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“Desde el punto de vista cultural también es necesario aprender a vivir con lo nuestro. Esa dependencia de los productos importados hicieron que la clase media pensara que, era mejor cualquier producto del exterior, que algo manufacturado acá”, dijo ayer el economista e historiador Mario Rapoport, en el cierre de la segunda edición del Foro 2020 Visión Argentina, organizado por el Fondo Nacional de las Artes.
Bajo la consigna “Las desigualdades económicas y culturales en el capitalismo actual. El coronavirus, la crisis y la globalización neoliberal” expusieron además Noemí Brenta, quien ha historizado la relación entre Argentina y el FMI; el guionista y director de Audiovisuales del FNA Jorge Maestro; el ex diputado Mario Oporto; el jefe de la sección de Economía de Página/12, Alfredo Zaiat; la periodista y escritora María Seoane, directora de Radio Nacional entre 2011 y 2015, y Pablo López, ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires.
El panel fue moderado por Analía Houni, Patricio Mouche e Ignacio Hernaiz (FNA) y pudo seguirse on line a través de los sitios web del FNA (www.fnartes.gob.ar) y de la OEI (www.oei.org.ar).
Las exposiciones quedaron inauguradas con las palabras de bienvenida de Diana Saiegh, presidenta del FNA, y Luis Scasso, director de la OEI-Argentina. Saiegh explicó que “Mario Rapoport, miembro de nuestro directorio, fue quien imaginó estos Foros, a principios de año cuando todavía no era una realidad la pandemia, es por esto que aplaudo su constancia y su perseverancia para que este segundo encuentro sea una realidad. Agradezco a Luis Scasso la posibilidad de haber firmado un convenio de cooperación con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación y la Cultura; del que surgirán, además de estos encuentros, muchos más proyectos de acá en adelante”.
El ministro de Cultura, Tristán Bauer, luego tomó la palabra para introducir el debate con una reflexión sobre las políticas culturales en el contexto de desigualdad económica que el encuentro puso en relieve. Señaló que “así como tenemos que trabajar siempre para que esas desigualdades económicas no se produzcan, yo creo que las diversidades culturales son sanas y creo que son una virtud. Cuando uno imagina una sociedad monótona con una sola marca cultural sin duda no es bueno para la humanidad”.
En la introducción, Rapoport historizó el problema de la deuda externa argentina como un factor determinante en la evolución de la economía y de las relaciones asimétricas entre los países centrales y la periferia. Así como también de la capacidad de los organismos crediticios para limitar el desarrollo de la Nación y sus provincias. Realizó una descripción minuciosa de los tres grandes ciclos de endeudamiento de la Argentina que se remontan al siglo XIX profundizados por la política de la dictadura de 1976 y su continuidad en los años 90 y el efímero gobierno de De la Rúa que desembocó en el default de 2001.
El escenario actual no es muy distinto tras el nuevo endeudamiento que el gobierno de Macri asumió con el FMI en otro capítulo de la relación entre los intereses comunes de los acreedores internacionales y las élites locales que convierte el ahorro interno en una fuga de capitales. “La historia demuestra de forma contundente que endeudarse no contribuye al desarrollo productivo de los países deudores, se concentra cada vez más en financiar nuevas deudas, en facilitar la repatriación de beneficios, la formación de oligopolios, la compra de activos nacionales y la fuga de capitales”, dijo el economista y escritor.
Al tiempo que planteó la posibilidad de un horizonte distinto para la región: “Sólo la búsqueda del desarrollo por medio del ahorro interno, la existencia de controles que permitan recibir un financiamiento externo productivo, y evite que las divisas obtenidas directamente o por los exportadores se fuguen a los paraísos fiscales, y la existencia de políticas comunes en este sentido con los países vecinos, como las que comenzaron a plantearse en el Cono Sur con los procesos de integración regional, representan las opciones frente al desastre económico al que, en gran medida, el endeudamiento externo nos ha llevado”.
La exposición de Seoane, en tanto, relacionó esta historia de endeudamiento con la construcción de subjetividad de los medios concentrados que expanden en la opinión pública el punto de vista de los acreedores. Una “deuda comunicacional” interna de nuestra democracia relacionada de manera estrecha con la deuda externa. La periodista y escritora reflexionó: “Hay una correlación entre el endeudamiento externo y la concentración mediática en la Argentina, había que señalarla. Esto se ve con más nitidez si estudiamos el brutal arribo del neoliberalismo durante la dictadura militar. A nivel mediático, se transformaron en el árbitro de la política y la subjetividad de la sociedad Argentina”.
Por su parte, Zaiat señaló que “hay que puntualizar que los endeudamientos de estos últimos 40 años responden a gobiernos con una filosofía política y económica, autoritaria, represiva y neoliberal. Por consiguiente, una propuesta, una idea, una apertura de debate, es decir, cómo establecer límites a través de normas, leyes, reforma de la Constitución, abrir un debate para establecer límites y responsabilidades políticas y penales vinculados a los funcionarios que están relacionados con el tema del endeudamiento”.
Este foro propuso un espacio de reflexión interdisciplinario en el marco de una agenda que tiene en el centro los cambios profundos que la pandemia provocada por la covid-19 introdujo en la sociedad global. Un mundo que ya se había visto sacudido por la crisis financiera de 2008 y en el que la condición de la Argentina reviste una particular fragilidad ante los condicionamientos impuestos por los organismos crediticios internacionales. Como expresó Brenta: “Lo que se ve es que el stand by con el FMI sirvió para el corto plazo y para el largo plazo y para otros fines también. Corto plazo: proveer dólares para continuar esa timba financiera y financiar la salida de capitales. Largo Plazo: sostener el gobierno de Macri, y sujetar a Argentina para que se alinee con las políticas y las estrategias de los Estados Unidos”.
Maestro presentó una selección de fragmentos en los que el cine argentino tematizó la deuda externa vinculando a la creación cultural con la historia económica de los argentinos. Esta suerte de microfestival curado por Maestro presentó segmentos muy valiosos intercalados a lo largo de las exposiciones del panel que fueron extractados de películas icónicas como “Plata Dulce” y “Quebracho”; el rescate histórico de “La calle grita” “Elvira” y “Mercado de Abasto” y la más reciente “La mayor estafa al pueblo argentino” (Diego Musiak, 2002). “Muchas películas argentinas exploraron el tema de la economía y la deuda externa. Desde 1936 en adelante trataron asuntos como la desocupación, la carestía de la vida, la inflación, la evasión impositiva y las políticas neoliberales”, dijo Maestro.
Este fue el segundo de tres encuentros anclados bajo la misma preocupación y con el objetivo de entender de manera cabal los desafíos de la sociedad insertada en un mundo cuya interdependencia se ve al mismo tiempo fortalecida y resquebrajada por políticas que exacerban la brecha económica y desatienden cuestiones vitales como el cuidado ambiental y el hambre en extensas regiones del planeta. Al mismo tiempo resulta un aporte del FNA para que el país reflexione sobre su propia historia y no repita políticas que llevaron, llevan, a la irremediable destrucción de su tejido social y productivo.
Como señaló Saiegh en el cierre del encuentro: “El nivel de excelencia hace que reafirmemos la voluntad de continuar con este espacio de reflexión. Tenemos la plena convicción de que tenemos que seguir haciendo todo lo que nos corresponde, tendiendo una mano solidaria a nuestros hermanos artistas, técnicos… que no queremos que se apague ese fueguito”.
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