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En una pelea dominad de principio a fin, el británico Tyson Fury derrotó a Deontay Wilder por nocaut técnico en el séptimo asalto, quien hasta este sábado estaba invicto, y le arrebató el título de los pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
El combate era uno de los más esperados de los últimos años y debía resolver el dramático empate con el que concluyó su primer y memorable enfrentamiento en 2018. Pero la igualdad de aquel duelo entre peleadores invictos desapareció este sábado en cuanto sonó la primera campana en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas (Nevada).
Fury se apoderó del ring desde el comienzo y tiró a la lona al estadounidense en varias ocasiones: primero en el tercer round y luego en el quinto. La superioridad del británico era notoria y en el séptimo ya no hubo oposición: cuando Wilder estaba contra las cuerdas y sin reacción, desde su esquina lanzaron la toalla y se decretó KOT. Más allá de algún atisbo de queja del oriundo de Alabama, la sangre en su rostro y piernas tambaleando indicaban que no podía continuar en la pelea.
El británico no le dio chances a Wilder. EFE.
Y el nuevo campeón no sólo la rompió boxeando sino que también dio un show ya con el cinturón colgado del hombro. Fury tomo el micrófono y entonó American Pie, la canción de Don McLean, a capella junto con todo el público y su equipo que lo acompañó. Canta casi tan bien como pelea.
En diálogo con la prensa, el Rey Gitano no ocultó su alegría por haber conseguido el título de la CMB y reconoció a su rival: «Quiero darle las gracias a Wilder, que vino aquí esta noche y peleó. Es un guerrero, volverá a ser campeón otra vez. Ahora quiero decir que el rey ha vuelto al trono». Con 15.816 espectadores que colmaron el estadio, se batió el récord de taquilla de una pelea de pesos pesados, con 16,9 millones de dólares, superando los 16,8 millones de la revancha por el título entre Lewis y Holyfield de 1999.
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