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Paolo Rocca, nieto de Agostino y de quien fuera asesor siderúrgico de Benito Mussolini y fundador de Compagnia Tecnica Internazionale, conocida como Techint, figura junto a su familia en el ranking de Forbes como la primera gran fortuna de Argentina en 2019, con 8000 millones de dólares.
No es la primera vez que presiona a los gobiernos en momentos críticos. En 2008, al precipitarse una crisis global potente, la familia Rocca anunció que, debido a las condiciones de mercado, suspendería la construcción de un nuevo alto horno de fundición de palanquilla y un tren laminado contínuo. Informó a las autoridades de la Bolsa de Comercio que continuaría la ampliación cuando se recuperara la demanda, loca e internacional, y que había ordenado entonces la cesantía de 2400 trabajadores de firmas subcontratistas.
El gobierno de CFK rechazó la posibilidad de un solo despido, dictó la conciliación obligatoria con los gremios de la construcción y metalúrgicos y envío señales inequívocas de que si no se daba marcha atrás con las cesantías y con la paralización de la obra estudiaría las condiciones legales para una eventual expropiación.
La respuesta fue inmediata: los despidos se convirtieron en suspensiones rotativas, parte de los sueldos fueron pagados por el Estado con el programa Repro y se anunció la reprogramación de la obra para un momento en que la economía recuperara dinamismo.
La misma historia se repitió en estos días. Una vez más, la familia Rocca pretende imponer a un gobierno sus reglas de juego y, por los resultados de décadas, le ha dado resultado:
* Durante varias décadas obtuvo contratos de obras públicas, gasoductos, caminos que implicaron un desarrollo sostenido de su área de ingeniería y construcción.
* Recibió millonarios subsidios por regímenes de promoción industrial con exenciones impositivas, por el fomento de exportaciones industriales y por preferencias arancelarias que brindaron protección del importado.
* Se benefició de la licuación de pasivos financieros, a través de la regulación de la tasa de interés o del sistema de seguros de cambio para la deuda externa privada.
* Aprovechó la Ley de Compre Nacional que implicó que el Estado pagara sobreprecios amparados en esa norma.
* Contabilizó ganancias extraordinarias por su participación activa en privatizaciones, por ejemplo con su inversión en el consorcio de Telefónica que se quedó con la mitad de ENTel.
* La enajenación de activos estatales también afianzó el corazón de su grupo, la siderurgia, con su desembarco en empresas proveedoras de insumos básicos de esa actividad (producción y transporte de gas, petróleo y energía eléctrica) y con la compra a precio de ganga de Somisa.
* Con las privatizaciones, el grupo logró acceder a un notable grado de integración vertical en el rubro energético y siderúrgico.
* Además, consiguió una concentración y diversificación de sus negocios que resultó en un extraordinario crecimiento patrimonial.
* De ese proceso de consolidación empresaria, para la familia Rocca fue fundamental apropiarse de Somisa porque pasaron a dominar un sector estratégico de la economía.
Al detallar esta historia de estrechos y sospechosos vínculos con el Estado a lo largo de décadas, que le permitió consolidar un poderoso conglomerado internacional, se puede concluir que ese patrimonio en un sector estratégico para el desarrollo nacional fue construido con el imprescindible aporte de recursos públicos y de protección estatal.
No debería escandalizar entonces si se concluye que, a esta altura, Techint, la multinacional italiana con sede en el paraíso fiscal de Luxemburgo, ya debería ser incorporada al patrimonio de todos los argentinos.
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