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Desde Brasilia
Bolsonaro sabe lo que le espera si se rompe la omertá en torno a Marielle. Tres parapoliciales, o «milicianos», se encuentran presos por su presunta participación en el asesinato de la concejala Marielle Franco, perpetrado hace dos años y tres meses en Río de Janeiro. Dos de los sospechosos, Ronnie Lessa y Elcio de Queiroz, se encontraron ese día en el predio donde entonces residía el actual presidente, horas antes del atentado. Ese día Bolsonaro estaba en Brasilia, pero el episodio alimentó sospechas.
El tercer imputado es Maxwell Simoes, detenido a principios de junio, bajo el cargo de haber arrojado las armas al fondo del mar.
El 14 de marzo de 2018 a la noche los matadores interceptaron el auto en el que se trasladaba Franco para descerrajarle cuatro tiros en la cabeza. Junto a la joven dirigente del Partido Socialismo y Libertad, surgida en la militancia en las favelas cariocas, falleció su chofer, Anderson Gomes.
Un cuarto parapolicial, Fabricio Queiroz, amigo de Bolsonaro desde los tiempos en que ambos eran miembros del ejército en la década de 1980, lleva casi dos semanas arrestado, en una celda aislada del presidio de Bangú, en el oeste carioca, donde se ha mantenido en silencio.
Nadie sabe si está dispuesto a respetar la «omertá» mafiosa que le exigen desde el Palacio del Planalto.
Para algunos es un «soldado» bolsonarista incapaz de delatar a su jefe. Para otros la lealtad de Queiroz no es blindada porque teme ser ejecutado en una quema de archivo como ocurrió con otros paras caídos en desgracia. Además no se descarta que esté dispuesto a acogerse a la delación premiada para garantizar la seguridad de su mujer, que está prófuga.
Dicen que Fabricio Queiroz sabe todo de Bolsonaro y su clan familiar, y aunque no está imputado en el atentado que le costó la vida a Franco, podría tener en su poder informaciones sobre ese caso y otros delitos capaces de hacer bambolear las columnas con forma de cuello de garza del palacio presidencial en Brasilia.
La expareja de Marielle, Monica Benicio, habló con PáginaI12 sobre la telaraña que une al gobernante de ultraderecha con la empoderados «milicianos», que de ser sicarios de alquiler se transformaron – y en este salto tiene mucho que ver la llegada del bolsonarismo al gobierno – en un factor de poder enquistado en el Estado. Cuentan con legisladores, dinero, armas y redes de inteligencia propias. Un sistema del que se vale el excapitán presidente.
Por eso mismo ni los paras ni el gobernante se beneficiarían con el esclarecimiento del crimen.
Ocurre que cuando estos contratos armados se rompen las consecuencias son imprevisibles, y el caso Marielle no podrá quedar impune sin más, dado que cobró una dimensión política considerable y proyección internacional.
«Bolsonaro no tiene ningún compromiso con el esclarecimiento del crimen (..) él quiere borrarlo (..) hizo de todo para obstruir las investigaciones ejerciendo presión sobre la policía federal. ¿por qué quiere tener el control de la investigación, a quien quiere encubrir?», indaga la excompañera de Marielle.
Monica Benicio es tan rotunda en sus convicciones como medida al momento de analizar la evolución de un caso que «demora demasiado en ser esclarecido». Evita lanzar acusaciones sin base probatoria.
«Bolsonaro nunca ocultó su relación con las milicias, y las milicias están metidas en el asesinato, pero no hay elementos para decir que el presidente participó en el asesinato. Por lo menos por ahora esas pruebas de la complicidad de Bolsonaro no aparecieron. No podemos ser livianos, hay que aguardar lo que surge de las investigaciones».
«Este fue un crimen político perfectamente planificado, creo que hay elementos para suponer que los presos fueron los autores materiales y el encubridor del asesinato. Tenemos la esperanza de que a fin de año se haya avanzado bastante. En los últimos meses se han dado algunos pasos positivos como la detención de Maxwell, que nos puede permitir encontrar las armas del atentado, y además se impidió que la investigación pase de la justicia de Río al fuero federal como quería Bolsonaro», explica la arquitecta Benicio.
«Quien planeó un asesinato como éste es alguien que debe estar impregnado de LGBTfobia, de racismo, de misoginia, imagino que los autores pensaban que Marielle iba a caer en el olvido como el de tantas mujeres negras asesinadas y no fue así , la repercusión que tuvo los debe haber sorprendido, la repercusión se nutre de la pulsión de vida que ella tenía, hay mucha gente que se conmovió con su muerte y gracias a este caso despertó a la política, y esto nos da fuerza para seguir peleando».
Francisco al teléfono
«Me gustaría que el Papa me recibiera , en marzo inicié conversaciones para solicitar una agenda con él, es alguien que representa mucho para la democracia brasileña», cuenta Benicio que se reunió con las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, en Argentina, y en Suiza fue recibida por la alta comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
En agosto de 2018 Francisco conversó en el Vaticano con Marinete da Silva , la madre de Marielle.
«Esa reunión fue muy importante (..) para dar visibilidad internacional a nuestra lucha por la verdad » , apunta Benicio.
«Desde el punto de vista político tengo mucha simpatía por el Papa, aunque yo no sea una católica fervorosa, siento mucho respeto por él, por sus posiciones, es muy importante su posición».
Jorge Mario Bergoglio se ganó el afecto de los brasileños durante su visita a Río de Janeiro en julio de 2013 cuando recorrió una favela y celebró una misa campal para unos dos millones de jóvenes en un altar montado frente a las playas de Copacabana.
El primer contacto directo del Papa con el asesinato ocurrió en marzo de 2018 cuando la hija de Marielle, la joven Luyara , le escribió pidiéndole que rece por la memoria de su madre.
Días después el jefe del Vaticano telefoneó a Marinete da Silva, que no salía de su asombro al saber quien estaba del otro lado de la línea.
«La madre de Marielle es muy católica, igual que Marielle que fue catequista durante muchos años en la Iglesia de los Navegantes en la favela da Maré», cuenta Benicio.
Y recuerda que conoció a su compañera en la Iglesia de los Navegantes, en la favela Maré, norte de Rio, donde Marielle Franco realizó un trabajo social durante años.
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