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Fue una jornada cargada de tensión. Dolores Etchevehere sabía que iba a ser un día especial ya que la disputa que mantiene con sus hermanos por la estancia Casa Nueva iba a tener un nuevo capítulo judicial en los despachos del juez subrogante Raúl Flores, de los Tribunales de La Paz, departamento del norte de Entre Ríos. Sin embargo, Luis Etchevehere, el ex ministro de Agroindustria de Mauricio Macri, decidió meter presión y organizó una manifestación en el acceso al campo, ubicado sobre el ingreso a la localidad de Santa Elena, para intentar forzar el desalojo de Dolores y los integrantes del Proyecto Artigas, con quienes su hermana decidió compartir la explotación del predio. Desde temprano circularon por las redes sociales audios amenazantes de ruralistas donde se calificaba a los ocupantes de la estancia como “piojosos, sarnosos y punteros políticos” y se hablaba incluso de forzar un desalojo violento y extrajudicial si hiciera falta: “Yo llevo absolutamente a todo el personal de mi campo y perdé cuidado que más de uno se sale de la vaina por ir armado”, decía uno de los mensajes. PáginaI12 estuvo en la estancia y siguió de cerca tanto lo que pasó adentro como las presiones que hubo fuera, las cuáles continuaron hasta entrada la noche, sin que hubiera una definición judicial ya que se decidió pasar a un cuarto intermedio hasta este jueves.
El trabajo en la estancia
En el casco del campo, Dolores ocupa dos de las habitaciones y el comedor para su privacidad, mientras que en el resto de las piezas se instalaron productores, trabajadores, ingenieros agrónomos y diversos militantes que llegaron para apoyar la iniciativa del emprendimiento de producción agroecológica.
Las actividades comenzaron temprano. Los primeros mates se tomaron durante una asamblea en la que se definió la organización de las tareas, entre las cuáles se incluyen ocuparse de la cocina, la limpieza, la incipiente huerta en la que asoman los primeros brotes y el retén de la tranquera de entrada.
Las grandes sombras de las arboledas así como las galerías con mosquiteros, pisos en mosaicos ajedrezados y techo de teja resultaron los lugares comunes más habitados por la concurrencia. Este miércoles, además, otros militantes de organizaciones sociales y cooperativas regionales se acercaron desde temprano a pasar el día, brindar apoyo y solidaridad. En el retén policial del ingreso desde la ruta, los efectivos se ocupaban amablemente de registrar los vehículos, como también de dejar asentado en una planilla el nombre de las personas que entraban.
La bandera argentina con la franja roja, insignia tanto de José Artigas como estandarte de la Provincia de Entre Ríos, estuvo presente de uno y otro lado de las tranqueras. Los ruralistas, quienes comenzaron a estacionar sus tractores y camionetas 4×4 cerca del mediodía, la colgaron en el pórtico de “Casas Nueva”, al igual que hicieran las personas que acompañan a Dolores y que estaban a cargo del ingreso al casco. Entre unos y otro mediaban 800 metros de camino de tierra, sin ningún tipo de contacto entre ellos.
“Siendo hija de Luis Felix Etchevehere, a Dolores le corresponde esta tierra. Es una herencia que sus hermanos le han negado y han hecho una batería de estafas, corrupción y aprietes mafiosos que le han bloqueado el acceso a su casa”, explicó Eve Kloster, originaria de Sauce de Luna, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos de Entre Ríos e integrante del Proyecto Artigas. “Ella ha tomado la decisión de venir a su casa, instalarse, ocupar el derecho que le corresponde; y generosamente va a donar el 40 por ciento de su herencia al Proyecto Artigas, de la que es parte, y con el que vamos a construir una colonia agrícola para producir alimentos sanos para el pueblo”, resumió.
Para quienes estaban del lado de adentro de la estancia, el objetivo de la marcha era presionar al Poder Judicial. “Sería absurdo un desalojo: nosotros estamos con la dueña, por lo tanto también es falsa la premisa de que somos usurpadores. No estamos infringiendo ninguna ley”, aclaró Kloster.
Presión por el desalojo
Mientras tanto, al acto organizado por los hermanos Etchevehere sobre la ruta concurrieron unas cuatrocientas personas, en su mayoría productores agropecuarios nucleados en diversas regionales de la Sociedad Rural y la Federación Agraria Argentina. Esta vez, a la vestimenta tradicional de estanciero o de peón de campo se le sumaron los barbijos, como marca de época.
Al llegar colgaron unos banners en los alambrados perimetrales: “Con usurpaciones no hay democracia”, se leía en uno de ellos; “Fuera Grabois de Entre Ríos”, decía otro; “Bordet cómplice”, aludía un tercero respecto al gobernador de la provincia, Gustavo Bordet. Unos parlantes en la parte trasera de una camioneta sirvieron para expandir los discursos, encabezados por el de Luis Etchevehere.
Quien fuera presidente de la Sociedad Rural Argentina sostuvo que “esta crisis hoy nos tocó a nosotros, lamentablemente, le pudo haber tocado a cualquiera de ustedes, o a cualquier otra familia o explotación rural en cualquier lugar de la argentina”. Según el ex ministro, detrás de estos hechos se “está llevando un raid delictivo organizado, por eso creo que es tan importante lo que pase esta tarde”.
La defensa de la propiedad privada fue el denominador común de todas las intervenciones de los manifestantes. Quienes hacían uso del micrófono aprovecharon, además, para criticar las retenciones, al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández. En el discurso se identificaban como sacrificados trabajadores que deben lidiar con los eneros y los inviernos, sequías e inundaciones, además de soportar al yugo impositivo del Estado. Además, se habló de batalla cultural, de modos de vida, de meritocracia y de saber o no trabajar la tierra. A la hora prevista para la audiencia hubo una pausa en las arengas para alimentarse con choripán y cordero a la estaca. La resolución judicial se demoró toda la jornada, con los manifestantes estoicos en la entrada.
Por la tarde, Dolores, seguía atenta a las noticias en diversos medios de comunicación provincial y nacional, se paseaba por el patio y conversaba con quien quisiera saber de su disputa familiar y de la situación judicial. Un equipo documentalista con cámara y sonido la seguía de cerca y registraba, asimismo, diversas situaciones y charlas ocasionales.
Anochecer espeso
Junto a Dolores Etchevehere ingresaron el jueves pasado unas cincuenta personas, número estable que se mantiene a diario, con algún que otro recambio, en espera de las resoluciones legales. Las primeras familias previstas para trabajar en la primera etapa de la propuesta productiva aún no están en el campo, ya que desde la organización esperan tener cierta estabilidad para dar inicio al proyecto agroecológico.
Cuando la noche ya era cerrada, cerca de las 20, se vivió un momento de tensión por una camioneta que se aproximó al acceso, escoltada por una patrulla policial. “Hay un señor en representación de los hermanos Etchevehere que quiere hablar”, aseguró el oficial, luego de preguntar si estaban todos bien.
“Yo soy de Concordia, soy un laburante del campo, vengo a pedirles de buena manera, por favor, quiero que esto se solucione en paz y ustedes tengan un salvoconducto para salir de la provincia de Entre Ríos sin problema. Yo estoy tranquilo, pero no todos están tan tranquilos. Acá hay una situación irregular porque los dueños están ahí afuera”. En ese momento lo interrumpió el ingeniero agrónomo Lautaro Leveratto quien sostuvo que “la dueña está acá adentro, ahora la vamos a buscar”.
Llegó entonces Dolores, quien mantuvo un breve diálogo con los cuatro integrantes de la camioneta, a quienes les pidió que se identifiquen –lo cual hicieron, como productores de diversas localidades entrerrianas-. “El acto de patoterismo lo hicieron ustedes hoy afuera, con tractores, jinetes y camionetas. No me diga a mí lo que yo tengo que hacer. Yo estoy acá en mi casa, a usted no lo conozco, ¿me viene a dar un consejo de lo que tengo que hacer acá?”, dijo Dolores con voz firme. “¿Qué necesitan?”, añadió.
“Que se retiren de acá, nosotros vinimos de buena manera, de forma amigable”, contestaron los enviados. “¿Está sugiriendo que deje mi casa?”, insistió la mujer. «Yo hablo con el expedientes, nos encontramos en Tribunales, no voy a arreglar en negro acá nada”, fue el final del diálogo. La camioneta se marchó por donde vino y Dolores volvió a la casa entre los cantos de sus nuevos compañeros de lucha: “olé olé, olé olá, Proyecto Artigas, para sembrar, reforma agraria por la justicia social”.
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