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A mediados del 2014, la entonces presidenta Cristina Kirchner había aceptado reunirse con su director de Contrainteligencia de la SIDE, Antonio Stiuso, para frenar el tenso conflicto interno desatado por el pacto con Irán, pero a último momento el encuentro se frustró. “La reunión con Cristina la habían pedido los otros directores de la SIDE al jefe (El “Chango” Icazuriaga)”, reveló Stiuso en el documental “El fiscal, la presidente y el espía”.
Stiuso, quien integró durante 31 años la SIDE, dijo quería el encuentro con la jefa de Estado porque “el entorno de Cristina quería matarme” y ya habían amenazado a su hija en un restaurante, entre otros amedrentamientos como la muerte de su ex agente, el Lauchón Viale.
Ese y otros datos son verdaderos hallazgos informativos del documental del periodista inglés Justin Webster. Paralelamente, desde el punto de vista periodístico, tiene varias omisiones de datos clave o de contexto del atentado contra la AMIA y la muerte violenta de Alberto Nisman y equivocadas ponderaciones de personajes que poco tuvieron que ver con los casos o se los presenta como fuentes independientes cuando, en realidad, son parte de esos procesos.
Por ejemplo, presenta a Alejandro Rúa -uno de las entrevistados más citados- como ex director de la unidad AMIA del ministerio de Justicia en el gobierno de la Alianza, y no destaca que fue el abogado de Héctor Timerman y está estrechamente vinculado al CELS.
Del mismo modo, otra de las entrevistas guía es al ex fiscal del juicio a los ex comandantes Luis Moreno Ocampo. Nadie duda de su rol en aquel juicio por la represión ilegal de la dictadura, pero en estos casos judiciales apareció en el 2013 por “un llamada de Héctor (Timerman)” para tratar de convencer a la dirigencia de la DAIA de los beneficios del memorándum de entendimiento con Irán y, sin embargo, su voz aparece en todos los capítulos.
De todos modos, la cantidad de entrevistas, las horas de edición y el trabajo periodístico son notables. Quizás esos y otros errores informativos se deban a un asesor periodístico argentino del documentalista inglés, quien sí hace un esfuerzo para mostrarse equilibrado en un tema que dividió a los argentinos y hoy, con Cristina como vicepresidenta, los divide más. El documental ignora que la apuesta de la ex presidenta a la “pista siria” en detrimento de la “pista iraní” separó también a los familiares de las 84 víctimas del ataque, quienes tienen opiniones y posiciones judiciales diametralmente distintas.
El dato que más repercutió del documental fueron las declaraciones del presidente Alberto Fernández en el 2017. “Hasta el dia de hoy, dudo que se haya suicidado», declaró en una entrevista con Webster cuando ni imaginaba que iba a llegar al sillón de Rivadavia. Pero el jueves, el presidente cambió su versión. “Desde 2017 cuando se grabo la entrevista hasta ahora no apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron», sostuvo.
Sin embargo, en otra parte del documental Alberto F. revela otros datos. Describe a Néstor Kirchner como un “pragmático” y a Cristina como una “dogmática” que a veces “choca” con sus acciones. Luego, confirma que fue él quien en el 2004 le pidió la renuncia al entonces ministro de Seguridad, Gustavo Béliz, quien había mostrado la foto de Stiuso, por primera vez, en la TV, por “operar” en la Justicia y en las fuerzas de seguridad federales. “Es por lo que dijiste” en TV le comentó Alberto al hoy asesor clave del gobierno, quien se la mandó de inmediato.
Otro espacio relevante se da durante todo el documental a la fiscal del fuero penal ordinario, Viviana Fein, quien defiende la investigación, encuadrada como suicidio, que hizo durante un año. No es cierto, como dice la fiscal, que “los jueces federales no querían la causa” al principio. Siempre llamó la atención que la Prefectura Nacional hiciera la denuncia en el fuero de Fein y no en Comodoro Py frente a la muerte dudosa de un fiscal federal, a donde recién llegó luego de una decisión de la Corte. Fein se defiende de la “chancleteada” -cuando pisó la sangre en el baño de Nisman- diciendo que estaba todo filmado previamente y critica a la madre del fiscal, Sara Garfunkel, por haber vaciado tres cajas de seguridad del fiscal muerto antes de que llegara la Justicia.
También aparece el periodista de Página 12, Tuny Kollman, como una voz independiente y no se dice que -por ejemplo- firmó un acuerdo con Carlos Telleldín -el entregador de la cochebomba- para escribir un libro cuando denunciaba a ex policías bonaerenses como un eslabón en la entrega de la camioneta a los terroristas.
En cambio, son aciertos periodísticos las entrevistas al ex funcionario del FBI y experto en explosivos, James Bernazzani y el ex representante de la CIA en Buenos Aires, Ross Newland. Bernazzani reveló cómo abrieron los hierros retorcidos de la Trafic y encontraron restos de carne humana y un jean que sirvieron para tratar de comprobar que el miembro del Hezbollah del Líbano, Ibrahim Berro, fue el conductor suicida. Las partes del documental en que parece negar que Irán sea el supuesto autor intelectual del atentado de 1994, provocaron molestia en un sector de la comunidad judía por “no haber puesto todas las pruebas e indicios” sobre la mesa.
Durante todo el documento aparece Cristina Kirchner una y otra vez bajando línea y diciendo que el juez Galeano “contaminó” la causa por el pago a Telleldín, pero no recuerda que la ex senadora quería antes que el magistrado también se hiciera cargo del atentado contra la embajada de Israel. En el documento, no aparecen las voces del ex juez Juan José Galeano, ni de los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, quienes hicieron la primera investigación del atentado y terminaron condenados por supuestas irregularidades en un juicio impulsado por los K.
A su vez, el abogado querellante de la AMIA Miguel Bronfman, uno de los que más sabe de estos expedientes y autor del mejor libro del caso: “Causa AMIA. Informe de lo actuado 1994 – 2015” aparece como un actor de reparto. En realidad, fue uno de los protagonistas en las diferentes causas que abarca el caso AMIA, sobre todo de la causa que logró que la Cámara Nacional de Casación, pese a todas las maniobras de Cristina, declarara la inconstitucionalidad del pacto con Irán.
El contrapunto entre Stiuso y el espía inorgánico Allan Bogado sobre si éste último reportaba al primero o al gobierno de Cristina es otra novedad periodística. Stiuso fue echado por el entonces jefe de la AFI, Oscar Parrilli, en diciembre del 2014, a los gritos. “Usaron a Nisman y lo necesitaban muerto”, afirma el actual senador del Frente de Todos echándole la culpa del crimen a otros.
Pero cuando presenta al actual secretario de Justicia, Juan Martín Mena, omite decir que fue el dos de la AFI y que está procesado y sospechado de haber ayudado a redactar el memorándum que, por primera vez en la historia argentina, no tiene ningún expediente abierto con antecedentes ni proyecto redactado y guardado en la Cancillería, como corresponde cuando con todo tratado internacional. Tampoco señala que el video que registró el apurado regreso de Nisman a la Argentina en enero del 2015 en Ezeiza motivó la apertura de una causa con un procesado por ser un espionaje ilegal.
Sin embargo, el contrapunto entre los peritos del equipo interdisciplinario de la Gendarmería con el experto de Diego Lagomarsino, Luis Olavarría, tiene valor periodístico para llevar a la TV un tema complicado. En definitiva, los hallazgos y la oportunidad del documental sirve, en definitiva, para que no se oculten estos temas políticamente sensibles a nivel nacional e internacional y terminen impunes, como tantas otras causas que involucraron al poder político.
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