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¿Qué desafíos implica para la economía argentina una emisión monetaria de parte del Banco Central de una dimensión extraordinaria para paliar los efectos de la pandemia? Página/12 trasladó esa pregunta a tres economistas argentinos, de los cuales nadie discute la necesidad de una expansión monetaria y fiscal inédita, aunque hay debate sobre los impactos macroeconómicos colaterales de esas medidas. El principal riesgo de corto plazo es el descontrol de la brecha cambiaria, lo cual termina impactando en la cotización oficial del dólar y en los precios. Hay coincidencia acerca de la necesidad de generar un instrumento de ahorro en pesos que pueda ser una alternativa al dólar.
Matías Vernengo es profesor de la Universidad de Bucknell (Estados Unidos) y co-editor de Review of Keynesian Economics. “No hay ninguna duda de que la expansión tiene que hacerse y ahora en el mundo empieza a quedar en claro que todavía estamos muy cortos. En Estados Unidos hablan de un nuevo paquete de 3 billones de dólares, lo cual llevaría al paquete de salvataje a un 20 por ciento del PBI, algo de niveles de la Segunda Guerra. Son proporciones que no se han visto y que van a seguir creciendo. En los Estados Unidos no hay peligro de inflación porque el desempleo está casi en el 15 por ciento y se vienen recortes de salarios. Más bien se viene una gran deflación. En líneas generales, va a quedar más claro que nunca el papel de los bancos centrales de actuar como agente fiscal de los gobiernos. Se viene un mundo con mucha deuda pública, en Estados Unidos va a subir la deuda hasta el 180 o 200 por ciento. En todo el mundo los bancos centrales tendrán que lidiar con deudas gigantescas en moneda doméstica. Y difícilmente sea posible un ajuste. Mucho menos en Estados Unidos, ya que está la competencia con China”, sostiene Vernengo.
En cuanto a la relación entre emisión monetaria e inflación, el economista Eduardo Crespo, profesor y doctor en Economía por la Universidad Federal de Río de Janeiro y profesor de la Universidad Nacional de Moreno, explica que “no va a haber inflación por causa de la emisión. No hay presiones salariales y de hecho la puja distributiva es hacia la baja. Es más, hoy en día la cantidad de dinero se reduce, porque dinero no es sólo lo que se emite, sino fundamentalmente es el dinero bancario. Y actualmente no hay dinero bancario porque la circulación está rota, nadie puede comprar y vender. De hecho, no hay plata, nadie tiene un mango. Lo que hace la emisión es compensar un poco esto. Esto tiene que quedar claro: dinero es mayoritariamente el que crean los bancos”.
“Ahora bien, como la Argentina es bimonetaria, cualquier excedente que haya se filtra al dólar. La emisión para cubrir el déficit es inevitable, pero veo que está errada la posición del Banco Central, ya que hay que intervenir en el dólar paralelo, no se puede dejar que se arme la bola de la brecha. Además, tiene que haber algún instrumento de ahorro en pesos para salir más o menos empatado con la inflación. En este contexto, no sirve bajar la tasa de interés. Tampoco pedirle a los bancos que presten, porque no van a prestar”, agrega Crespo.
Marina Dal Poggetto, reconocida economista del ámbito local, indica que “lamentablemente la espalda que tiene el mundo desarrollado no es la misma que tiene la Argentina, que no tiene crédito, no tiene ahorros ni tiene moneda fuerte. Claramente, la política tiene que asegurar ingresos de subsistencia para todos y mantener en pie a las empresas viables. Pero tampoco creo que se pueda ir hacia un déficit fiscal infinito, porque encima va en paralelo a una baja tasa de interés para el ahorro, lo cual es un financiamiento para la corrida cambiaria. Si bien hay cepo, otros mecanismos terminan funcionando. Creo que es una mala combinación el intento de compensar toda la destrucción sin tener la coordinación necesaria”. Dal Poggetto no ve un problema inflacionario en el corto plazo y en cambio advierte que la válvula de escape del sistema es la brecha cambiaria.
En tanto, Vernengo sostiene “en la Argentina, el riesgo de la emisión no es tanto la inflación sino el impacto cambiario. De hecho, ya hubo devaluación. Entonces, lo inflacionario puede venir por la suba del dólar. La prioridad absoluta es que la gente no se muera de hambre, y el gobierno tiene la capacidad de hacerlo emitiendo pesos. Una propuesta simple y potente es que el Banco Central emita directamente y deposite en las cuentas de las personas, para mantener los niveles de consumo. Una forma de contener el traslado a dólares es subir las tasas en pesos, para hacer más atractiva la colocación en moneda local. Y en paralelo dar crédito a las empresas directamente con el Banco Central o bancos públicos a tasas más bajas”, agrega.
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