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La quita del IVA para una docena de alimentos de la canasta básica llegó a su fin. Había sido una medida implementada por el gobierno de Cambiemos que intentó, sin éxito, contener la suba de precios. Desde este miércoles los alimentos volvieron a venderse con un IVA de entre 10,5 y 21 por ciento. Sin embargo, para que esta disposición no se traduzca en un salto en las góndolas de esa magnitud, el Gobierno llegó a un acuerdo con los supermercados y las alimenticias para que absorban una porción del cambio impositivo. El entendimiento se alcanzó tras una ríspida negociación de más de 8 horas el último día del año. Los aumentos en los precios por el fin del IVA cero serán de entre 5 y 10,5 por ciento, y el único producto que no registrará variaciones es la leche. La parte del tributo que no será trasladada a los consumidores será absorbida por los supermercados y los productores.
Con el final del IVA cero, la mayoría de los alimentos que estaba comprendido en esta medida aumentará 7 por ciento. Estos son: yogur, arroz, azúcar, pan lactal, polenta, conservas, harina, yerba, mate cocido, té y huevos. Lo que más subirá de precio son los aceites, en un 9 por ciento, y el pan rallado y rebozadores, en un 10,5 por ciento. Lo que menos subirá es el pan artesanal de panadería, que lo hará en un 5 por ciento. La leche mantendrá su valor tras un acuerdo entre el Gobierno y las lácteas.
La quita del IVA había sido una medida implementada por el gobierno de Cambiemos a mediados de agosto después de la estampida del dólar de 45 a 60 pesos tras las elecciones primarias. Asociaciones de consumidores consultadas por PáginaI12 aseguraron que el programa no cumplió el objetivo de bajar los precios. Sin embargo, durante los últimos días presionaron al Gobierno para obtener la prórroga del programa porque proyectaban que de lo contrario habría aumentos de entre 10,5 y 21 por ciento en los precios de productos esenciales.
Pese a estos reclamos, desde el Ministerio de Desarrollo Productivo decidieron no prorrogar la medida. Desde el primer momento, Alberto Fernández, por entonces candidato a presidente, había sido crítico con la rebaja del IVA. Había dicho que no redundaría en una merma en los precios y se convertiría en una ganancia adicional para las empresas, que es efectivamente lo que ocurrió, según denunciaron entes de defensa del consumidor. Además, la medida iba dirigida a todos los consumidores y no a los que efectivamente la necesitaban. Incluso, generó una fuerte polémica con las provincias que se dirimió en la justicia dado que el IVA es un impuesto coparticipable.
Pese a las deficiencias de la medida, la finalización iba a implicar subas de precios de hasta el 21 por ciento. Para evitarlo, el Gobierno mantuvo una trabajosa reunión con supermercadistas y productores. Arrancó el martes 31 de diciembre a las 9 de la mañana y terminó a las 16.30. Allí se acordó que pese a la vuelta del tributo al 21 por ciento, las subas a los consumidores no podrán superar el 10,5 por ciento. La parte del impuesto que no será traslada a precios será absorbida por los supermercados y sus proveedores. Participaron de las negociaciones representantes de supermercados e integrantes de la Copal, la entidad que agrupa a productores alimenticios. “Mostraron buena predisposición”, indicaron fuentes del gobierno. El mismo Presidente intercedió enviando un mensaje por los medios mientras se sucedían las discusiones. Aseguró en una entrevista radial que evaúa enviar a sesiones extraordinarias la Ley de Góndolas, muy criticada por el sector supermercadista y por las grandes corporaciones, para su aprobación definitiva en el Senado, tras la media sanción de Diputados. “Sería bueno que los empresarios asuman responsabilidades sociales frente a las ganancias desmedidas, porque lo contrario es que intervenga el Estado”, aseguró.
Con el acuerdo consumado, los alimentos pasarán a tener el IVA que cargaban antes del decreto de mediados de agosto. En la mayoría de los casos será del 21 por ciento, salvo en el pan y la harina, que tendrán una alícuota de 10,5 por ciento. La parte del tributo que no sea trasladada a precios será absorbida en una negociación que tendrán los supermercados y la industria alimenticia en forma privada. Por ejemplo, en el caso del arroz, que vuelve a tener el IVA de 21 por ciento, pero los precios aumentan el 7, deberán negociar quién absorbe ese 14 por ciento. Desde el Ministerio no mostraron preocupación por cómo se dirima la cuestión porque aseguraron que no hay desigualdad en la posición de ambas partes. Sin embargo, desde una empresa alimenticia dijeron a este diario que tendrá que absorber más el sector con los mayores márgenes de rentabilidad. “Consideramos que tienen que hacerlo los supermercados”, aseguraron.
En lo que sí intervendrá el Estado es en una mesa de negociación que se abrirá el próximo mes con el sector lácteo. Es que la leche pasará a tener el 21 por ciento de IVA, pero el aumento al público será del 0 por ciento. “Es el único sector que absorbe todo”, explicaron desde el Ministerio.
Con el final de IVA cero, el Gobierno utilizará tres estrategias para proteger el bolsillo de los sectores más vulnerables: el relanzamiento de Precios Cuidados, reintegros de hasta 700 pesos en compras de jubilados que cobran la mínima y titulares de asignaciones sociales y la entrega de las tarjetas alimentarias.
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