Icono del sitio MULTIMEDIOS PRISMA 24

Las dos caras de Alberto, bonos Cristina vs. bonos Macri, y Massa tiene un plan

https://images.clarin.com/2020/04/16/el-anuncio-de-la-deuda___cyoECHay__1200x630__1.jpg

Políticos débiles: a cada uno lo que quiere escuchar

Los políticos débiles, como los maridos infieles, no pueden decir nunca la verdad, morirán jurando inocencia y creen, encima, que le pueden decir a cada uno lo que quiere escuchar. Los gobiernos argentinos son débiles y abusan del atajo de contradecirse para salir del paso. A algunos Alberto Fernández les dice que no quiere el default; a otros que ya estamos en default. Cuando sube la marea esas contradicciones se vuelven en contra, porque hay un momento cuando se exige que las palabras reflejen de alguna manera la realidad. El timón de Alberto boya entre su intención de satisfacer a los terceristas que le piden escabeche de ricos, y las necesidades de la gente -público, empresarios, ricos y pobres- de que el Gobierno haga algo para superar la consigna oficial del sálvese quien pueda.

Ricardo Arriazu recordó en su columna de este domingo en este diario, que hay países que alientan programas de ayuda que superan el 20% del PBI. Luciano Laspina, en “Noticias”, compara ese número con la Argentina, en donde las ayudas llegan al 1,3% del PBI. No es un debate trivial y tiene sus fundamentos sólidos. El principal es el peso de la economía informal y el valor que se le da en el diagnóstico y en las soluciones. Los gobiernos argentinos funcionan desde hace décadas con la presunción de que la informalidad -que para algunos supera el 45% de la actividad total- sostiene todo el tinglado. El corolario es pensar que los argentinos tienen en el colchón -cualquiera sea su marca y localidad, on shore, off shore, etc.- una suma de dinero que según los maximalistas puede llegar a los US$ 500.000 millones. Las medidas y las recetas que se toman buscarían que los tenedores de esos fondos fuera del sistema los reintegren al circuito, vía blanqueos -cuando los hay-, impuestos, retenciones o empobrecimiento inflacionario.

Debate empastado por los prejuicios

A este debate aportan los terceristas de izquierda –a quienes el peronismo empodera, como dicen los locutores- que fogonean la idea del impuesto a los ricos con el lema de que deben devolver «la que se llevaron» en los años de prosperidad. Es la contracara de la acusación del no peronismo, que reclama que también los ex funcionarios corruptos devuelvan «la que se llevaron», cuando “la que se llevaron” nunca más aparece una vez que entró el triángulo de las Bermudas. En esta polémica hay también quienes creen, como Martín Guzmán, que el mercado se comportará en la Argentina como el que aprendió a conocer en los EE.UU., y que va a actuar por derecho desde el “blanco” de la economía y va a dejar de ser el sistema que facilita la huida de capitales.

Más cerca del Banco Central, otro protagonista del debate, intentan ponerle razón a la polémica que, en el fondo, se alimenta de posiciones dogmáticas. Las quejas de los sectores dañados se alimentan, afirman, de desconocimiento de algunas estadísticas. Algunas se conocerán esta semana. Por ejemplo, sobre cheques rechazados o no. Aseguran que el 88% de los cheques se pagaron. También que más del 70% de los salarios que se cobran en las cuentas-sueldo del Banco Nación se pagaron en tiempo y forma. En la banca privada, ese cumplimiento se hizo con cierta normalidad, aunque un 40% pidió alguna ampliación de facilidades.

La fantasía de que la plata del colchón paga todas las fiestas

Menos clara es la respuesta cuando se pregunta sobre la recuperación de los negocios, el gran dañado por la peste. En estas horas el Gobierno prepara el anuncio de algún auxilio a los monotributistas de las categorías C y D, directamente un subsidio para compensarles la caída de actividades. El sector moderado de la Rosada no cree en que la solución venga de una escabechina de ricos como reclama el ala izquierda, y busca proteger lo que queda en pie. Por ejemplo, los bancos, hoy en el centro de la demanda de diversos sectores. Uno de los máximos responsables del área económica -mejor no dar el nombre para evitar, precisamente, las escabechinas-, pide con crudeza: ojo, que detrás de cada pyme puede haber un señor rico que se victimiza y pide ventajas, y detrás de cada banco está el ahorro del público.

¿Con que límite se les va a reclamar a los bancos que pongan la propia, que es de sus ahorristas, cuando su rentabilidad ha bajado en el último semestre? Y detrás de los bancos está el Central, que es el ahorro público. «Hoy todo el costo de las medidas recae indefectiblemente sobre el balance del Banco Central», dijo en estas horas Luciano Laspina, economista y diputado del PRO. El efecto del negro pesa mucho en estos reclamos. El sistema autoriza hoy a que un ahorrista saque $ 30 mil por cajero de banco propio (y $ 15 mil en cajero ajeno). ¿Quién necesita esa suma todos los días? Seguramente quien paga en negro a todo su entorno que vive del derrame informal (servicio doméstico, jardinero, cuida perros, kiosquero). Por eso las ayudas sirven más en países de alta formalidad, en donde la capilaridad llega más a fondo y en más forma efectiva. Trump se juega y te manda un cheque por USD 1.200, un montón de plata aún en los EE.UU. Acá unos 8 millones pueden llegar a recibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $ 10 mil. Pero se anotaron casi 12 millones. Por si pasaba. Así no hay ayuda que alcance y hace trizas hasta al sistema de la dádiva.

Acreedores se quejan de que pasan de ser inversores a socios del defaulteador

En estas horas el Gobierno agota las manualidades del acuerdo con los bonistas, que no prevé que este 22 de abril se pague nada de lo que está comprometido. Queda otro mes y un changüí de 10 días, hasta fines de mayo, para que las partes acomoden las cargas. Los negociadores creen que hay tramos de la deuda más fáciles de acordar que otros. Los bonos Cristina -emitidos con Roberto Lavagna y Amado Boudou- son más difíciles porque exigen mayorías más altas de acreedores para acordar. Los bonos Macri son más fáciles, porque esas mayorías son menores. La percepción general es que la propuesta de Guzmán era dura desde el comienzo, pero que lo que él no pudo lo hizo el coronavirus.

En un mundo sin negocios rentables y bonos con tasa negativa, como uno que emitió Alemania a 30 años, lo que ofrece ahora la Argentina es más razonable. Un default total es crítico para la Argentina. No tanto para el Estado, sino para el sector privado, que pierde capacidad de financiamiento para el crédito y para exportaciones, con el país en la lista negra internacional. Pasó entre 2002 y 2015 y es otro infierno. También sufrirán las provincias, perjudicadas para acceder a créditos afuera del país, otro padecimiento de los años Kirchner. Este lunes se conocerá en una edición especial del Boletín Oficial el decreto de propuesta formal que, después de la apertura de los mercados en los EE.UU., llegará a la Securities Exchange Commission (SEC). Es como el 08 -para usar la jerga automotriz-, que registra formalmente la oferta y habilita a la negociación final. Los acreedores se quejan de que si aceptan dejan de ser inversores en bonos soberanos que pagan un interés, para convertirse en accionistas de la Argentina, que les promete un pago al final. Un bono criollo ha pasado a ser, en su jerga, un papel “equity-like» comprometido con un defaulteador serial. Difícil de digerir esa pastilla, que se parece tanto, tanto, a un supositorio.

La oposición mide cuánto le conviene aparecer con críticas

El debate alcanza a todos. En la oposición hay mesas de discusiones interminables, en donde los dirigentes de Cambiemos reperfilan la forma y el fondo de su estrategia. ¿Hay que oponerse frontalmente o prestarse a alguna forma de colaboración? Fue tema de dos tenidas largas del fin de semana, entre la mesa política del radicalismo y sus economistas (el sábado) y entre las autoridades de los bloques legislativos, senadores y diputados (mañana del domingo). En la primera hubo diagnósticos cruzados sobre el acuerdo de la deuda, que algunos consideran aceptable en el mediano plazo. No daremos nombres porque son profesionales de la economía y que se hagan ellos responsables literales de su dichos.

Estaban, entre otros, Alfonso Prat-Gay, Eduardo Levi Yeyati, Jesús Rodríguez, Ricardo Carcioffi, Maxi Castillo, los jefes políticos Mario Negri, Alfredo Cornejo, Luis Naidenoff y los gobernadores Gerardo Morales, Rodolfo Suárez y Gustavo Valdés. Ajustaron el discurso que repetirán en la semana: sí al acuerdo, pero no al default, del cual serán víctimas preferidas los gobernadores porque las provincias tendrán también cortado el crédito. La otra preocupación es la letra chica del impuesto a los ricos. ¿Cuál será el corte? Si alcanza a la crema de las fortunas criollas, es aceptable, pero si baja, digamos a 200 mil contribuyentes, alcanzará a los sectores medios y eso no lo permitirán. Son quienes los votan a ellos.

El rol de oposición les preocupa desde estas premisas: 1) la principal tarea del Gobierno es la salud y está encerrado en esa agenda. Su éxito es que haya menos muertos. Será bueno, pero difícil de facturar políticamente; 2) en la economía, sólo podrán cosechar críticas; dejemos que corran su suerte, pero estemos lejos de los estallidos; 3) el Gobierno dice tener un 80% de aprobación. ¿No creen que en ese 80% hay voto nuestro que apoya al Gobierno por la dimensión de la crisis? Seamos prudentes con las críticas; 4) ¿Acaso no sabe lo mismo el Gobierno esto de que en el 80% de ese apoyo a Alberto hay un componente del voto que es opositor?

La prueba es que el viernes, cuando difundió la realización de la reunión del Presidente con los bloques opositores, en las dos únicas fotos que publicó presidencia de la Nación aparece sólo Mario Negri. Por eso lo merodean al cordobés, que es una estrella de la oposición que opaca a otros y genera celos. Comprensible si el sábado encabezó una videoconferencia de su partido con dirigentes radicales de la 6a sección electoral de Buenos Aires, y tuvo 330 anotados. Eso explica que Alberto no quiera recibir a los partidos, en donde debería tener un espacio, por ejemplo, para Macri, a quien no quiere ver ni que lo vean en una foto, aunque sea virtual, y a distancia. De paso, ¿cuándo recibió Macri a la oposición durante su Gobierno?

Tomaba café con Miguel Pichetto y Emilio Monzó, comía sushi en la casa de Sergio Massa, pero nunca se le abrió la puerta a la oposición real. Alberto está pagando con la misma moneda del ninguneo del opositor. Prefiere charlas personales y nocturnas con Negri, o que acepte en su agenda consignas de la oposición. La propuesta de que no es la salud, sino la salud + la economía la lanzó la oposición. Que hay necesidad de que funcionen las instituciones también salió de la oposición, y se la impuso al oficialismo que reacciona con el pedido de permiso de Cristina a la Corte, para que el Senado sesione o que Alberto converse con los bloques opositores.

Massa en el banco de suplentes, ya tiene un plan

Este pedido de Cristina está en línea con la reticencia de su hijo, que es vocero de su proyecto del impuesto a los ricos -nadie va a pensar nunca que Máximo es tributarista, y menos cuando está procesado en dos causas por presunto lavado (Los Sauces y Hotesur)-. Dentro del Gobierno confronta con Sergio Massa, que daría todo por una sesión más o menos normal, pero el hijo de Cristina es reticente a que haya una sesión, y prefiere el trámite judicial elegido por su mamá. Massa lleva adelante un programa que su gobierno no hace suyo (aún), pero que confía en que terminará escuchando. Está en la línea de sucesión, tiene chapa para hacerlo, y su equipo de asesores económicos le ha puesto letra a un Proyecto de Ley de Reactivación productiva, que contiene una serie de medidas para que renazca la economía contagiada por el virus maldito.

Avanza en reformas de la carta orgánica del Banco Central, para que pueda dar créditos directos a la producción en términos que hoy no puede hacer. Disiente con la opinión de Miguel Pesce, que no cree que haya que poner al Central como último financista de todos los quebrados, y que admite que en la Argentina la autoridad monetaria tiene más amplitud de facultades que en otros países para ayudar a la economía. El proyecto trata de superar lo que llaman los expertos el «fraccionamiento crediticio» y quiere facultar la extensión de créditos automáticos, para aprovechar la liquidez del sistema financiero, mediante la ampliación de las garantías que hoy extiende el BICE y que, según la UIA, no están llegando con la rapidez que ellos querrían. Ese plan, Massa lo quiere llevar directamente a Alberto, sin pasar por el peaje del cristinismo, que les pone veto a algunos nombres del equipo que asesora al diputado. Entre ellos están Martín Redrado, Diego Bossio, Miguel Peirano, Santiago Montoya y Guillermo Michel, y le han dado vista a Daniel Marx, alto gurú de la economía con quien hablan todos.

Larreta intenta un liderazgo alternativo al de Macri

Es comprensible que ante este panorama Horacio Rodríguez Larreta busque anclar un liderazgo que lo aparte del destino sinuoso que implicaría una oposición Macri-dependiente. El gesto más estridente fue la reunión con el bloque de diputados nacionales del PRO de la mañana del jueves. Una novedad en estas coreografías internas, porque Larreta es un gobernador –el único del PRO- pero no tiene dignidades partidarias ni parlamentarias. Es un caudillo de su fuerza, y en ese rol debutó ante los legisladores de su partido, de todos los distritos. Lo más interesante para retener fue que describió la necesidad de trabajar sobre la misma agenda que la de Alberto en la pelea contra la peste negra. Es el destino de quienes gobiernan en un país invertebrado como la Argentina, en donde hay sólo dos partidos, el de quienes gobiernan y el de quienes no gobiernan. Y la peste está concentrada el distrito que él gobierna. No puede delegar ninguna solución. Así justificó la reticencia del país a recibir a los argentinos que han quedado varados fuera.

Los diputados del PRO representan a sectores medios, o sea muy viajeros, y los diputados que los representan sienten la presión de quienes les reclaman que los traigan de vuelta. No porque extrañen; es porque lo están pasando muy mal. Como todos, pero lejos. Es un tema nacional, explicó Larreta y justificó que esa vuelta fuera por cuentagotas. Cada argentino que vuelve al país entra en cuarentena porteña a un costo que paga la administración de la CABA. De base, $ 1.000 por día, más la vianda y la atención médica. Larreta entiende que la Ciudad tendrá que atender además, a los vecinos del conurbano con el 30% de las facilidades de su administración, pero si escala en serio el contagio, puede llegar a comprometerlo en el 50%.

Los dilemas del Gobierno de los porteños

En esa reunión del jueves, Larreta se plegó a la idea de Mario Negri de que debe haber una convocatoria presencial del Congreso, y ofreció las instalaciones porteñas de la Usina del Arte si la Nación no quiere habilitar las del CCK. Este juego de las jurisdicciones da para situaciones cómicas, sino fueran grotescas. El Gobierno quiso darle protagonismo a Larreta en la presentación de la oferta a los acreedores, y lo sentó a la derecha del Presidente, antes de Massa y con Cristina a la diestra. Ninguno de ellos, tampoco Guzmán, tenía barbijo. Horacio, sí, seguramente para dar el ejemplo, porque en su distrito es obligatorio. ¿No le convendrá confeccionarse un barbijo con la imagen de su cara para mejorar sus apariciones en público?

Eduardo Duhalde contó que unos amigos de él, que fabrican lencería, van a hacer barbijos. Con la experiencia de esos emprendedores como decoradores de intimidades, podrían aportar maravillas a esa industria. Otros gobernadores actuaron como Jorge Capitanich, que se bajó en Aeroparque, le obligaron a ponerse el barbijo, y cuando entró en Olivos ya no lo tenía puesto. «No seguí medicina, -rió el chaqueño- porque nunca pude tolerar el uso del barbijo”. Le preguntó un colega si había intentado cursar esa carrera. “No -respondió-, pero si me das un bisturí ¡opero! Se trata de exceso de confianza”. Con el mismo entusiasmo les dejó a Alberto y a Guzmán copia de lo que llama el “Pacto Argentino”, un plan para la salida de la crisis.

Los dos le confirmaron que la semana que viene habrá anuncios para los gobernadores en dificultades. Estos estereotipos pueden jugarles mal a los políticos. Larreta con barbijo le rompió la estética a la mesa, en la que Alberto quiso mostrar que reconoce al gobernador de la CABA, con un compromiso que comparte, porque él mismo es un político porteño, que armó un gobierno de porteños y que sabe que su destino está ligado a lo que ocurra en su ciudad. No preside un gobierno de cordobeses y riojanos (Menem-Cavallo) ni de bonaerenses (Duhalde) o santacruceños (Kirchner). Es un gobierno de porteños, que se juegan su destino atados al de Horacio. Se sacaron la lotería de Buenos Aires, pero no compraron el entero, sino una fracción con premio a compartir. Nadie dijo que iba a ser fácil.

[ad_2]

Fuente

Salir de la versión móvil