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Del sueño del hincha a la pesadilla de los hinchas. Así podría describirse la parábola en River de Marcelo Larrondo Páez, que pronto llegará a su fin. Porque la CD ya tomó la decisión de dejar libre al delantero que, al cumplir la fantasía de ponerse la camiseta del club de sus amores, inmediatamente se convirtió en un suplicio para la tribuna.
A los 31 años y después de la primaverita que vivió en Unión La Calera, la segunda cesión tras su fallido paso por Defensa y Justicia, el mendocino ya puede negociar como agente libre con el club que se haga de sus servicios después del 30 de junio, cuando finaliza el contrato de cuatro años que había firmado a su llegada a Núñez, allá por mediados del 2016.
De River se irá luego de rescindir su vínculo con un desafortunadísimo récord: el de haber pasado infinitamente más tiempo lesionado que en la cancha. Los 460 minutos, de hecho, que jugó en 24 meses lo certifican. Y las nueves lesiones y tres operaciones en sus rodillas durante ese lapso reflejan el calvario en el que se convirtió -para él y para todos- un paso que ya arrancó mal desde su controvertida revisión médica.
Al llegar desde Central, al que hubo que compensarlo por el acuerdo entre los clubes argentinos de no utilizar la cláusula de rescisión, Larrondo no sólo arrastraba casi cinco meses sin competencia sino también una operación por la rotura del menisco externo de la rodilla derecha -a la que luego se le sumó un edema óseo- de la que jamás se pudo recuperar. Nueve lesiones. Tres operaciones. Apenas 460 minutos en cancha en los 14 partidos que estuvo medianamente en forma. Dos goles. Un debut que se demoró más de un año (se produjo recién el 28 de agosto del 2017 contra Banfield). Ni un juego completo. u$s 6.929 por minuto jugado (River le pagó a Rosario Central, sumados los impuestos, u$s 3.187.500 por el 100 % de los derechos económicos). u$s 1.593.750 por cada grito (uno fue en una victoria contra Guaraní por la Copa Libertadores y el otro, en una derrota por el torneo local frente a Racing).
A la espera de encontrar al 11° club de su extensa carrera que incluyó un paso por Europa (Siena, Fiorentina y Torino) y tuvo su pico de rendimiento en nuestro país (Tigre y Central), el punta que se veía reflejado en Lewandowsky e Ibrahimovic espera la rescisión de su contrato en Mendoza, donde tiene un pequeño emprendimiento vitivinícola y en donde podría quedarse si se reactivan los sondeos de Godoy Cruz que hasta ahora quedaron en eso.
Larrondout. Se terminó. El sueño. Y la pesadilla.
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