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“Acá tenemos un Spinetta y acá un Hendrix. El de Perón lo dejé en casa, está para lavar” contó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, sentado en su escritorio y mostrando los barbijos personalizados que le produce “a medida una pyme de Avellaneda”. Los tapabocas son un símbolo de los cambios sociales de una pandemia que tiene un correlato de crisis global con fuerte impacto local. En diálogo con Página I12, el funcionario repasó la mutación del plan del Gobierno pre Covid y cómo luego de meses de complicaciones y parate, ya hay “algunas actividades recuperándose claramente y otras padeciendo la pandemia”.
Explicó el impacto de las medidas de estímulo para industria, agroindustria, construcción y minería, mencionó el apoyo empresario y se refirió a las críticas de una parte del campo: “hay un sector minoritario que es abiertamente opositor, que tiene que ver con un alineamiento hasta político con Cambiemos”. En paralelo, negó que haya un clima negativo para los negocios y habló del supuesto éxodo de empresas al asegurar que “es una fake news, no existe”. Adelantó también nuevas medidas de reactivación y negó que la idea sea un tipo de cambio más alto.
-Luego de las medidas de quita de retenciones a diferentes sectores y estímulos de inversión hubo reacciones diversas del sector privado. ¿Qué vieron Ustedes?
-En el sector de la industria, la minería y la construcción la repercusión fue muy buena. En el caso de la cadena agroindustrial, hay diferentes percepciones. En términos generales, la impresión que tenemos es que hay un sector dentro del Consejo Agroindustrial que tiene expectativas positivas, por la instancia de diálogo que hemos iniciado hace un tiempo. Después, hay un sector que es abiertamente opositor, que te diría tiene que ver con un alineamiento hasta político con Cambiemos. Es un sector muy minoritario que está jugando otro partido, no el partido del desarrollo sectorial. Para el sector hubo tres medidas muy importantes: primero la segmentación, para darle un incentivo a los pequeños productores que es algo que siempre se demandó; en segundo lugar, la reducción temporaria de las retenciones; y en tercer lugar el diferencial que premia la agregación de valor en la cadena de la soja. Lo más relevante es lo que estamos trabajando para llegar al consenso en una ley de desarrollo agroindustrial. No pensemos en la próxima cosecha, sino en algo más profundo, que es el desarrollo de la cadena para toda la década. Eso significa dejar de exportar muchas materias primas que hoy se exportan sin agregado de valor.
-Esos sectores del agro, básicamente la Mesa de Enlace, aduce que no les avisaron ni debatieron esas medidas con ellos y que por eso las rechazan.
-Hemos tenido conversaciones con el sector, pero lo principal acá es la mirada de largo plazo. Creemos que las medidas de incentivo que tomamos pueden contribuir a mejorar el balance cambiario en el corto plazo, pero lo principal es la construcción de largo plazo para el desarrollo sectorial. Y también hubo un tema que pasó un poco desapercibido, que es todo lo que modificamos en materia de retenciones y reintegros al sector industrial. Por primera vez en varios años hemos logrado alinear algo que es central para un país industrial, un esquema de incentivos que permita agregar valor, industrializar y premiar a aquellos que agregan más valor en las exportaciones. Anunciamos una reducción en los derechos de exportación a la industria en torno al 42 por ciento y un aumento de los reintegros a la exportación en torno al 28 por ciento promedio. Esto significa que aquellos que exporten más valor agregado van a tener un reconocimiento en recursos fiscales más altos. Viendo lo que pasó en los últimos años, uno puede diferenciar en el sector industrial tres tipos de producto: las materias primas, los insumos intermedios y los bienes finales. Para ser claros, en la cadena foresto industrial sería el rollo de madera, el tablero de madera y el mueble. Los reintegros de exportación en los últimos años estaban más focalizados en la materia primera, en vez del producto final. Esto cambia por completo los incentivos para que Argentina avance en más valor agregado. También agregamos derecho de exportación cero para autos que se exporten extra Mercosur, queremos que el país intensifique su plataforma exportadora de autos.
-Antes de volver al agro, ¿es conveniente para el país una industria de autos como la de hoy, que importa muchas partes y termina sacando más divisas?
-Es al revés, porque si no tuviéramos industria automotriz tendríamos el doble de problemas que hoy. Hoy tenemos una industria que tiene, por los descuidos de política industrial de los últimos años, un alto contenido importado en autopartes. El Gobierno de Cambiemos incentivó abiertamente la importación de vehículos terminados, es decir, no tuvo una política industrial en general y menos aún con el sector de autos. Ahora, si dijéramos que vamos a abrir este sector porque no nos interesa, que se importen todos los autos, tendríamos el doble de demanda de divisas. Y nos faltarían más de 100 mil empleos que tiene la cadena en la Argentina, con lo cual la solución es industria más integrada, con más presencia de autopartistas nacionales. Estamos trabajando muy bien con las cámaras autopartistas y ADEFA como con Smata, porque un aliado central acá es el de los trabajadores. Las empresas pueden decidir inversiones en tal o cual lado, pero los trabajadores trabajan en el país donde viven.
-Mencionaba antes el tema de industrializar la ruralidad, que estuvo presente en el gobierno de CFK con resultados dispares o incompletos. ¿Por qué cree que con esta idea del Gobierno se ha generado tanto revuelo y rechazo en algún sector?
-Esta vieja idea de industrializar la ruralidad tuvo muchos efectos positivos en el gobierno de Cristina, hubo muchas plantas industriales, las de biocombustibles tuvieron todo su desarrollo en ese período, es una ley del 2006 con lo cual todo el desarrollo de inversiones se dio en los siguientes 10 años. Hay muchos ejemplos de que esto se puede lograr, y tenes después estas contradicciones donde hay un sector minoritario en el mundo agrario que tiene una actitud refractaria para con el agregado de valor. Pero nosotros apuntamos a lograr consensos dentro de la cadena, porque entendemos que el agro argentino tiene que ser una pieza fundamental del desarrollo del país, no es un apéndice del mercado mundial de alimentos. El agro tiene alimentos, biocombustibles, glicerina, mucho de economía del conocimiento, agricultura de precisión, satélites, drones. Nuestro discurso es totalmente anti grieta, lo que queremos es, en todo caso, consensuar con la cadena pautas que nos permitan apuntalar inversiones.
-Cree que hoy el productor debería estar conforme con las medidas.
-El productor va a tomar la decisión que más le convenga, a lo mejor hace uno días decía “tengo incertidumbre a nivel de tipo de cambio en los próximos meses”. Bueno, le estamos dando un bono atado al dólar con el que puede tener una herramienta de cobertura que lo cubra de una devaluación, que es algo que claramente no está en nuestros planes. No es esa la idea, pero está la cobertura, y va a tener en estos tres meses una mejora clara en el precio de su producto y además tiene una política cambiaria distinta. Entiendo que tiene todas las condiciones para tener un mejor precio, es su decisión aprovecharlo o no.
-Cuando habla del tipo de cambio, con una brecha tan grande, ¿no cree que seguirán las presiones devaluatorias?
-Hemos generado un esquema de incentivos que son bastante amplios y diversos justamente para reducir la brecha. El Banco Central dejó asentado cuáles son los objetivos de nuestra política cambiaria, que son preservar un tipo de cambio real estable. El nivel se considera que es el adecuado, lo que hay que hacer es evitar que se aprecie porque eso genera desincentivos a la inversión en exportación y también que se deprecie, porque genera dificultades en inflación y mercado interno. Dicho esto, está claro que hay un tema que tiene que ver con el mercado paralelo que creo se va a ir modificando, hay herramientas que se fueron presentando como las de la construcción, que es un sector que hoy está en los niveles de costos más bajos en los últimos quince años. Esto significa que hay incentivos concretos para invertir allí, y se está diciendo además que se enviará una ley al Congreso para dar incentivos fiscales a los que tengan dólares ahorrados en el país o en el exterior y los quieran invertir en sector construcción. Ahí va a haber una oferta interesante para agregarle a los mercados de cambio. Entendemos que las medidas están incentivando una mayor liquidación y deberían observarse resultados en las próximas semanas.
Asistencia en la pandemia
-Cuando se oficializó que los trabajadores cuyos empleadores usaron el ATP del Gobierno para pagar salarios no podían acceder al mercado de cambios, hubo quejas. ¿El Gobierno comunica bien lo que representa ese beneficio para la estabilidad de los empleos?
-Creo que sí. Cuando me toca encontrarme con los empresarios lo que recibo son señales de apoyo y agradecimiento. Me ha pasado de visitar fábricas donde nos dicen que el ATP los salvó. Recordemos que abril y mayo fueron meses muy difíciles, y haber transitado esos dos meses más complicados con esta ayuda permitió a la empresa sostener nivel de empleo y producción y estar hoy trabajando en niveles más altos y sin ayuda de ATP. De hecho, las solicitudes de ayuda de ATP cayeron 80 por ciento en el caso del sector industrial y estamos viendo una actividad con señales clarísimas de recuperación. Septiembre acaba de cerrar con aumentos interanuales en la producción de autos, motos; hemos visto la recaudación de septiembre con una variación interanual positiva por encima de la inflación. Ya hay señales claras de reactivación, aunque sabemos que hay algunas actividades que están muy afectadas por la pandemia, el caso del turismo, gastronomía y actividades culturas y deportivas.
-Teniendo en cuenta que la vacuna llegaría en abril o mayo del 2021, ¿hasta cuándo podrían extenderse estas ayudas?
-Respecto al ATP, tenemos previsto que continúe hasta fin de año en los sectores críticos. Ahí veremos si resulta necesario o no extenderlo. Esto tendrá que ver con la evolución de la pandemia. Y luego, con los sectores no críticos que se están recuperando pero aún requieren algún apoyo, fuimos mutando la ayuda a un esquema de crédito a tasa subsidiada y generamos un incentivo adicional para que aquellos que creen empleos nuevos van a tener una reducción en el pago de las cuotas de esos créditos. Esta ayuda explica 6 puntos y medio del PBI entre todas las formas de ayuda del Estado. Si bien la crisis fue de las más graves de la historia del capitalismo con un efecto importante acá, hemos logrado acotar muchísimo el nivel de daño que ha tenido.
-¿Cuánto demoró la pandemia los planes iniciales del Gobierno?
-Teníamos un esquema de funcionamiento con una primera etapa, el primer trimestre del año, con la meta de tranquilizar la economía, bajar las tasas de interés, mostrar un sendero fiscal distinto donde pudiéramos estimular una recuperación de la economía y salir de este círculo vicioso del ajuste que impuso el gobierno de Macri. Y coronar esta etapa con la resolución de la deuda con los bonistas. Avanzamos en esa dirección con algunos logros, redujimos bastante la inflación esos primeros meses y las tasas, y Guzmán avanzó en las negociaciones hasta que a mediados de marzo apareció la pandemia. Ahí arrancó la segunda etapa, en vez de entrar en la etapa de post tranquilización de la economía entramos en la de atender la emergencia. Marzo, abril, mayo y junio fue así y en julio ya empezamos a ver una mayor normalización de la actividad económica, en convivencia con la pandemia. Algunas actividades recuperándose claramente, otras padeciendo la pandemia, pero ya empezamos a plantear las medidas. En su momento, el presidente habló de las 60 medidas, muchas de las cuales ya han sido anunciadas.
-¿Qué es lo que está pendiente de esas 60 medidas?
-No es que falte algo, lo que vamos haciendo de manera paulatina es irlas anunciando e implementado. Estamos hace varios meses trabajando con este nuevo esquema de derechos de exportación y reintegros para el sector industrial, que es un trabajo de hormiga porque son unos 6000 productos industriales que fueron modificando su nivel de retención y reintegro. Así con varias cosas más. Se viene sondeando varios planes de tipo sectorial que vamos a ir anunciando. Caso electro movilidad, la fabricación en Argentina de vehículos eléctricos es algo que nos entusiasma muchísimo; el tema de la ley asociada al cannabis para uso industrial y medicinal, que además de soluciones médicas es un negocio de exportación muy interesante para Argentina. Y varios temas adicionales más.
Fake news del éxodo
-Esta semana hubo, con el caso Coca Cola, un nuevo debate sobre si hay éxodo de empresas por el contexto de negocios. ¿Cuál es su opinión?
-El éxodo de empresas es una fake news. No existe, no hay un éxodo de empresas, lo que ha habido es, primero, algunas situaciones particulares en sectores que están en una crisis internacional. El ejemplo más claro son las aerolíneas, que han visto reducido su nivel de actividad al mínimo histórico producto de la pandemia. Este sector tiene una crisis internacional, no una crisis en Argentina. Otros fenómenos que se han dado son reestructuraciones globales que nada tienen que ver con Argentina, caso Glovo que se va de América Latina. Y después hay algunos casos que directamente son noticias falsas, como la de Burger King y Starbucks en retirada, rápidamente desmentida por la compañía; esta semana se dijo que Coca Cola se iba de Argentina, rápidamente desmentido por la empresa. Y horas después se armó una fake news donde directamente una persona, con absoluta mala intención, editó una vieja noticia de Infobae sobre Fernet Branca y la transformó en una noticia falsa de que se iban, también desmentido por la empresa. Hay una mala intención clara de un sector que no sabemos quién es, que busca instalar que las empresas se van de Argentina.
-¿Y qué puede decir sobre el éxodo de empresarios al Uruguay? Hay un caso reciente, el del directivo de Puente Hermanos, Federico Tomasevich?
-En Argentina hay 200 mil uruguayos y hay 200 argentinos que se fueron a vivir a Uruguay. Es una decisión legítima de cualquier argentino que se quiera ir, pero son 200. Entre ellos está Marcos Galperín, uno de los dueños de Mercado Libre, que tomó una decisión personal y legítima, le gustará más Montevideo y no hay nada para reprocharle. Ahora, en Argentina, su empresa Mercado Libre multiplicó por cuatro su negocio, está invirtiendo y tomó 1000 empleados nuevos. No es que la empresa se retiró de Argentina, está multiplicando su nivel de actividad. Hay una búsqueda de crear un clima negativo. También pasó con Falabella y un sector dijo que las empresas chilenas se querían ir de Argentina, cuando la realidad es que esta semana tuve la información de una multinacional que ha decidido desactivar una de sus plantas en Chile y radicar esa operación en su planta de Gualeguaychú, Entre Rios. Lo que uno ve son movimientos internacionales que las multinacionales tienen. No por ese caso vamos a decir que hay un éxodo de Chile a Argentina. Nosotros vemos decenas de inversiones por semana, estamos yendo con el Presidente dos veces por semana a visitar empresas que anuncian nuevas inversiones sobre todo en el sector industrial, que fue el más descuidado y afectado durante el Gobierno de Cambiemos y que se está recuperando. Se vienen inversiones en el sector químico, petroquímico y de refinación de petróleo, alimentos. El clima que quieren instalar es el contrario a la realidad. Dicho esto, hay un montón de problemas, la crisis internacional es grave y venimos de una crisis macroeconómica heredada de Macri que es tremenda y tiene consecuencias importantes.
-Tomando el lugar de abogado del diablo, hay ceos que se han quejado de algunas cuestiones locales, como el dólar, el impuesto a grandes fortunas.
-De los empresarios recibo, por supuesto, quejas, consultas y reclamos, pero así funciona esto. Es una situación compleja y esto no está en discusión, nadie lo niega. Pero una cosa son dificultades para resolver y otra lo que se dice. Hace un año la tasa de interés era del 73 por ciento, eso hacía que las pymes tuvieran que financiarse al 100 o 120 por ciento, totalmente inviable, y eso lo modificamos drásticamente. Hoy hay crédito de inversión al 22 por ciento a tres años, hay crédito de capital de trabajo al 9 por ciento, hemos recuperado el financiamiento a tasas razonables. Tuvimos una actitud pro activa de cuidar el mercado interno en actividades que fueron dejadas a su suerte por el gobierno anterior… problemas hay, pero también nuevos incentivos y herramientas.
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