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Un día sintió que se tenía que ir. Daniel Garnero advirtió que nunca iba a lograr despegar si seguía en el fútbol argentino y cruzó la frontera para empezar a trabajar en Paraguay. En ese país vive desde 2015. Y vaya si le ha ido bien: dirigió a Sol de América, Guaraní y Olimpia. En ese lapso ya ganó cinco torneos paraguayos. Recluido en su casa de Asunción por el coronavirus, el entrenador de 50 años se sumergió en una larga y reflexiva charla con Olé.
-¿Cómo estás viviendo esta situación inédita?
-La sensación es extraña. Uno no está acostumbrado a vivir una cosa así. Soy optimista y creo que se va a solucionar rápido para volver a la competencia. Nosotros habíamos hecho un protocolo para entrenar fraccionando bastante al plantel, donde no se usaban los vestuarios. Ahora estamos preocupados y con incertidumbre. No sabemos cuándo arranca el fútbol. Ojalá arranque rápido. Sería algo muy bueno para todos.
-¿Se vive como cuando te toca estar lesionado y tenés que pasar mucho tiempo encerrado?
-Sí, pero ahí vos ya estás preparado porque vos sabes lo que te paso. Esto es rarísimo. El hecho de tener que pedirles a los jugadores que se entrenen desde sus casas con elementos que no tienen es insólito. Vos no sabes si se van a hacer los boludos y no van a entrenar.
-Ganaste cinco torneos en Paraguay. ¿Es producto de tu crecimiento como entrenador?
-Lo que pasa es que los últimos equipos que me tocó dirigir en Argentina fueron equipos del interior con muchos problemas económicos e institucionales. Yo veía que estábamos logrando que los equipos tengan un buen funcionamiento. Estaba consolidando un cuerpo técnico. En un momento se me ocurrió que teníamos que salir del país. Buscar un país lo más cercano posible porque todos tenemos familia. Se dio la posibilidad de Paraguay y todo eso que yo vislumbraba que se nos podía dar se nos terminó dando acá. Si yo me quedaba en argentina iba a tener que ir a otro equipo del interior con problemas y no iba a poder poner en práctica una idea de juego. Hoy estoy contento y tranquilo de que hago lo que me gusta y sale bien.
-A lo largo de tu carrera como jugador te dirigieron Pastoriza, Menotti, Brindisi y Pellegrini. No podía salir otra cosa que un técnico ofensivo.
-Ni hablar. El hecho de haber estado desde los ocho años hasta los 32 en Independiente también me marcó mucho. Fue el único equipo en el que jugué en la Argentina. Independiente siempre fue una escuela de un futbol agresivo, ofensivo. En Inferiores se jugaba sólo con un volante de contención. Y después todos eran de características ofensivas. Independiente tiene mucho que ver en mi forma de ver el juego. Mi idea la tengo muy clara: tiene que ver con la tenencia del balón y con tratar de buscar siempre el arco rival.
-¿Cómo era el Pellegrini que te dirigió de joven en la Católica? ¿Se notaba que era un técnico con mucha proyección?
-Ya desde ese momento te dabas cuenta de que era un adelantado, todos los entrenamientos eran con pelota. Todo muy planificado, organizado. Y Católica era un club que tenía todos los elementos necesarios para desarrollar un buen trabajo. Me sorprendió el hecho de que hasta lo físico se hacía con pelota. Eso también lo aprendí mucho de Miguel Brindisi. Yo hoy trato de hacer lo mismo. Es la mejor manera de darle un mensaje al futbolista. Obviamente que hay que correr, hay que hacer esfuerzo. Pero siempre en función de movimientos de equipo, de buen trato con el balón. Eso te va a hacer marcar la diferencia, es algo que hoy implementamos mucho.
-¿En el fútbol es más difícil construir un equipo que apueste a la posesión que un equipo conservador?
-Tienen mucho que ver los contextos, a dónde llegas y despues de quién. Te pongo un ejemplo: cuando me ofrecen Guaraní contra con futbolistas que sabían tener la pelota, que tenían en la mira el arco rival. Entonces no dudé ni un segundo. Y no fue casualidad que 16 partidos después salimos campeones. En el futbol tienen que ver los contextos.
-Burruchaga asumió como manager de Independiente. ¿Cuanto influyo el para que vos hoy seas entrenador?
-Cuando deje el fútbol no tenía la idea de ser entrenador. En ese momento te firmaba que no iba a ser técnico. Al poco tiempo un amigo empezó a hacer el curso de técnico y yo fui para salir un poco de mi casa. Es duro venir de un ritmo de entrenamientos y de repente estar todo el día en tu casa. Te produce un choque. Justo en ese momento Jorge ascendió a Arsenal. Precisaba un técnico para el Selectivo. Siempre le dije que no, pero un día me agarró con mucho champagne encima y le dije que sí. Y así fue que arranque. Después fue cambiando totalmente la visión que yo tenía en un principio de la profesión. Me empezó a apasionar. Y aprendí a disfrutar. Es una profesión muy ingrata, pasás por momentos muy difíciles.
-¿Por qué Burru insistió tanto para que seas técnico? ¿Te vio pasta?
-No sé si vio un entrenador o una persona de confianza. O quizá muchos le dijeron que no. Habría que preguntárselo a Jorge, jaja.
-Mencionaste que aprendiste a disfrutar de la profesión. ¿Cuál es la clave para poder hacerlo en un ambiente tan vertiginoso?
-Si me preguntabas hace un tiempo te hubiese dicho que es imposible disfrutar. ¿Te digo la verdad? Después de estos años en Paraguay lo he logrado. Las exigencias de los equipos grandes se multiplican. Y Olimpia es el más grande, el que tiene más logros internacionales, el más popular. En estos últimos dos años haber logrado tantos campeonatos me hace disfrutar de esta profesión que es muy ingrata.
-¿Cuándo murió el jugador y pasaste a sentirte técnico?
-El jugador no muere nunca. Recuerdo que cuando jugaba en Independiente el Flaco Menotti nos hablaba como jugador. ¿Vos conocés a un ex médico o ex abogado? No, son médicos y abogados. El Flaco a los 60 años decía “yo no juego porque no me contratan, pero sigo siendo futbolista”. Yo pienso lo mismo. Tengo empatía con el jugador. Me pongo en su lugar en las buenas, en las malas, cuando se manda una cagada, cuando está en la cresta de la ola. Eso me ayuda a tomar decisiones. Por convicción sigo pensando como futbolista a pesar de saber que tengo otro rol.
-¿Y esa cercanía la puede tener un técnico que no fue jugador?
-Es antipático decirlo y separar al que jugó del que no lo hizo. Pero en el fútbol hay muchas sensaciones. Vivís el vestuario, el errar un penal, el sentir las puteadas, el ganar y perder partidos importantes la euforia… Eso marca una diferencia en la relación con el plantel. Vos sabes cuándo te tenés que callar la boca, cuándo es mejor no decir nada. Vos sabes si el que te acaricia la espalda en el éxito no es muy sincero. Las vivencias no se aprenden en los libros y, como todo en la vida, te llevan a tomar decisiones desde otro lugar.
-Cómo fue la primera vez que te toco pararte y hablar adelante de un grupo?
-Recuerdo que le dije a Jorge Burruchaga: “Mirá que si no me gusta me tomo el palo”. Me tocó darles una charla a chicos de Arsenal que tenían 15 o 16 años, todos pibitos. Fue el momento en el que estuve más nervioso en mi vida. Veía que los pibes me miraban con temor también y eso me hizo tranquilizar un poco. Yo todavía me veía como jugador. Después me fui soltando. Trato de ser sencillo y claro con los mensajes. Me gusta tener un ida y vuelta. En esa camada estaban Papu Gómez, Cuesta, Benedetto, Marcone, Nervo, Damián Pérez, Jara. Me acuerdo que Julito Grondona venía a vernos porque le habíamos ganado a los grandes. Se armó un grupo de chicos de distintas edades y procedencias. No sé si Arsenal va a volver a sacar jugadores de ese roce internacional.
-¿Cómo era convivir con Julio Grondona?
-Don Julio sabía mucho de fútbol. Pensaba mucho el fútbol. De inmediato te dabas cuenta de que era un hombre que respiraba futbol. Muchos lo critican, pero ya no quedan dirigentes como él, de esa talla.
-¿En qué sentido?
– Los futbolistas para llegar a la Selección tienen que empezar en las Inferiores, jugar en un club, sostenerse, salir campeones. Los dirigentes deberían vivir el mismo proceso. Grondona es el dirigente más importante de la historia del futbol argentino y fue quemando etapas, escalando de a poco. Hoy en la AFA no sucede lo mismo. Los dirigentes también tienen que hacer las Inferiores. Con el sistema actual los resultados no son los mejores. Hay que empezar a buscar dirigentes que hayan pasado por vocales, subcomisiones de fútbol, secretarios generales y que después accedan a los cargos más altos.
-¿Te arrepentiste de haber dirigido a Independiente sin tener la trayectoria que tenés hoy?
-El problema de independiente en ese momento no fue sólo mi falta de experiencia. El contexto era complicado. Antes de mi llagada la gente no quería que se vaya el Tolo Gallego. Yo quedé en el medio de esa situación. La gente nunca se la agarró conmigo. Se hizo un buen mercado de pases. Esos mismos futbolistas con tiempo de adaptación ganaron la Sudamericana con el Turco Mohamed en 2010.
-¿Fue duro levantarte de ese golpe?
-Sí, fue terrible. Creo que fue de lo peor que me pasó deportivamente desde que empecé a jugar hasta hoy. En un momento pensé en no seguir en el fútbol. Me había costado arrancar, esta es una profesión muy ingrata. En ese momento dije “esto no es para mí”. Después dejé pasar el tiempo y me surgió la posibilidad de dirigir a San Martín de San Juan. Fue la primera vez que tuve que bajar de categoría. Ahí logre el ascenso y fue un desahogo muy grande. Eso me dio mucha más seguridad y tranquilidad para seguir creciendo.
-¿Que le aconsejarías a un técnico que recién comienza?
-Lo más complicado al principio es convencerte de lo que querés ver en cancha. Yo no hice cosas por respetar la tradición de algunos clubes. Y con el tiempo aprendés que después te terminan echando igual. Entonces cuando ya te echan varias veces decís “acá voy a hacer lo que yo quiero”. Apenas llegás al club y estás firmando el contrato sabés que esa es la misma persona que te va a echar. Entonces te liberás y decís “acá voy a hacer lo que quiero yo”. Pero no imponiendo. También te tenés que adaptar el plantel. A veces vas con una idea y las características de los jugadores te hacen cambiar.
-¿Cómo se convence al jugador?
-Tenés que explicarle todo de la forma más sencilla posible. Yo el resultado no se lo aseguro a nadie. Sí te aseguro que si estamos bien, si tenemos el control del balón y sabemos cuándo ser agresivos vamos a tener más posibilidades de ganar. La mejor forma de convencer al futbolista es que te vea convencido a vos.
-Hay una línea de entrenadores a los que les gusta apelar a un léxico enrevesado. ¿Así se le puede llegar al jugador?
-Acá hay que centrarse en lo más importante de todo, que es el futbolista. Obviamente nosotros desde afuera buscamos alternativas. Pero los jugadores tienen que estar bien. Y desde mi punto de vista para eso tener que ser simple.
-¿Qué porcentaje tiene un técnico en un buen equipo?
-Hoy en el fútbol todo se hace a base de estadísticas. Yo no tengo dudas de que lo más importante es el futbolista. El jugador es el que define, el que ataja, el que hace el gol. Obviamente tiene que haber una planificación. Tenés que promover la competencia interna. Vos podes tener una idea muy clara, pero si no tenés los elementos, no va a salir. Yo en mis inicios tenía la idea clara, pero si no tenes los elementos y el club no está bien es muy difícil. Decirlo es complicado porque quedás muy mal con el protagonista. En Independiente de Rivadavia, con jugadores de Argentino B estábamos en zona de ascenso, pero nadie valoraba la campaña. Teníamos un presidente que de futbol no entendía nada. Ni me acuerdo cómo se llamaba. Pero decía cualquier cosa. Me ponía banderas que decían “Garnero hijo de puta, renunciá ya”.
-¿Un buen técnico puede mejorar a un futbolista?
-Te pongo un ejemplo. En el 94 Brindisi me hacía jugar de local y no de visitante. Un día le voy a hablar enojado, no fue la charla más agradable. Me dijo que estaba buscando una reacción en mí. Hay entrenadores que te pueden hacer reaccionar. Ellos te pueden hacer reaccionar si ven que te falta el esfuerzo.
-Te dirigió Pastoriza. ¿Aplicás algo de su forma de trabajo?
-El Pato era un crack. A mí me marco muchísimo. Sacaba lo mejor de cada uno. Si yo hoy priorizo tratar de estar mejor con el que no juega que con el que juega, mucho tiene que ver Pastoriza. ÉL me enseñó que para tener un buen plantel hay que tener dos por puesto.
-¿Cuál era el secreto del éxito del Pato?
-Que tenía mucha calle y la ponía a disposición del grupo. A mí siempre me protegía, me daba consejos, me hablaba. Me acuerdo de cada una de sus palabras. “Date cuenta pendejo. ¿Vos sos boludo? No te das cuenta de lo que te están haciendo? ¡Despertate, carajo!”, decía. El vestuario de Independiente se tiene que llamar José Omar Pastoriza.
-¿Si te estuviese mirando ahora qué te diría?
-Se pondría contento, porque me quería. Me quería mucho, no sé por qué. Llegaba al vestuario y decía “¿Qué hacés Garnacha?”. Era un genio. De él aprendí que a un buen técnico hay algo que no le puede faltar…
-¿Y qué es?
-La llegada al futbolista es fundamental.
-¿La llegada es más importante que la táctica?
-Sí, en un plantel inteligente no tengo ninguna duda. Hoy el futbol es muy dinámico. Yo no tuve entrenadores que hagan movimientos como los que hacemos nosotros ahora. En otra época todo pasaba por juntar buenos futbolistas y salían cosas buenas. Hoy se reducen muchos más los espacios, jugás contra diez locomotoras. Tenés que sacar hasta las mínimas ventajas.
-Cuando vos jugabas si un técnico usaba demasiado la tecnología lo miraban con desconfianza. ¿Hoy los jugadores demandan esos elementos?
-Sí, la realidad de hoy es esa. Yo me quedo más con el entrenamiento que veo. Tengo en cuenta la tecnología, no soy un negado. Pero le doy la importancia que tiene que tener. A mí lo que me hace tomar determinaciones con tranquilidad es el ida y vuelta con el jugador y no los números que me arroja una computadora.
-¿Por qué desde afuera buscan tanto a técnicos argentinos?
-Los técnicos argentinos somos mejores de lo que creen algunos argentinos. Estamos acostumbrados a la exigencia. A nosotros no nos quieren por ser arrogantes, pero en un punto elogian esa arrogancia del que va al frente, el que se cree mejor. Eso que nos cuestionan es al mismo tiempo lo que nos valoran. Afuera buscan argentinos porque saben que no nos cagamos, no nos achicamos y vamos a reaccionar ante situaciones difíciles. Ése es nuestro ADN. Y no en todos los lugares son así.
-Vos fuiste el primer enganche posterior a Bochini en Independiente. ¿Por qué el 10 está en extinción?
-Tiene que ver con la fabricación. Si vos tenés una fábrica de ladrillos y querés sacar copas de cristal, va a ser difícil. En la Argentina se busca cualquier cosa menos darles seguridad, importancia y tranquilidad a los volantes creativos. Hoy el enganche tiene que correr 10 millones de kilómetros. Entonces termina jugando uno que es menos creativo sólo porque le dan los números. A veces hay jugadores que pierden muchas pelotas y los ovacionan cuando las recuperan. Los números les dan bárbaro, recuperan 20 pelotas por partido. Hay jugadores que corren 20 kilómetros y no saben darle un pase a nadie. A los enganches hay que darles las herramientas y ponerlos en su lugar para explotar sus cualidades.
-¿Cuánto costaría hoy un Daniel Garnero?
-No vale ni 50.000 dólares. Con todos estos números y con lo que hay que correr ahora no valdría nada. Cuando un equipo no tiene funcionamiento, urge un creativo. Pero cuando el equipo tiene un enganche y le cuesta generar espacios parece que el primero que tiene que salir es el creativo. Al que crea no hay que exigirle que corra, pedile que meta pelotas de gol. Y si no mete ninguna sacalo a la mierda. Ahora si te mete tres pases de gol y no volvió, bancátela.
-Messi es el más creativo. ¿Si te tocase dirigirlo que le dirías? ¿Se le puede decir algo?
-Sólo le preguntaría a dónde le gustaría jugar. Eso es lo único que le podría decir. Después me encargaría de que todas las pelotas se las den a él. A esta edad va a ser más asistidor que aquél que hace una década sacaba tantas ventajas en el mano a mano.
-¿Pudiste cruzar alguna palabra con él alguna vez?
-Tengo una anécdota tremenda. Yo dirigía al Selectivo de Arsenal y jugamos contra la selección juvenil de Pancho Ferraro que ganó el Mundial de 2005. Íbamos a jugar el segundo tiempo y entran dos pibitos de 15 o 14 años y nosotros teníamos muchachos de 21 o 22. Iban 15 minutos y habían hecho dos goles cada uno. Eran Messi y Agüero. Esa fue la única vez que lo vi tan cerca. Sus arranques eran terribles. La diferencia en la velocidad de los controles y la rapidez física eran increíbles. En 20 minutos suspendimos todo porque tenía miedo que alguno de los pibes que dirigía yo les metiera un patadón y quebrase a alguno.
-Ahora se lo ve en una faceta más de líder a Messi…
-Antes se le pedían cosas que no sentía. Ya se notaba que no era un chico que iba a ser líder natural y cuando no se dan los resultados la gente busca cuestionamientos idiotas. Pero cuando se va dando el recambio generacional ese rol surge por sí mismo. Cuando yo debuté en Independiente estaban el Gringo Giusti, que venía de ser campeón con la Selección. Claro, después se fue el Gringo y su camada y yo empecé a ganar más lugar. A Messi le pasó eso. Se fue Mascherano y hoy le toca a él porque se van vaciando los espacios alguien tiene que ocuparlos.
-¿Te duele ver a Independiente así?
-Es una lástima que no haya una tranquilidad institucional. Los resultados deportivos son consecuencia de un montón de cosas que se viven en el club. Si hay orden institucional, si a nivel de Comisión Directiva está todo tranquilo, hay un cuerpo técnico consolidado y los rendimientos no son lo que tienen que ser, ahí sí hay que caerles al técnico y los jugadores. Pero es muy difícil que salga algo bueno de un quilombo terrible.
-¿Te gustaría tener una revancha en Independiente?
-No soy de mirar tan hacia adelante. Lo único que planifiqué fue cuando dije “me tengo que ir del país”. Ahí vislumbre un futuro en el extranjero. Y hoy lo estoy viviendo y la verdad es que el futbol argentino es muy desorganizado, es un quilombo. ¿Qué vas a planificar si quizá durás dos meses? Boca salió campeón y a los dos o tres días jugó por Copa Libertadores. Veo tanto quilombo a nivel país desde lo social y lo económico que no me tienta volver. Argentina es un despelote. Los entrenadores no duran nada. La verdad que no te seduce demasiado la idea de regresar. Ahora, si en algún momento pienso en hacerlo, Independiente será mi prioridad.
-Varios jugadores que se van remarcan lo que decís vos. ¿Qué ven los que están afuera?
-Hace unos días lo hablaba con Alfaro Moreno, que está en Barcelona de Ecuador. No se puede vivir más en Argentina. Lo digo con un dolor y una tristeza muy grande porque toda mi familia está ahí. Es una bronca que coincidamos todos en lo mismo. Por lo económico, por lo inseguro. Desde lo laboral tenemos una profesión de alto riesgo. Igualmente el hecho de ser argentino te tira, yo miro futbol argentino, me entero de todo, me interesa. Tengo a mis viejos, mis hermanas, mis hijos, mi señora, mis amigos. Estoy pendiente de todo lo que pasa. Pero si vos me hablás de mi futuro laboral, la verdad que no pienso en Argentina.
-¿Les crees a los dirigentes cuando hablan de proyecto o el proyecto en general es ganar el domingo?
-Todavía hay 70 dirigentes que siguen trabajando desde el 38 a 38 en AFA. Esas cosas me hacen descreer de los proyectos, de las palabras. Estando en el exterior la vergüenza más grande que pasó fue tener que explicarle a un extranjero el 38 a 38.
-¿Y por qué muchos vuelven al país? ¿Por masoquismo?
-Somos pasionales. La pasión que se vive en argentina no se vive en otro lado. No es que tengo mucha experiencia en el exterior, pero hablo con gente, conozco amigos. Y todos te dicen que el argentino es el más apasionado.
-¿Será esa pasión lo que buscan desde afuera?
-Exactamente. Pero eso lo querés vivir cuando sos futbolista, te la bancás cuando sos joven. Ya cuando tenés 50 años y viviste todo lo que viviste, buscás estar más tranquilo. Prefiero que sean un poquito menos pasionales y tengan dos dedos de frente.
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