos» generó malestar en el albertismo con las declaraciones de Gómez Alcorta y también de Jorge Ferraresi, intendente K de Avellaneda, quien también pidió por Milagro Sala pero también por el ex vicepresidente Amado Boudou, quien tiene sentencia en el Caso Ciccone.
El pico máximo del enojo fueron los dichos de Julio Miguel De Vido, el ex ministro K actualmente detenido pero con prisión domiciliaria, quien bastardeó al propio Santiago Cafiero, a quien le adjudicó «déficit de formación política» y «superficialidad insoportable» al jefe de Gabinete, tras que el funcionario -y mano derecha- de Fernández negara la existencia actual de «presos políticos».
«Mejor que se calle el pelotudo ese de De Vido», estalló un poderos funcionario albertista en el anochecer del viernes en Casa Rosada.
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