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En promedio, los países desarollados van a terminar 2020 con casi 10 puntos de déficit fiscal y van a subir en hasta 20 puntos porcentuales sus ratios de deuda sobre PIB. Alemania pasará del 1,3 por ciento de superávit fiscal en 2019 a déficit fiscal de 7,3 por ciento en 2020. En Francia el rojo de las cuentas públicas se elevará de 3,2 en 2019 a 9,5 por ciento este año y en Italia subirá de 1,6 a 9,2 por ciento. En España el déficit pasará de 2,1 a 9,7 por ciento. Los datos no son sólo impactantes para Europa. Las estimaciones muestran que el rojo fiscal en los Estados Unidos se elevará de 4,6 a 14,0 por ciento.
Estos datos fueron elaborados por el director del Instituto Europeo e investigador de la Universidad de Columbia Adam Tooze. Son estimaciones para el cierre de 2020 y la Zona Euro es una de las más afectadas.
Los italianos tendrán el peor ratio de endeudamiento. Los pasivos llegarán a representar 157 por ciento de su economía (la cifra era de 135 por ciento el año pasado). En España el endeudamiento subirá del 96 al 114 por ciento mientras que en Francia lo hará del 99 al 115 por ciento. Alemania continuará teniendo el menor compromiso financiero con una deuda que aumentará del 59 al 66 por ciento del PIB.
El aumento de estos desequilibrios de la macroeconomía será una de las consecuencias relevantes de la crisis pero no la más importante. El principal problema se encuentra en el futuro del mercado laboral. Nadie se anima a predecir cuáles serán los impactos de mediano plazo en el mundo del trabajo. El freno repentino de las economías es impactante: el mundo económico está funcionando el 20 por ciento del trabajo total.
Los interrogantes se potencian a medida que empiezan a publicarse los indicadores laborales de desocupación. Este jueves por la mañana se conocerá el nuevo dato de solicitudes de seguro de desempleo para la economía estadounidense. En las últimas dos semanas de marzo los pedidos de seguro aumentaron 10 veces respecto de las registradas en la primera mitad del mes. En 15 días hubo 10 millones de solicitudes. La cifra esta semana es esperada por gran parte de los economistas del mundo. El parate de las ramas de actividad no esenciales pone en juego el ingreso de casi 50 millones de norteamericanos.
Oliver Blanchard es uno de los académicos más citados del mundo. En uno de sus últimos textos para el Peterson Institute for International Economics trabaja con estimaciones de caída de la actividad del 35 por ciento para Estados Unidos. Aclara que la cifra no es aleatoria sino que está en línea con lo ocurrido en Francia. El centro de estadísticas francés registró en marzo las caídas más fuertes del PIB desde la Segunda Guerra Mundial. El ex economista en jefe del FMI e investigador del MIT asegura que se trata de una crisis sin precedentes y requerirá una salida original.
El premio Nobel de Economía Paul Krugman planteó en un artículo del New York Times que la recesión es inevitable y los problemas de esta crisis no pueden resolverse con políticas fiscales y monetarias convencionales. La economía no se encuentra parada por falta de demanda (situación que sería relativamente sencilla de enfrentar con incentivos para el consumo de la población o impulsando obras públicas). El principal problema es que gran parte de actividades no esenciales deben dejar de funcionar para evitar el colapso sanitario.
En el mundo existe consenso: la macroeconomía no puede volver a ser la misma luego de esta crisis. El retroceso del PIB de las principales economías desarrolladas tendrá fuerte impacto tanto en el aumento de la deuda mundial como de los déficits fiscales.
Blanchard plantea que en un escenario de dos meses de parate total y seis meses de apertura a medias los recursos necesarios para sostener a la población sin ingresos demandarán al menos el 5 por ciento del Producto Interno Bruto en Estados Unidos. Indica que las políticas fiscales deberán concentrarse en esta dirección proporcionando fondos a hogares y empresas en los que habrá fuertes restricciones de liquidez.
El economista apunta en la misma dirección que Krugman. El objetivo de estos recursos no puede ser intentar sostener la demanda agregada pre crisis sanitaria sino que se debe garantizar un mínimo de ingreso para buena parte de la población que en los próximos tendrá menos efectivo del necesario para sobrevivir. “Brindar esta ayuda financiera es esencial para evitar el sufrimiento extremo y el daño permanente a la economía”.
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